jueves, 10 de septiembre de 2020

CUANDO LA VIDA TE CAMBIA EL SUJETO





Amistad es una palabra ingrávida que surge cuando los amigos la hacen suya, porque antes levitaba como un deseo a la espera de ser atrapada.

Javier Aragüés



Las palabras sin altisonancias, tan solo atentas a las relaciones interpersonales, subrayan con precisión la evolución del protagonismo del ser humano. Un encuentro fortuito,  el amor o la amistad trastocan los elementos de la oración sin perder el sentido completo. 

En gran parte de nuestro recorrido vital predomina el Yo,  y si ese sujeto corresponde a una persona inquieta que se relaciona intelectualmente para aprender, sentir el amor o, lo más difícil, reconocer la amistad  hace que ese yo se trastoque y el sujeto ahora es el Tú que pasa a ser protagonista del juicio con sentido completo. Ese tú esconde al amigo o al amor y las formas sociales permiten hablar de nosotros de manera indiscriminada ocultando lo más importante, el sentimiento hacia la otra persona.


Sin darme cuenta, mi yo se deslizaba erosionándose con el tiempo hasta que encontré el primer amigo. Pasaron unos años, pocos comparados con los que me quedaban de vida. Me costó esfuerzo pero reconocí que era él y me llenaba la boca con la palabra: "Es mi amigo". Era  moreno, sincero. Habíamos pactado  decir siempre la verdad por miedo a mi tendencia a fantasear. Era de trato afable, de verbo continuo y esmerado; hacía por agradar sin rebajarse. Su mirada limpia esperaba paciente la mía que no le defraudaba. 

Pasaron años sin vernos, pero daba igual, al reencontrarnos no dudábamos que podríamos presentar nuestras vidas sin ocultar detalles y con la seguridad que los dos escucharíamos sin reproches. Y así fue.

Un reencuentro inesperado nos puso de nuevo en la vida y Alfonso  —mi amigo— continuó enseñándome como el yo es capaz de ser, sin perder la amistad, ni menguarla, hasta  entender que esa lealtad infinita se alimenta desde la tolerancia. 

 

Javier Aragüés (septiembre de 2020)