jueves, 10 de noviembre de 2016

OPORTUNiDAD



En la Costa Brava, ese verano, se preparaban para construir un decorado y arrancar la vida en pareja; todo el resto, lo imprescindible, estaba oculto y al alcance de sus manos. La convivencia, la empatía, la solidaridad y los objetivos comunes. Recuerdos de lo vivido, las ansias para elaborar nuevos, en una memoria positiva y recíproca para compartir todo lo que pudiera sobrevenir. Es atrevido pretender enumerar todos los elementos necesarios par intentar resumir el sentimiento de afecto.

Todo arrancaba según lo previsto, incluso  las apariencias estaban bajo control y dejaban intacta la predisposición a la felicidad. Era una pareja que vivía el momento como los niños la noche de reyes, que a sabiendas de que son sus padres, por los gestos, las miradas y la sonrisa integra, no hacían sospechar su ingenuidad. Mónica y Robert vivían una tarde tan deseada, que al estar sumergidos  pensaban que no era la de ellos. Eran incapaces de alterar sus miradas, se dejaban ir, todos los invitados eran cómplices del encanto de lo que estaba ocurriendo. Ellos eran los protagonistas de esa felicidad sin esfuerzo. Entrar en detalle sobre la fiesta sería regodearse en lo evidente. Todo se celebraba bajo una gran luz que avivaban  todos los que les rodeaban.

Para mi, se estaba cumpliendo el objetivo, participar en el momento de la vida de dos personas que quieres y son capaces de hacerte feliz sin esfuerzo. Era suficiente para justificar mi vida. Logré alcanzarlo pero podía no haber sido así. Hubo un aviso insospechado, una enfermedad grave llamo a la puerta y me apartó de la felicidad. Una intervención quirúrgica complicada, seguida de la fase en la que hay que luchar para que las posibilidades de recidiva disminuyan. Mi mujer, a mi lado, como siempre, hacía que todo fuera menor y me empujaba a seguir viviendo sin decaer. Todo era llevadero, a pesar del dolor y el miedo al desenlace. Transmitía el sentido a seguir luchando por mantener lo alcanzado y disfrutar del cariño de los que me rodeaban