Unas hojas
húmedas en el parque te indican que paseas como cada atardecer hundiendo tus
pisadas hasta que te asalta la duda de si el suelo está dispuesto a soportar
tanto dolor. Son solo ruidos y tu amor prevalece. Tú, que muchas veces te
sientes solo y no sabes que ella te mira. Caminas a tientas entre la espesa
niebla. Crees que no está, tú la esperas. Siempre viene a la cita puntual.
Dudas. Buscas entre la hojarasca, se oculta de tu mirada y tú, con tu disfraz de
inadvertido, paseas por el espeso bosque de los reproches. Tú no desfalleces y
la esperanza de volverla a ver tampoco. Crees que será un día más. Doblas el
camino que se agota en el barranco. Te asomas con miedo, tomas aire hasta donde
te permiten los pulmones. Mareado, parece que estás frente a ella. Te sientes con
fuerzas, la llamas. Nada. Haces gestos de amor. Es inútil. Agitas los brazos.
Intentas tocarla. Por fin ves su cara. Parece que no ha pasado el tiempo. Te
acercas. Aproximas los labios y sientes el frío del desamor. Preguntas: "¿Eres
tú?" La voz te responde: " No, soy la ausencia”
Javier Aragüés (diciembre de 2019
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