martes, 19 de noviembre de 2019

DOS AMIGOS Y UNA PASIÓN










FEDERICO


Paseaba por las calles de Granada con descaro, seguro de su talento y de sus versos. Él, que tiraba limones redondos al agua hasta convertirla en oro; él, que se enamoraba del moreno verde luna y llenaba el cielo de las noches de peces, también  sabía que había  hombres, como los guardias civiles, con el alma de charol "...porque tienen, por eso no lloran, de plomo las calaveras".

Era amigo de sus amigos y, como él, todos tenían algo que decir en la literatura, en el cine, en la poesía, en la escultura y... en el amor. 

¡Qué recuerdos de la Residencia de Estudiantes y de aquel Madrid republicano!


La proximidad a hombres esbeltos, erguidos, de rostros singulares y a la vez varoniles era una de las debilidades del granadino. 

Dos luceros mayúsculos, siempre despiertos, remataban su rostro y eran suficientes para iluminar la noche. Adornaba su cara con un pelo liso atirantado y azabache, como el del pelaje del toro que mató a su amigo Ignacio Sánchez Mejías.


Siempre esbozaba una sonrisa afable y contenida, presagio del desenlace en el término de Víznar (Granada), lugar escogido por sus asesinos.


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EMILIO ALADREN


Ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, aunque su vocación era la de ser llamativamente guapo. Ojos enormes, ligeramente oblicuos, pómulos destacados y el pelo muy negro, falsamente despreocupado. Se le conocía una novia pasajera, la pintora Maruja Mallo, que había descubierto en él "un aire entre tahitiano y ruso". Hasta que Federico, abducido por el físico y ese exotismo controlado, se lo robó.

La relación con Lorca fue atormentada y tóxica, según algunos de los amigos del poeta. Hasta que una joven inglesa le devolvió al amor tolerado.  
La falta de influencia de Federico influyó en la forma de hacer de Aladren que, como escultor mediocre, alcanzó algún éxito esculpiendo bustos en bronce de alguno de los próceres franquistas y a la vez que cincelaba una severa depresión en el poeta. Murió sin advertir, en la década de los años cuarenta.


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Javier Aragüés (noviembre de 2019)

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