martes, 21 de mayo de 2013

SIEMPRE HABRÁ ADOLESCENTES ENAMORADOS Libro 1

Solo esperaban un delicado gesto para iniciar su vida. Lo habían intentado por separado y no les dejaban. No querían grandes adhesiones, solo una mirada, que ni siquiera asintiera. Bastaban un silencio prolongado, un olvido cariñoso.

Las manifestaciones más hostiles eran secundadas por los más cercanos. 

En cambio, ellos continuaban pertinaces en su deseo de respirar juntos. 




Egon Schiele, Estudio de una pareja, 1912



Aunque no llenasen completamente sus pulmones y su sangre desoxigenara sus organismos, respiraban a bocanadas, administrando sus gemidos, los tiempos y sus besos. 

No se arriesgaban gastando el aire para evitar volver atrás. Renunciaban al triste recuerdo de lo vivido y al vacío de los tiempos. No soportaban las miserias de su historia de amor. Por todo lo anterior no era razonable retornar a lo conocido y repudiado.

Los clamorosos y malsonantes argumentos de los seres próximos aturdían sus mentes. No convencían ni conquistaban.

Huyeron hasta un lugar desconocido. Esperaban haberse alejado lo suficiente de la insufrible realidad. Tenían miedo a preguntar, a mirar, para no tener que responder. No querían devolver algo que no tenían o no querían poseer.

Pasado un tiempo decidieron regresar. Constataron el inmovilismo de los allegados. Les repetían las mismas promesas y prohibían su forma de querer. 

Las personas estaban sometidas a los mismos 

saqueos e idénticas mentiras y el desamor se había extendido como un epidemia. No sabían como protegerse para no contraer la insensibilidad.

Desesperados, seguían huyendo sin saber dónde esconderse. 


Hasta el día en el que los titulares de los periódicos publicaban la noticia, con lenguaje inexpresivo, más allá del propio contenido: 


"DE NUEVO, UNA PAREJA DE JÓVENES ENAMORADOS SE HA SUICIDADO"


Javier Aragüés (mayo de 2013)


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