En un entorno a fragancia de indigentes, nuestros héroes, Glissant, su hermano Luis y otros colegas de la calle malviven. Otros, a unas cuantas manzanas con olor a riqueza preparan las tesis en un centro universitario, investigan la correlación entre marginados y titulados.
Las características de los privilegiados son.
Pertenecen a familias acomodadas. Tienen padres con
estudios superiores, madres independientes ejecutivas de
grandes empresas, son religiosos. Viven en barrios singulares
y estudian en centros privados con medios ilimitados. Están
preparados para integrase en la sociedad como directores generales, gerentes,
directores financieros, altos cargos de la administración o políticos.
Están preparados para integrase en la sociedad como
directores generales, gerentes, directores financieros, altos cargos de la
administración o políticos.
Todos los puestos exigen
experiencia, formación y mejores recomendaciones. No existe
código ético, la corrupción es una asignatura común que se prepara en el
ejercicio de la función (ejercicios teóricos y prácticos). En la
actualidad políticos y empresarios son los aventajados en
esta disciplina.
Los marginados
como Glissant y sus colegas aspiran a vivir como
privilegiados con la formación adecuada. Existen diferencias, viven en barrios marginales, no conocen al cura de la parroquia, los
padres son
analfabetos, alcohólicos y drogadictos.
El centro de estudios se traslada a la calle. A la calle, pueden acudir todos los días a enfrentarse con otras pandillas e intercambiar objetos que roban a turistas que visitan los barrios pintorescos de la ciudad.
Algunos turistas despistados preguntan ¿Hay bandas urbanas? ¿Dónde se refugian? ¿De qué viven? ¿Son peligrosas? Glissant exclama.
- ¡He encontrado un nicho de mercado! Hay que transformar el barrio escenario de luchas y hurtos en un decorado que respete los grafitis, con música, luces, bares que sirvan bebidas típicas, en fin, convertirlo en un barrio pacífico, seguro para turistas.
El centro de estudios se traslada a la calle. A la calle, pueden acudir todos los días a enfrentarse con otras pandillas e intercambiar objetos que roban a turistas que visitan los barrios pintorescos de la ciudad.
Algunos turistas despistados preguntan ¿Hay bandas urbanas? ¿Dónde se refugian? ¿De qué viven? ¿Son peligrosas? Glissant exclama.
- ¡He encontrado un nicho de mercado! Hay que transformar el barrio escenario de luchas y hurtos en un decorado que respete los grafitis, con música, luces, bares que sirvan bebidas típicas, en fin, convertirlo en un barrio pacífico, seguro para turistas.
Por un módico precio, Glissant con sus colegas organiza la visita al Casco Antiguo, declarado Patrimonio de la
Humanidad por la UNESCO.
-¡Se admiten propinas!
-¡Se admiten propinas!
Javier Aragüés (Noviembre
2014)
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