domingo, 3 de diciembre de 2017

CUATRO ESTILOS

ESTILOS (según Ángel Zapata, La práctica del relato).


  • 1.- Estilo Formal. PARQUEDAD



  • Durante varios días me despertaba la misma idea: buscarla en cualquier callejón perdido, pero cerca de mi casa. El día en que apareció, sentí temblar la imaginación y permanecí pétreo. Allí estaba, en medio del camino estrecho y angosto que arrancaba desde mi portal. ¿Eso era amor? Me atreví a detenerme. Dirigiéndome a ella, recité mi tristeza y me correspondió. A partir de ese momento todos los días quedábamos en el mismo lugar y con las mismas pretensiones, al menos, por mi parte. Mi vida era otra.  Pero desde la tercera cita, se comportaba diferente, ya no quería seguir conmigo, ni con otro hombre. Algo se me escapaba de sus parcas explicaciones.



2.- Estilo enfático. EL ESCRITOR


Todo lo me que me rodea, según dice mi amigo, es un caos. En mi habitación hay tal hedor, que solo es comparable con el que desprende la muerte, después de días de instalarse en cualquier cuerpo. Solo me preocupa escribir. 

   


3.- Estilo retórico. CENTAUROS


Me gustaba cabalgar junto a mi amigo, los dos teníamos monturas que no pasaban desapercibidas. La mía, una yegua blanca, torda, para ser preciso. 
Esa tarde, mi amigo descabalgó y puso el pie sobre un  poyete a la orilla del lago. Le dio un arrebato y me abrazó; mientras, su caballo de color tabaco coqueteaba, enlazándose por el cuello a la torda.  
Decidimos charlar y nos tumbamos sobre la esperanza, bajo un techo azul y a orillas de la amistad. Nos incorporamos y de nuevo trotamos como centauros, yo con mi potra y mi amigo, unido a su caballo rijoso. A la par, hablábamos de la vida.

Adaptado de un fragmento de Borges, (“El tamaño de mi esperanza”):


4.-Estilo asertivo. EL ÚLTIMO


Estoy sola. En ese instante, tengo la voluntad de dejarlo. Con todo lo que significa para mí, estoy dispuesta a dar el paso fatídico. Es el momento. Salto al vacío. Son milésimas de segundo; para mí una eternidad. Alguien pasa, al ver un amasijo de carne sanguinolenta sobre la calzada, se vuelve magnánimo y me lo ofrece. Me lo pone en lo que le parecen mis labios. Es la señal, estoy desahuciada como el héroe de cualquier película. El figurante se agacha y me dice: " Esta vez va a en serio, es tu último cigarrillo”. Ahora estoy perdida. 



Javier Aragüés (diciembre de 2017)

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