La punta del malecón se teñía de un blanco encrespado,
luchando contra el lila tornasol de los rugidos del temporal. Arreció y llevó las
gotas a sus mejillas. En un mar morado, el navegante la buscaba sin descanso. Ella
se había entregado. Cansado de mirar las rocas entre celos y sufrimientos, mientras
lloraba, el mar la arrojó a la playa.
Javier
Aragüés (abril de 2018)
No hay comentarios:
Publicar un comentario