domingo, 1 de septiembre de 2019

LA DELEGADA LÍNEA






Él, desde las primeras horas, buscaba la delgada línea en la lejanía por donde ella despareció en silencio. Cada mañana, insistente, ponía su vista en el confín de lo razonable; solo los reflejos de un sol enérgico le hacían desistir. 

No podía olvidarla, desde aquel el día que marchó, solo le acompañaba el silencio. La búsqueda infructuosa de aquella mujer le conducía hasta la desesperación; su mente, sin descanso, no paraba de imaginarla a su lado pero solo encontraba un hueco en donde el vacío y la soledad se ocupaban de recordarle la realidad.

Recordaba como era ella. Sus rizos dominados por el viento; sus manos delgadas, inquietas y ávidas para abrazarse a su espalda hasta que sus ojos, rendidos mientras recorría su torso, se iban cerrando y anunciaban la entrega sin resitencia.  Mientras él la miraba, los labios entreabiertos susurraban unas palabras de afecto en búsqueda del amor.

Sí, porque él, desde aquel momento que le había sugerido que todo era posible, ella, sin dudarlo lo siguió. Ninguno quería reconocer el contrapeso de sus vidas y a pesar de todo, continuaron caminando por el endeble hilo que les separaba de la realidad. Pero aquel día, maldito por conocido, ella se perdió en el horizonte y él la seguía buscando desde aquel momento.


Javier Aragüés (septiembre de 2019)

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