No te veo. Bien sé
que estás aquí, detrás
de una frágil pared
de ladrillos y cal, bien al alcance
de mi voz, si llamara.
Pero no llamaré.
Te llamaré mañana,
cuando, al no verte ya
me imagine que sigues
aquí cerca, a mi lado,
y que basta hoy la voz
que ayer no quise dar.
Mañana... cuando estés
allá detrás de una
frágil pared de vientos,
de cielos y de años.
Presagios. Pedro Salinas
- En la calle, una
aguacero imprevisto. En las escaleras, una sombra y en el piso un grupo que me
ningunea hasta que empiezo a desnudarme.
Eduardo retiene la referencia a una sombra.
Eduardo retiene la referencia a una sombra.
- ¿Cómo era esa sombra?
- No pude mirar. Huí para que no me
alcanzara.
- ¿Hombre o mujer?
- Eduardo, no sabría qué decir. Oía
jadear, cada vez más cerca. Con mucha dificultad, conseguí llegar al piso,
llamar a la puerta y gritar. El resto ya los sabes.
-Vístete,vamos a la habitación, junto al salón y charlamos tranquilamente.
En la habitación, está el grupo. El
ambiente es frío. Nuria sigue siendo protagonista y el grupo una sola
voz.
- Piensa. ¿Qué te ha pasado?
-Se lo he intentado explicar a Eduardo. Él
no lo entiende. Yo estoy confundida.
Es el último comentario
que se oye. La habitación queda sumergida en la oscuridad. Eduardo, para tranquilizarnos,
explica que es un simple apagón y la luz volverá en unos minutos. “Ha
pasado otras veces”.
Más de veinticinco minutos, continúa la oscuridad y el silencio.
Eduardo lo rompe: " Encendemos unas
velas, hasta que se restablezca la luz". Se reparten las velas. Dos
para cada cuatro. Sobra una. La comparten Nuria y Eduardo. Una llama, dos
caras desdibujadas junto al rostro de la oscuridad. Un escalofrío recorre la
seguridad de Nuria. Instintivamente, da un paso atrás. Siente el terror a la no
luz. Se encuentra dentro de la masa homogénea e incierta, con tenues llamas y
personas indefinidas. El miedo se esparce por la habitación. Nuria revive el
momento en la escalera. Ahora no puede escapar. Se arma
de valor y palpa la noche. No hay nadie, solo trazos de Eduardo y sus siluetas.
Le llama. Las sombras se abrazan en silencio. Vuelve la luz. Se reconocen y se
besan.
Javier Aragüés (mayo 2016)
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