viernes, 26 de mayo de 2017

MICRORRELATOS (mayo de 2017)


EN EL ASCENSOR



Coincidimos. Yo estaba dentro y no me esperaba. Palabras intrascendentes hasta que el ascensor se detuvo. Bajamos en la misma planta sin olvidarnos nada. Recogimos las pocas palabras a la espera de otra cita a ciegas. Al día siguiente volvió a pasar. Me esperó en el pasillo callada y reprochó mi quietud:

-Tampoco hablas -me dijo ella.

-Somos seres amorfos que se complementan en silencio -contesté con voz tenue.

-Si supieras lo que pienso quizás no me dejarías bajar en la planta fatídica, la del adiós.

-Se lo que piensas y para que sea posible es mejor no nombrarlo. Te miro, me respondes con tus ojos y eso basta - respondí convencido

Javier Aragüés (mayo 2017)





  
REENCUENTRO (me gusta el chico de la segunda fila)



Después de años, me invitó a subir a aquel cuarto destartalado del rastro madrileño. Yo la miraba, ella no advertía mis ojos. Sobre las sábanas, de la cama eternamente  deshecha, tuve la duda de si me adivinaba o sentía como yo. Un abrazo y sus pechos clarificaron el titubeo, despareciendo el temor. Los dos enroscados por el fuego no nos atrevimos a hablar para evitar que lo alcanzado se apagase.

Javier Aragüés (mayo 2017)



LA MUERTE DEL ABUELO




Jean Bapiste Greuze

Todos esperábamos su marcha menos él. Se fue sin despedirse hasta el día de pasar cuentas. Sentados a su alrededor nos mirábamos pidiendo explicaciones del porqué de su partida. Nadie se atrevía a dirigirle la palabra hasta que David, el más pequeño, preguntó: “¿Qué haces tumbado? Nosotros nos vamos, ¿Y tú? “


Javier Aragüés (mayo 2017)


  
DEJAR DE FUMAR



Ivan Malutin


Manejaba con soltura la forma de torturarse sin llegar a la extinción. Un día haciendo caso de recomendaciones ajenas, tomó la decisión de cambiar de tortura y se prestó a ser el que administraba la intensidad del dolor. Lo disfrazaba de promesas que incumplía. Mañana fumaré solo diez cigarros y así hasta dejarlo. Murió por falta de voluntad.

Javier Aragüés (mayo 2017)






EL DÍA DEL  INCENDIO

Guillermo Ceballos

Nadie esperaba que Natalia fuera capaz. Se levantó, amontonó una pila de libros y comenzó a leer. No paraba, también por la noche: solo se iluminaba con una vela robusta por lo que confiaba en su duración. Después de semanas con los ojos exhaustos seguía leyendo mientras la vela se consumía. Aquella noche el cansancio y el sueño la vencieron. Al caer sobre el tomo se cerró el libro y prendió la llama interna que hoy sigue sin extinguir.

Javier Aragüés (Mayo 2017)


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