domingo, 31 de mayo de 2015

ATANASIO CAMPOS

¡¡ Riiiing, riiiing…!!! Un enjambre de batas grises desbocadas rellenas con carne -algunas con no tanta- asaltaba el corredor. El  pasillo cercado por las puertas de las clases, a un lado y, ventanas acristaladas, translucidas por la suciedad, al otro; no dejaban pasar la luz ni la  imaginación. ¡La guerra había acabado!
"La Casa del Pueblo" había pasado a ser escuela pública. Las paredes se levantaban desde un patio interior, con cucarachas desenvueltas y perfume de humedad. Era un siniestro lugar de recreo para los alumnos y de descanso para los maestros. Los días de frio y lluvia desalojaban a todos del patio, se refugiaban en las clases y lo cotidiano desaparecía.







Atanasio procedía de un pueblo de la sierra, equidistante de Segovia y Madrid. Los habitantes dependían de una tierra baldía, que cultivaban una y otra vez con escasos resultados. La pobreza y el analfabetismo eran la heráldica del pueblo.
¡Hijo, “no vales para el campo"! decía la familia preocupada por su futuro. 
La vocación religiosa no era lo intensa que exigía el cura del pueblo. Su afinidad con la benemérita, era nula. Tampoco militar. Tenía que buscar una ocupación para salir del pueblo y ganarse la vida.

¿Y Funcionario del Estado? Los parientes de Madrid podrían alojarle y soportar su presencia en tanto que preparaba la oposición.
Los padres ayudaban por lo poco que gastaban en el pueblo y con lo que obtenían de las insuficientes cosechas. A los parientes los compensaban con los productos de “la matanza”.

Con todo, llegaba al magisterio orgulloso. Un Maestro Nacional con un título que le concedía la República después de considerables sacrificios, una oposición cristalina y debilidades como todos. “Tanis”, para la familia y compañeros, languidecía en silencio, en un rincón del patio, separado de los otros maestros que "echaban un cigarro” durante el recreo. Recordaba el pueblo, la ayuda de su familia y lo conseguido. No impedía que algunas noches, con los amigos, frecuentara el barrio de Echegaray en Madrid, conocido por las gangas en amor a cambio de alimentos, si "no se tenía suelto”. Salían a pasear los deseos más primarios que ocultaba Tanis.
  
Como Director de un Centro de enseñanza, con escasos recursos y menos pretensiones, se sentía superior a sus compañeros e incapaz de conseguir el respeto de los alumnos. La antigüedad como docente, su buena planta y la idolatría por la literatura, a la que dedicaba gran parte de su tiempo, eran cualidades con las que competía y no tenía contrincante. Marisa, alimentaba su motivación; compañera, diputada por el PSOE y madre de dos hijos; inducía  a Atanasio a ser un compañero diferente en aquel tiempo.

El fin de la guerra cambió los contenidos y los decorados. Dos protagonistas de una película de terror, en blanco y negro, presidían la clase. Encriptados en marcos amarillentos y en medio, un Cristo semidesnudo sin venir a cuento.

Los chicos (los alumnos) no le respetaban. Utilizaba una larga vara de fresno con la que les golpeaba en la palma de la mano para enderezar su conducta y purgar su frustración como maestro. Los otros maestros utilizaban la misma pedagogía aunque la motivación era diferente y se quedaba en el correctivo.
La antigüedad era la que determinaba el puesto y no los conocimientos. Como Director reunía los atributos y se sentía cómodo. En el colegio, todos acostumbraban a repetir la lección mal aprendida y el obligado bis religioso al salir y entrar de clase. En el ritual de cada viernes se representaba alguna escena hiperrealista del Antiguo Testamento. Se dibujaba  sobre un encerado negro acharolado, con trazos de yeso blanco y, tizas de colores. Un paño mugriento y empolvado, en un  extremo, era el corrector  de los errores. Atanasio repasaba clase por clase dando su aprobación

Al fin lograba ser funcionario en un grupo escolar (antes, miliciano de la cultura para el Frente Popular). Las tropelías de "los vencedores" cambiaron la profesión de Tanis. En el primer año de “la victoria”  pasó  de la enseñanza a la hostelería. Fue represaliado por pertenecer a la C.N.T. El carnet de afiliado como sindicalista era el pasaporte para terminar sus días como camarero en una conocida cafetería de la Puerta del Sol. ¡Todo el esfuerzo perdido! Y como muchas personas, inmersas en un "sinhorizonte".

Pasaban los años y Atanasio no soportaba su desempeño en casa, ni la nueva profesión. De nuevo, Marisa le apoyaba en los momentos más íntimos, en los largos paseos sórdidos en los días de fiesta y le daba fuerzas para llegar al final. Hablaban de pasiones, de deseos, de las miradas cómplices y de los difíciles momentos de “la subvida”. De todo lo que les había hecho estar juntos.

Atanasio en el lecho, con una dulce sonrisa  y el título de maestro en las manos, se despedía.



                                                                   Javier Aragüés (Junio de 2015)



martes, 26 de mayo de 2015

SOLA


Marcelo, recuerdo las tardes junto al fuego, el color ámbar de nuestros cuerpos desnudos y los labios cortados por la insistencia. Hace días que no siento tu cariño, ni te veo. Recuerdo las promesas al conocernos, tu comprensión y cómo afrontas lo terrible y evidente. 







Mi hermana Beatriz, me recuenta las historias felices de tiempos pasados, antes del accidente. 
Siempre hablamos de ti, de lo féliz que nos haces.
Yo sé lo tuyo con Beatriz, no me importa y lo consiento. 

¡Marcelo vuelve! Prefiero que seamos tres, a estar sola y amarrada a una silla de ruedas. Yo, ya no sé cómo fabricar más recuerdos.



  Javier Aragüés (Mayo 2015)

UNA DECISIÓN EQUIVOCADA 2

Presentado  IX Certamen de Relatos cortos de RENFE

Como cada tarde, frente al mar y en silencio, paseamos sin compromiso. Descubrimos los primeros besos, los que no se saben dar y quedan siempre en los labios. Repetimos, hasta desear los siguientes, hasta llegar al contacto con nuestros cuerpos sin esperar nada, solo los besos.





                                                        DESPEDIDA

El tiempo desaparece. Vuelvo a la ciudad -la de siempre- con mi equipaje y a la espera del siguiente verano. Al despedirme, es imposible olvidar lo más importante, el idilio, el cariño y los besos. 
Arranca el tren, ella se queda. Las experiencias y la decisión equivocada se mueven conmigo.


Javier Aragüés (Mayo de 2015)

viernes, 15 de mayo de 2015

EL EMPECINADO

Al salir de Valladolid, nos persigue una avanzadilla del ejército francés. Los caballos están exhaustos, los belfos resecos y vestidos con sudor blanco; nosotros, con los rostros aterrados. 
En esas tierras, el Duero discurre lento, en silencio, tintado de ocre por las lluvias. Los dos hombres consiguen pasar a la otra orilla.
Los caballos pasan del galope, al paso y en el silencio  del campo, los  guerrilleros hablan, Cada uno cuenta experiencias de la vida y de la guerilla. El Empecinado fabrica recuerdos mientras que Gabriel de Alcaraz vive de ellos y habla primero. 

- Tuve a Cádiz en los penasamientos. El de la gloriosa derrota de Trafalgar. Fui testigo y combatiente en grandes batallas y asedios en “la guerra contra el francés”, pero nada fue tan importante para mí como el recuerdo de mi esposa, la condesa Amaranda, y de la joven Inés. Recordé los días, los que fui con frecuencia a casa dedoña Flora, donde se hospedaron. Inés decidió casarse con un oficial; el teniente Willian Mac Adam, del ejército del  general Wellington, conocído como Lord Mac Adam.Una tarde Amaranda me confesó que Inés fue fruto del amor fugaz con un noble de la corte de Carlos IV, que no me desveló por temor al escándalo. Me advirtió que  nunca se separó de ella. Y fuimos tres. Mi amor por Amaranda no puso condiciones. Por las continúas visitas del Lord a casa de doña Flora pensé que el enlace con Inés era un hecho, pero el Lord alternó el compromiso con Inés, con los acosos a Amaranda, que consintió y estuvo enamorada de él. Yo le reté y Mac Adam murió en el duelo. Desde ese instante, las penurias  no cesaron, la justicia me persiguió, me uní a la guerrilla, de la que formé parte con orgullo, con el nombre de Gabriel de Alcaraz.

Gabriel sin dudarlo se dirigió a Juan Martín.


- Desde el primer momento ¿Por qué te llamaron El Empecinado?










Pintura de Goya




- Por mi tozudez; algo hubo. O por las habladurías que corríeron. Los del pueblo dijeron que me sumergí en el Duero para ocultarme. Los pegueros, vecinos de mi pueblo fabricaron la pez que me protegíó del frio y pude respirar por la caña de un junco, hasta que desapareió el peligro; una, o las dos cosas evitaron caer en manos del francés.¿Y tú, Gabriel, por qué uniste a nosotros?

-Para mí,  la guerrilla fue la verdadera guerra, la del levantamiento del pueblo en los campos hasta convertirse en el pueblo en armas.

-Fuiste ingenuo. La movilización del pueblo no cuajó como milicia, se formó a base de numerosas partidas guerrilleras. En mi caso, salí de Aranda de Duero en mayo de 1808, con solo dos hombres. En septiembre de 1811 sobrepasamos los tres mil, dispuestos a matar franceses y, matamos. Me nombraron brigadier y todavía no supe como se formó la guerrilla. Al comienzo fuimos tres, las sucesivas derrotas del ejército regular y los pueblos devastados por los franceses, "la engordaron". Mira Gabriel, en la guerrilla no hubo batallas, solo sorpresas. Además de tu indiscutible patriotismo ¿Tuvistes más motivos que lo justificaron?

 - Cuando dejé Cádiz, como oficial del ejército regular, me ofrecí a la guerrilla. Los desatinos propiciaron la decisión. Amaranta no olvidó al Lord y yo, no supe vivir sin ella. Nunca me perdonó su muerte y salí de su vida. Primero, en el grupo que comandó Vicente Sardina; conocí a Antón Trijueque, antes sacerdote  y hoy con fama de inhumano que heredó de Vicente. Sardina se echó al monte y me obligó a abandonar en Cifuentes, a mi mujer Amaranta y a Inés, que se refugiaron en nuestra casa, rodeada de parientes y protegidas. Meses después me enteré  que un destacamento francés ocupó el pueblo y lo saqueó. En el asedio, asesinaron a Amaranta y a  Inés. Después, pasé a tu guerrilla. Como patriota y por la tragedia familiar.


-¿Pero Diego ¿Te encontraste solo?

-No lo resistí. En una de las incursiones recientes, nos deteuvimos en una aldea arrasada por los franceses. Allí, conocí a María Bellido, heroína y aguadora en la Batalla de Bailén. Como muchos patriotas, huyó del francés. Cuando entramos en la aldea me ofreció agua y su sonrisa. Me recordó a Amaranda por los gestos, por la forma de andar y reír. Continué viendo a María por las noches. 
María fue una mujer forjada así misma, referente de las mujeres de la época que se liberaron  de la interesada protección del varón; luchadora hasta llegar al heroísmo, independiente como para vivir sin compañero y solo hipotecada por sus convicciones liberales. 
Creyó en la nueva  España, la de la Constitución  de 1812 (La Pepa), la que sustituyó a la primitiva; la de misal, martirio y silencio por la de la libertad y el progreso. El enamoramiento creció, hasta que, en la era, entre gavillasde cebada, la pasión venció a las formas y entre sus faldas encontré el placer y nos amamos hasta el alba. Desde ese día, solo pensé en ella, no la olvidé ni siquiera en los enfrentamientos contra los franceses. Los ideales políticos nos aproximaron y nos distanció mi prepotencia. No la olvidé.

-Yo estuve,  rodeado por más de tres mil hombres y me sentí solo. 

En uno den los asentamientos de la guerrilla se encontraron con María y coincidieron con El Empecinado. Gabriel los presentó. 

- María,  El Empecinado, mi general. Para todos nosotros, "el general"

María, enmudeció ante el mito e hizo un gesto para postrarse, que Juan Martín evitó. Sus ojos, sin obstáculos, intercambiaron miradas cómplices. Los de Juan Martín, siempre al acecho, descansaron y solo buscaron la complicidad en la mirada. Bastó ese instante y Gabriel tuvo temor a perderla. La alejó con una falsa disculpa y se despidió.

-¡Hasta mañana María!

María, no se giró, ni respondió.

Gabriel siente que pierde una batalla; espera, por sorpresa, ganar la guerra.





Javier Aragüés (Mayo 2015)


lunes, 11 de mayo de 2015

EL PASEO Libro 6 (microrrelato)





Fotografía de Tina Modotti & Edward Weston




En silencio, paseamos junto al mar, solo roto por el susurro de tus sentimientos y el batir del oleaje. Toque tus dedos. Nos miramos. Sonreíste. Entornaste los ojos y seguimos caminando. 


De pié en el malecón, con los labios indecisos, descubrimos los primeros  besos. Los que apenas se saben dar y quedan para siempre. Nos tumbamos y así hasta desear los siguientes. Sentíamos nuestros cuerpos temblorosos y ardientes que solo la brisa apaciguó.

Pero otro día al volver a la playa, las mismas olas se encontraron con nuestros cuerpos cálidos. 

Desnudos, sin complejos, se esperaban. Los labios se buscaban semicerrados. La arena se posó en tu pecho. Dudé retirarla. Me acercaste la mano hasta  guiarme por la antesala del deseo.



Javier Aragüés (mayo de 2015)



viernes, 8 de mayo de 2015

EL PULITZER


Unos amigos ,"el grupito", nos reuníamos para tomar unas cervezas. 

Mi nombre es Yolanda Alcázar, la más joven. Estaba eufórica, 
había  aprobado la última asignatura  de  periodismo  con un 
expediente brillante. Si el director del  diario cumplía su promesa pasaba a formar parte del equipo de periodistas del diario argentino, La Esfera- 

Me asignaron  un lugar en la redacción. Todos me veían como una profesional consolidada a pesar de mi sexo y edad. Para mí, no era suficiente, Buscaba  un mayor  reconocimiento.  ¿Sería capaz de redactar un artículo o  realizar un reportaje para soñar con el Pulitzer? 

Todo el equipo de redacción nos habíamos graduado en el 
Departamento de Comunicación por la Universidad de Columbia de New York. Optamos por la doble nacionalidad  y  la redacción era, singularmente americana. Nos  animaba que Óscar Hijuelos, en 1990, fuera el primer hispano que lo conseguía y Junot Díaz, de Dominicana  -español de lengua materna- también había sido premiado.

Con todos los matices, éramos conscientes de la  dificultad para acceder  al premio por nuestra condición hispano de  parlante. La doble nacionalidad  nos permitía escribir también en la lengua anglófona y concursar pero, no publicábamos en ninguna revista literaria de prestigio.
Mientras tanto, yo  escribía crónicas no más allá de lo meramente informativo, que alternaba con los artículos obligados, la mayoríaexecrables. 

Estábamos en el bar, donde quedábamos con frecuencia. Había acudido Diego Silva, jefe de contabilidad del diario, conocido como “el bufón,” incluso por su compañera sentimental.  Nos acompañaba otra pareja de conocidos, mejor,  de 
desconocidos, que  no eran del “grupito”.  Diego, vehemente como en tantas ocasiones, levantó la voz.

 -¡Podíamos seguir la fiesta! Hoy es un día especial para Yolanda y para nosotros  -¡Celebramos la cena anual del “grupito”! Conozco un  restaurante a unos pocos km. de aquí, por la autopista, “nos plantamos” en un momento  
Cogimos los coches.  

Diego conducía  el suyo, tenía bastantes años de carnet y era algo más que un simple “bebedor social”.  Álvaro Lesmes, acababa de sacar el permiso, llevaba una“L” a  su espalda y un coche recién estrenado. 

Por ser la homenajeada, me dejaron  escoger. La inexperiencia  de Álvaro era preferible al exceso de alcohol de Diego. Sopesé las opciones, tan rápido  como exigía  el momento. Entré en el coche de Álvaro.

Álvaro y yo, éramos muy buenos amigos desde la Universidad.  Habíamos coincidido en el diario y teníamos enfoques similares del periodismo actual. Compartíamosproyectos y aspiraba, como yo, a conseguir el Pulitzer








Era muy prudente y en este caso las circunstancias jugaban a su favor.  Conducía tras el coche de Diego, procurando “no perderlo, para no perderse”, como le habíamos  recomendado.

Una lluvia muy fina acharolaba el asfalto y las luces se sucedían como fogonazos al otro lado de la mediana. Al despiste de Diego le acompañó un frenazo prolongado que gemía como un violín desafinado y como respuesta, la percusión,  la del impacto del vehículo contra la caja del tráiler. Automóvil y camión se habían transformado en un solo vehículo y los inesperados acompañantes en meros despojos.

El vehículo de Álvaro siguió la misma trayectoria que el de Diego. Los efectos del embate descontrolado fueron menores por la distancia y la velocidad. Salí despedida, A Álvaro, le salvó el cinturón. Nos trasladaron en helicóptero  a un hospital de referencia. Él, sin constantes vitales, y yo  ingresé en la UCI, después de una intervención" a vida o muerte".

Mi estancia en la UCI -interminable- sirvió para relativizar los problemas y cambiar el sentido de mi vida. Además del reposo encontraba el placer en lo trivial, en las pequeñas cosas. Había cambiado mi objetivo, pero no lo suficiente como para  dejar de pensar en el Pulitzer. A partir  de ahora escribiría sin presiones. Lo único que me inquietaba, era la alteración de la capacidad para imaginar, para sentir afectos y, sobre todo, la pérdida de sensibilidad. 
Como  consecuencia del impacto contra el suelo, perdí la vista, que jamás recuperé y gané, un rostro desfigurado

Álvaro vino a visitarme, le sentía junto a mí. Yo ya no estaba en la UCI, me habían trasladado a una gran sala junto a otros pacientes en el mismo estado, a la espera de la intervención definitiva que dejaba una cicatriz en el pecho en forma de "Y" griega.

Pasó el efecto de la anestesia, la oscuridad era total. Álvaro estaba junto a mí. En dos coches llegamos a mi nueva residencia -la definitiva- totalmente adaptada a la ceguera. En aquella mansión, el silencio acompañaba a la soledad; era el lugar idóneo para escribir.

En el jardín, un vigilante leía en” La Esfera” uno  de los artículos que se publicaba en colaboración con las autoridades de tránsito. Relataba los hechos, con un mensaje, sin entrar en los detalles del accidente. El titular.

ALCOHOL Y VELOCIDAD, UN COCTAIL MORTAL.

 "El alcohol y el exceso de velocidad son una de las causas principales en los accidentes mortales  y las víctimas, los efectos, inexcusables".

Y el subtítulo

 ¿Cómo evitar los accidentes? y ¿Quiénes son las víctimas? , que desarrollaba el artículo. 
Parecía escrito por mí.

En las páginas posteriores, la Sección de SUCESOS,  también recogía el siniestro. La redacción y el titular eran diferentes.

DE NUEVO LA SANGRE TIÑE EL ASFALTO

La  cantidad de sangre y el color del asfalto eran el núcleo de la noticia. 

"Ayer, pasada la media noche, en la autopista del Norte se produjo una colisión múltiple con seis víctimas. Cuatro de ellas mortales, en el mismo lugar del accidente.Los nombres eran; Diego Silva, su pareja y dos pasajeros que viajaban con ellos. Del otro vehículo se rescataron otras dos personas, con heridas muy graves; Álvaro Lesmes y una mujer, hasta el momento sin identificar.En el fatal accidente, Álvaro Lesmes, con parada  cardiorespiratoria y múltiples órganos afectados, ingresó en el hospital. Yolanda Alcázar pudo ser identificada pese al impacto con la calzada. 

Terminaba el artículo con un lacónico:

“Diego, su acompañante y las otras dos víctimas fueron retirados del lugar, judicialmente”. 
Las otras dos, siguen en manos de los equipos médicos.

Cualquier versión relataba los hechos. Yo prefería la que comenzaba con la historia del "grupito”. Para mí, la mejor para optar al Pulitzer.

El "grupito" desapareció. Solo quedaba la amistad entre los dos. Estábamos juntos en el cementerio y con el mismo epitafio.


 “CANDIDATOS  AL PULITZER”  
A la espera de la decisión de un jurado.


Javier Aragüés (Mayo 2015)


miércoles, 6 de mayo de 2015

REENTRADA Libro 6

La Estación Espacial Internacional (ISS) se lanza en febrero de 1998, desde el Centro Espacial Kennedy. Actualmente sigue en órbita después de 3883 días. En el interior domina el blanco aséptico, y fuera el tenue metalizado de la carcasa.

Una tripulación compuesta por cinco personas (una mujer, la americana Mary Williams, muy unida profesionalmente a su hermano Jeff Williams, también en la estación; un ruso,  Anatoli Pérminov, el alemán Bert Dinter y un tripulante chino, Leroy Chiao) garantiza la presencia humana y permanente en el espacio.

Después de meses de convivencia, la relación es amigable y pasan a ser: Mary, Jeff, Anatoli, Bert y Chiao. A la vez, aparecen desequilibrios emocionales. Están obsesionados con el momento de reentrada a la atmósfera. Las conversaciones se desarrollan en torno a las tragedias ocurridas.

Mary, a través de su hermano, conoce con detalle la tragedia del transbordador Columbia a su regreso a la Tierra. El calor abrasivo en la nave es el responsable, desintegra el transbordador y acaba con los seis astronautas, que Jeff  conocía personalmente.

Anatoli interviene.

“Nuestro país es consciente del riesgo que supone la maniobra de aproximación y entrada en la atmósfera. Par evaluarlo se hace un ensayo controlado. Se somete  a la destrucción controlada de la nave Progreso M-10M simulando las condiciones de desintegración”.

Bert y Chiao corroboran los relatos y, citan episodios similares.

Anatoli de nuevo intenta tranquilizar.

“En la actualidad, debido a  los riesgos que supone el regreso a la Tierra, la vida de los astronautas y el éxito de la misión, se avanza en su prevención y se aplican las nuevas tecnologías para minimízarlos.      

                                                                                                      

Los MIRV (vehículos de reentrada múltiple e independientes), de un solo tripulante, se diseñan al efecto. En la fabricación, todos alcanzan los más rigurosos controles de calidad y se catalogan como de “Máxima Seguridad”.



Hace varios días, en una de las múltiples comunicaciones con la Tierra  un ingeniero del centro espacial olvida cerrar el audio en la conexión y un tripulante, solo en la sala de reposo, escucha.


“Algunos de los MIRV son defectuosos. Por error incorporan un material  menos resistente al calor. Sólo uno de los MIRV, el de código AM-X1, es totalmente seguro y soporta las altas temperaturas al entrar en contacto con la atmósfera”.



Uno de los tripulantes, se separa del resto durante unos instantes y consigue descifrar los códigos que permiten identificar el MIRV más seguro, el AM-X1.


Ese mismo día se produce una avería en los depósitos de reserva de oxígeno. Se dispara  la alarma, el tiempo para abandonar la estación espacial se hace crítico. El comandante, Anatoli Pérminov se dirige a la tripulación. 

 “Es imprescindible  regresar a la Tierra cuanto antes, de no ser así tenemos que permanecer en la Estación hasta que una nave nos rescate, mientras las reservas de oxígeno se agotan”.

El Centro Espacial de Control  coordina, supervisa y dirige todas las actividades relacionadas con la misión de la Estación Espacial y el seguimiento, a través de las grandes pantallas de video.


Tiene una estructura cuasi militar. El director Christopher Columbus Kraft es ingeniero, exgeneral de los marines y gerencia el centro con total autonomía. Está al frente de un equipo de físicos, ingenieros y matemáticos, seleccionados entre los más brillantes de las universidades de  EEUU.





Uno de los fiscos, Thomas Miller, en su turno de supervisión, observa cierta inquietud y ansiedad en el comportamiento de los tripulantes. El Dr. Walker, psicólogo y psiquiatra, asignado a la misión, corrobora la sospecha.

Reclaman la presencia del del Director en la Sala de Control. Christopher conoce bien a los integrantes de la ISS y ha colaborado en su preparación. Sus rostros  reflejan pánico por la situación imprevista. No pueden interpretar los manuales de los MIRV. El comandante de la nave, además de este motivo, sospecha de una filtración que favorece a alguno de los tripulantes. Traslada la sospecha al general, que inmediatamente toma una decisión, activar el Protocolo de Emergencias. ¡Es necesario identificar al tripulante que conoce las claves, disuadirle de la utilización y organizar una espera controlada hasta que llegue la nave de rescate!

¿Cómo descubrirlo? Todos pueden acceder al manual de especificaciones técnicas publicadas en chino, idioma del país de fabricación de los MIRV. Los técnicos de seguimiento en  el centro espacial, además de los manuales,  disponen de los expedientes de todos los miembros. Se constituye un Comité de Emergencia.

Uno de los ingenieros del Centro señala a Chiao como responsable. El jefe de operaciones rectifica.

-Chiao conoce el idioma. Es la primera vez que forma parte del programa, es seleccionado por sus facultades físicas y capacidad de resistencia, pero carece de conocimientos tecnológicos para interpretar los manuales. 

- ¿Y Sunita?

- Tampoco. Es filóloga en lenguas extranjeras, forma parte de la tripulación para analizar la influencia en la mujer, de los largos periodos de ingravidez. No tiene asignado un cometido específico y  siempre acompaña a Jeff.

- Anatoli y Jeff están descartados. La competencia entre sus países en la carrera espacial  les obliga a no separarse; comparten el mismo espacio de la estación en todo momento, incluso en los descansos.

-Nos queda Bert. 

-También queda excluido. Como especialista en fuselajes trabaja fuera de la estación, los paneles le sirven de apoyo y se alimenta con líquidos de alto contenido energético que le permiten permanecer en el espacio durante varios días. Sabemos que no estaba con el resto.

Los ingenieros están confundidos.  Uno de los periodistas presentes en el Centro Espacial Kennedy -Steven Siceloff del Washington Post- interviene desde la sala de control.

 “Señores, he escuchado todas las conversaciones y sé quién conoce los códigos”. La clave está en "no despreciar a la mujer”.



Javier Aragüés (Mayo 2015)




lunes, 4 de mayo de 2015

UNA DECISIÓN EQUIVOCADA

Como cada tarde, frente al mar y en silencio, paseamos sin compromiso. Descubrimos los primeros besos, los que no se saben dar y quedan siempre en los labios. Repetimos, hasta desear los siguientes, hasta llegar al contacto con nuestros cuerpos sin esperar nada, solo los besos.




El tiempo desapareció. Volví a la ciudad -la de siempre- con mi equipaje y a la espera del siguiente verano. Al despedirme, fue imposible olvidar lo más importante, el idilio, el cariño y los besos.  
Arrancó el tren, ella se quedó. Las experiencias y la decisión equivocada se movieron conmigo.


Javier Aragüés (Mayo de 2015)