lunes, 3 de septiembre de 2018

CELERIDAD FATÍDICA (microrrelato de Terror)

Sumergido en la oscuridad, gritaba: “¡Ciego, estoy ciego!”. Solo y rodeado por el silencio.

Tenía los ojos entreabiertos y los párpados soldados a la esclerótica por una película de polvo y lágrimas. Intentó incorporarse. Algo lo impedía.  

Piernas y brazos estirados, rígidos e inmóviles; no respondían. El cerebro martilleaba: “Salvatore, estás muy enfermo".  

La situación kafkiana coexistía con una angustia incontrolable. El sudor inundaba su cuerpo. Un caudal frío se deslizaba por la columna para perderse en el túmulo de los recuerdos.

¡Un nuevo esfuerzo! Salvatore inspiró profundamente. Fue inútil. El polvo inundó sus pulmones. Regurgitó. 

El sabor agrio ocupó su boca reseca, rasgándole la garganta las partículas suspendidas.

Al intentar expectorar sintió larvas paseándose por su interior, mordisqueando el epitelio de su cuerpo. 

Identificó la muerte, mientras recordaba las últimas palabras de su mujer: “Salvatore, amor mío”. Sin tiempo, le enterraban a las pocas horas.


Silencio.

Javier Aragüés (septiembre 2018)







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