Dos coincidencias en pocos días:
http://pescanttresors.wordpress.com/ y la
consigna literaria sobre los miedos que me sugiere el deseo de acercarme al
cuadro del noruego Joseph Munch.
El acercamiento al lienzo se produjo cuando se cumplían 150 años de su
realización. Tras la propuesta sobre el significado de los miedos se urdió
la respuesta. El deseo de encontrar cierta conexión entre el
cuadro, el estado de ánimo del autor y el personaje representado,
alentaron la búsqueda. Entonces acontecieron varios descubrimientos.
El cuadro fue expuesto por primera vez con el título Amor,
formando parte de un todo de seis lienzos y un título de impacto junto
a la imagen. Este icono del expresionismo estuvo siempre vinculado a
la representación de estados emocionales. Los complejos de culpa y
ansiedad se sienten cómodamente sintetizados en esta imagen.
Al mismo tiempo ha servido de coartada para bajar de los altares al símbolo
y ponerlo entre nuestras vidas mediante los objetos de consumo más
próximo. El sentido de la inspiración del artista noruego
no estaba lejos de su difícil infancia. Junto a un padre
autoritario, la enfermedad mental de su hermana predilecta. Ella
sufría un trastorno afectivo bipolar (TAB) con la designación atávica y
estigmatizada de psicosis maníaco depresiva (PMD), caracterizada por estados de
depresión y euforia, con frecuencia, intensidad y duración indeterminadas. Iban
desde los estados cíclicos definidos, manías y depresiones, a estados de
ciclación rápida, variación de un estado a otro en breves periodos de tiempo
lejos de la ansiada eutimia, entendida como la ausencia de síntomas de
desequilibrio. Ante estos estados, Munch
sufría recaídas, con la desesperación del que
soporta un paciente psiquiátrico.
Como el cuadro o en la vida, el ser próximo que le acompaña padece
afectivamente. La impotencia define la situación. Ambos se refugian, testifican
su sufrimiento en la tela, con la complicidad de la distorsionada imagen.
Desistí de asociar El Grito con el miedo para mostrarme a
favor de la ternura, que es lo que para mí escondía el cuadro.
Javier Aragüés (junio de 2013)
Dos coincidencias en pocos días:
http://pescanttresors.wordpress.com/ y la
consigna literaria sobre los miedos que me sugiere el deseo de acercarme al
cuadro del noruego Joseph Munch.
El acercamiento al lienzo se produjo cuando se cumplían 150 años de su
realización. Tras la propuesta sobre el significado de los miedos se urdió
la respuesta. El deseo de encontrar cierta conexión entre el
cuadro, el estado de ánimo del autor y el personaje representado,
alentaron la búsqueda. Entonces acontecieron varios descubrimientos.
El cuadro fue expuesto por primera vez con el título Amor,
formando parte de un todo de seis lienzos y un título de impacto junto
a la imagen. Este icono del expresionismo estuvo siempre vinculado a
la representación de estados emocionales. Los complejos de culpa y
ansiedad se sienten cómodamente sintetizados en esta imagen.
Al mismo tiempo ha servido de coartada para bajar de los altares al símbolo
y ponerlo entre nuestras vidas mediante los objetos de consumo más
próximo. El sentido de la inspiración del artista noruego
no estaba lejos de su difícil infancia. Junto a un padre
autoritario, la enfermedad mental de su hermana predilecta. Ella
sufría un trastorno afectivo bipolar (TAB) con la designación atávica y
estigmatizada de psicosis maníaco depresiva (PMD), caracterizada por estados de
depresión y euforia, con frecuencia, intensidad y duración indeterminadas. Iban
desde los estados cíclicos definidos, manías y depresiones, a estados de
ciclación rápida, variación de un estado a otro en breves periodos de tiempo
lejos de la ansiada eutimia, entendida como la ausencia de síntomas de
desequilibrio. Ante estos estados, Munch
sufría recaídas, con la desesperación del que
soporta un paciente psiquiátrico.
Como el cuadro o en la vida, el ser próximo que le acompaña padece
afectivamente. La impotencia define la situación. Ambos se refugian, testifican
su sufrimiento en la tela, con la complicidad de la distorsionada imagen.
Desistí de asociar El Grito con el miedo para mostrarme a
favor de la ternura, que es lo que para mí escondía el cuadro.
Javier Aragüés (junio de 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario