Desde el Centro Espacial Kennedy de los Estados
Unidos, se lanza la Estación Espacial Internacional (ISS), en febrero de
1998. Actualmente sigue en órbita después de 7353 días en el espacio, un
nuevo récord de permanencia. En el exterior a la plataforma, domina
el más rotundo silencio y el tenue metalizado de la enorme
carcasa se balancea suavemente en la negrura del espacio. Es un
monstruo de interminables piezas que se encajan y retuercen para dar forma al
desafío. La gran nave tiene una longitud de más de dos kilómetros y casi uno de
ancho, soporta un alambicado andamio que sostiene paneles solares fotovoltaicos que
suministran la descomunal potencia de desplazamiento en la órbita baja
terrestre. Dentro de la plataforma, domina el blanco aséptico sometido a
condiciones ambientales adecuadas de presión y humedad que supone
una temperatura constante y de confort. Todo esto se asegura desde los
sofisticados equipos de informatización que presurizan un volumen de unos
mil metros cúbicos. El olor especial de cableados sometidos a corrientes
permanentes y bajo tensión, junto el zumbido aletargado de los instrumentos de
precisión hace que el blanco inocuo del revestimiento de la cabina parezca
repulsivo.
El objetivo de la misión es garantizar la presencia
humana en el espacio, de una forma permanente y conseguir que el ser
humano resista la exploración espacial durante largos periodos. Con
este cometido se diseña y utiliza la Estación Espacial Internacional (ISS). Se
piensa como un centro de investigación situado en una órbita terrestre baja,
una órbita alrededor de la Tierra, ente la atmósfera y el cinturón de radiación
de Van Hallen. Está tripulada de forma permanente por un equipo reducido
—cinco— de astronautas e investigadores. Se les releva al cabo de periodos, que
son función de la duración de cada proyecto de investigación que se acomete. Se
procura que las estancias no se prolonguen más allá de lo que exige
cada proyecto. Estos relevos necesarios que también se utilizan en las tareas
de mantenimiento y ampliación de la Estación y por supuesto se encargan de
realizar el recambio de la tripulación. Los transbordadores que son vehículos
diseñados para realizar prácticamente un número infinito de viajes y están
diseñados técnicamente para soportar el calor a la entrada y salida de la
atmósfera consecuencia de la elevada fricción a la que se somete a estos
vehículos. Esta tarea es la más importante y salvo los problemas técnicos
habituales que se pueden tipificar de controlados todas las misiones se
desarrollan con normalidad por eso su diseño y utilización experimental es
anterior a la existencia de la estación espacial. El
primer transbordador se remonta a 1972, unos veinticinco años antes
del lanzamiento de la estación espacial y dan excelentes resultados en todas
las misiones. Bueno en todas excepto en la que se originó una catástrofe y por
singular está en el recuerdo. Aquella en la que
un transbordador —el Columbus— se desintegra por el calor al
salir al espacio en su último viaje, después de más de veinte años de uso
experimental y en misiones. Perecen todos los tripulantes —los siete. Nadie
quiere detenerse en este desastre, pues la sucesión de defectos están
detectados, analizados y a día de hoy no hay duda que se han corregido.
En el Centro
Espacial, el Dr. Walker, reconocido internista, psicólogo y psiquiatra,
formado en la Harvard University School es el responsable del buen
estado de salud de los miembros de la Estación Espacial, durante preparación
del lanzamiento, salida y regreso y, lo más importante, durante la
permanencia en el espacio. Su cometido consiste en realizar, los controles
eminentemente técnicos y científicos que se hacen sistemáticamente en los
organismos de los seleccionados y la preparación hasta conseguir el necesario
equilibrio emocional de todos los miembros. La permanencia en el espacio va a
ser larga y requiere una dedicación intensa en este sentido. Dedica gran parte
de su tiempo a convivir con ellos. Realiza simulaciones de
situaciones extremas y en estas circunstancias facilita protocolos de
comportamiento. Muchas de las sesiones son conferencias y charla de
sensibilización sobre la importancia de la misión y que del comportamiento de
uno de ellos depende la seguridad, y puede ser la vida de todo ellos.
Orden del día para la tripulación:
- 10 a.m.
Conferencia: “HOSTILIDAD DEL AMBIENTE ESPACIAL”
En la sala de conferencias del Centro están convocados
todos los componentes de la tripulación, los equipos de ingenieros, técnicos de
comunicaciones y médicos que participan en las operaciones directas y de
investigación. En la sala se apagan las luces, se ilumina una gran pantalla
central y desde in atril iluminado, rematado por el escudo de los EEUU se
proyecta una imagen de la Estación Espacial. El Dr. Walter reclama la atención
de los asistentes. Tras un pequeño carraspeo, comienza la exposición.
“Después de algo más de veinte años de existencia de
la Estación, hoy los problemas son de otra índole. Se centran en analizar cómo
y en qué medida el ambiente espacial es hostil para la vida. Se
dedican horas —millones— en investigar los problemas de ingeniería que están
ligados con el hecho de cómo se comporta la vida humana al abandonar la Tierra
y durante los momentos de salida y llegada. Sobre todo uno de los mayores retos
de la investigación espacial es determinar cómo los seres humanos pueden
sobrevivir y realizar trabajos durante largas estadas en el cosmos. Las
investigaciones se centran en analizar y cuantificar los efectos y el impacto
del viaje espacial en el cuerpo humano. En el espacio conviven multitud de
radiaciones. Entre las que más preocupan son las que provienen de los protones
y las partículas subatómicas suspendidas en el viento solar, además de los
rayos cósmicos e intensas radiaciones electromagnéticas y otros aspectos, que
no por conocidos, son condiciones obligadas de trabajo en el espacio. Como el
gran vacío, las temperaturas extremas y sobre todo la microgravedad que afecta
sensiblemente al permanecer durante espacios prolongados de tiempo. El más
significativo es la atrofia muscular y el deterioro del esqueleto humano.
Coexisten estas alteraciones con otras detectables, pero menos evidentes. Cito
algunas de ellas: el deterioro de la función hepática, que origina un proceso
de fibrosis; la disminución de funciones del aparato circulatorio al
concentrarse la sangre en la parte superior del organismo; debilitamiento del
sistema demonológico; entre otros. Uno de los más llamativos es
que los astronautas que pasan grandes periodos en el espacio a su regreso son
más altos, debido a que el tejido de las vértebras está sometidas a menos
presión y la columna vertebral se despresiona. Aparecen síntomas
menores: redistribución de los fluidos, pérdida de masa corporal y trastorno
del sueño entre muchos otros. Con esta investigación se descubren formas
sencillas de vida llamadas extremófilos e invertebrados. Los tardígrados (de
paso lento) se les conocen también con el nombre de “osos de agua” y resistente
a condiciones extremas. Tienen características únicas en el reino animal,
pueden sobrevivir en el vacío del espacio e incluso soportar elevadas presiones
del orden de 6000 atm2; soportar con viada temperaturas extremas de un rango
entre los -200 ºC y hasta los 150 ºC. También soportan la deshidratación
prolongada —pueden pasar diez años sin agua. También son inmunes a la radiación
ionizante, es decir la radiación capaz de extraer los electrones de los estados
de equilibrio en los que se encuentran ligados al átomo.
Dada la importancia que tiene la evolución médica de
los seres humanos durante estos viajes y las largas permanencias en el espacio;
dejo por un momento, las consideraciones sobre las posibles anomalías en los
tripulantes, al Centro Espacial le preocupa el anticiparse a estas disfunciones
y por ello el Instituto Nacional de Investigación Biomédica Espacial (NSBRI) y
para ello considera resaltar, entre otros procedimientos, el Diagnóstico
Avanzado por Ultrasonidos en el estudio de la microgravedad en los astronautas.
Se realiza ecografías son la orientación de especialistas desde la Tierra. El
estudio es más ambicioso y considera el diagnóstico y tratamiento de
condiciones médicas en el espacio. Señores esta aportación supone un incremento
en la seguridad de los viajes estelares y asegura mejores condiciones en los
periodos de permanencia; uno de los objetivos de esta misión. Señores espero
que estos meses de preparación sean, útiles; para nuestros equipos y para mí
están preparados para enfrentarse con éxito a la misión.”
Todos abandonan la sala y se dirigen a la Sala de
Control, los astronautas al transbordador.
Los cinco los cinco tripulantes de la estación
espacial llevan en órbita alrededor de la Tierra 1327 días. Durante todo este
tiempo los objetivos de la misión se cumplen según lo previsto. Aunque en el
Centro Espacial aparecen algunas preocupaciones. Algunos miembros experimentan
síntomas de hastío que no están previstos en los protocolos de los equipos de
médicos y psicólogos. Saben que se enfrentan a algo que parece irrelevante
en la Tierra, pero imprevisible en los viajes y estancias espaciales.
Los equipos médicos intentan aliviar estos incipientes
estados de desequilibrio. Aunque sin importancia, si se descontrolan
pueden desbaratar una de las misiones más ambiciosas en la carrera espacial en
cuanto a comportamientos estables con largas permanencias en el espacio.
La tripulación en estos momentos la
componen cinco personas (una mujer, la americana Mary Williams, muy
vinculada profesionalmente a su hermano Jeff Williams. También forma
parte del equipo de la estación; un ruso, el coronel Anatoli Pérminov; el
ingeniero alemán —Bert Dinter, y un tripulante chino, Leroy Chiao;
el menos adaptado al grupo.
Los investigadores médicos constatan que después de
tantos días, la convivencia en la estación es razonable, la relación es cordial
entre casi todos ellos y en el trato no existen distancias; quedan atrás los
formalismos y entre ellos pasan a ser simplemente: Mary, Jeff, Anatoli, Bert y
Chiao. Pero al mismo tiempo empiezan a surgir ciertos desequilibrios
emocionales. En las reuniones de los equipos médicos la mayoría las achacan al
hecho de hacer una vida en común en un espacio de
dimensiones reducidas, es más, es el único argumento. Todos lo
defienden excepto el Dr. Walker, máximo responsable médico —internista,
psicólogo y psiquiatra— asignado a la misión. Observa ciertos
estados de angustia que se solapan y superan las alteraciones de
hipersensibilidad por las dificultades de convivencia que no le dejan dormir.
Al día siguiente, muy temprano, convoca una reunión con su equipo
médico. Selecciona vídeos, reproduce cortes de conversaciones y
pone a disposición del equipo los expedientes clínicos de toda la tripulación.
Al analizar los comportamientos con detalle, detenerse en las
conversaciones e incluso al estudiar los gestos de cada uno; expone a sus
colegas, que en todos los tripulantes hay algo que les preocupa. Es
una inquietud común, pero no compartida. Muchas de las
conversaciones —casi íntimas— se desarrollan en torno a las
tragedias ocurridas relacionadas con los momentos de regreso al planeta y en
concreto, con todo lo relacionado con las maniobras de reentrada a la
atmósfera. En ese momento, se levanta, coge cada uno de los expedientes y
remarca las manifestaciones más evidentes de cada tripulante y analiza el
comportamiento de cada uno.
Empieza por la mujer:
“Mary, a través de su hermano Jeff, conoce con detalle
la tragedia del transbordador Columbia a su regreso a la Tierra. El calor
abrasivo en la nave es el responsable, desintegra el transbordador y acaba con
los seis astronautas, que su hermano Jeff conocía personalmente.”
A continuación, lee un extracto de una declaración del
coronel Anatoli al grupo.
“Nuestro país es consciente del riesgo que supone la
maniobra de aproximación y entrada en la atmósfera. Par evaluarlo se hace un
ensayo. Se somete a la destrucción controlada de la nave Progreso M-10M
simulando las condiciones de desintegración”.
Se tiene y hace la observación de que Bert y Chiao,
corroboran los relatos y citan episodios similares a los comentados por el
ruso.
El Dr. Walker se dirige a todos: “Pero señores además
el coronel Anatoli continua la conversación para en este caso intentar
tranquilizarles: fragmento de una conversación de i en el que intenta
tranquilizar a la tripulación.
“En la actualidad, debido a los riesgos que
supone el regreso a la Tierra, la vida de los astronautas y el éxito de una
misión, se avanza en su prevención y se aplican las nuevas tecnologías para
minimizarlos. Así, los MIRV (vehículos de reentrada múltiple e
independientes), de un solo tripulante, se diseñan al efecto. En la
fabricación, todos alcanzan los más rigurosos controles de calidad y se
catalogan como de “Máxima Seguridad”.
El Dr. Walker hace una pausa y reclama a su atención: “Hace
varios días, en una de las múltiples comunicaciones con la Tierra un
ingeniero de este centro espacial olvida cerrar el audio en la conexión y un
tripulante, solo en la sala de reposo. Pone el audio a los presentes: “Algunos
de los MIRV son defectuosos. Por error incorporan un material menos
resistente al calor. Sólo uno de los MIRV, el de código AM-X1, es totalmente
seguro y soporta las altas temperaturas al entrar en contacto con la
atmósfera.”
De nuevo interviene el Dr. Walker, en medio del
silencio de todos los colaboradores:
“Parece que uno de los tripulantes, se separa del
resto durante unos instantes y consigue descifrar los códigos que permiten
identificar el MIRV más seguro, el AM-X1.”
Con todas estas incógnitas se acaba la reunión. El Dr.
Walter pide que consideren la situación y al día siguiente en una nueva reunión
expongan su opinión
Ese mismo día, de madrugada, en el Centro Espacial
reciben señales de la Estación. Todos los indicadores señalan que produce una
avería en los depósitos de reserva de oxígeno. Se dispara la alarma, el tiempo
para abandonar la Estación Espacial se hace crítico. El coronel Anatoli
Pérminov se dirige a la tripulación en tono grave: “Es
imprescindible regresar a la Tierra cuanto antes, de no ser así tenemos
que permanecer en la Estación hasta que un nuevo transbordador nos rescate y
mientras, las reservas de oxígeno se agotan”.
El Centro Espacial coordina, supervisa y dirige todas
las actividades relacionadas con la misión de la Estación Espacial y el
seguimiento, a través de las grandes pantallas de video. Tiene una estructura
cuasi militar. El director Christopher Kraft es ingeniero,
exgeneral de los marines y gerencia el centro con total autonomía. Está al
frente de un equipo de físicos experimentales, ingenieros y matemáticos,
seleccionados entre los más brillantes de las universidades de EEUU. Uno
de los fiscos es Thomas Miller, en su turno de supervisión, observa cierta
inquietud y ansiedad en el comportamiento de los tripulantes. El
Dr. Walker, corrobora la sospecha. Reclaman la presencia
del del Director en la Sala de Control. Christopher conoce bien a los
integrantes de la Estación Espacial y ha colaborado en su preparación. Sus
rostros reflejan pánico por la situación imprevista. No pueden
interpretar los manuales de los MIRV. El comandante de la nave, además de este
motivo, sospecha de una filtración que favorece a alguno de los tripulantes.
Traslada la sospecha al general, que inmediatamente toma una decisión, activar
el Protocolo de Emergencias y da la orden: “¡Es necesario identificar al
tripulante que conoce las claves, disuadirle de la utilización y organizar una
espera controlada hasta que llegue el transbordador!” ¿Cómo descubrirlo? Todos
pueden acceder al manual de especificaciones técnicas publicadas en chino,
idioma del país de fabricación de los MIRV. Los técnicos de seguimiento en
el centro espacial, además de los manuales, disponen de los
expedientes de todos los miembros. Se constituye un Comité de Emergencia.
Uno de los ingenieros del Centro señala a Chiao como
responsable. El jefe de operaciones rectifica: “Chiao conoce el idioma. Es la
primera vez que forma parte del programa; está seleccionado por sus facultades
físicas y capacidad de resistencia, pero carece de conocimientos
tecnológicos para interpretar los manuales.”
Un físico grita: “¡Mary. Es Mary!”Interviene de nuevo
el Jefe de Operaciones: “Tampoco es ella. Es filóloga en varias extranjeras,
forma parte de la tripulación para analizar cómo influye en la mujer estos
viajes de los largos periodos de ingravidez. No tiene asignado un cometido específico
y siempre acompaña a Jeff.”
Y añade: “Anatoli y Jeff están descartados. La
competencia entre sus países en la carrera espacial les obliga a no
separarse; comparten el mismo espacio de la estación en todo momento, incluso
en los descansos. Nos queda Bert.”
Respira se toma unos segundos y
continúa: “También queda excluido. Como especialista en fuselajes trabaja
fuera de la estación. En los paneles fotovoltaicos. Se alimenta con líquidos de
alto contenido energético que le permiten permanecer en el espacio durante
varios días. Sabemos que no estaba con el resto.”
Los ingenieros están confundidos. Uno de los periodistas presentes en el
Centro Espacial Kennedy -Steven Siceloff del Washington Post- interviene
desde la sala de control. “Señores, al escuchar todas las conversaciones
sé quién conoce los códigos”. La clave está en "no despreciar a la mujer”.
Javier
Aragüés (noviembre 2018)