martes, 4 de febrero de 2020

ESCAPE








Apagué la luz, y al dirigirme al dormitorio me pareció escuchar que Samuel se había dejado abierto el grifo del fregadero de la cocina. La gota repicaba insistentemente sobre uno de los platos de aluminio de la cena anterior. Perforaba el silencio. El sonido puntual e instantáneo de una gota abandonada, se había enlazado con el de otras gotas en todas las direcciones, hasta componer un atronador murmullo que dominó el espacio y que hizo que yo dudara de si Samuel había vuelto.


Estaba clavada en el quinto peldaño de la escalera que me llevaba al dormitorio. Indecisa entre bajar a la cocina o irme a dormir. Estaba a punto de hacerlo, pero de nuevo un gran ruido sacudió la planta baja. El estruendo fue considerable. Me ceñí el cinturón de la bata y me planté a la entrada de la estancia. Varios platos y vasos, destrozados, se esparcían sobre las baldosas irreprochablemente cuadradas de la cocina, que ya había enviado su WhatsApp particular con infinitos caracteres en forma de una gran lamina de agua jabonosa y grasa que se deslizaba bajo la puerta para intentar ganar el recibidor. Avanzaba lentamente con la única oposición de mis deseos y la moqueta, que era mucho más eficaz que yo.


Mis ansias de llorar y gritar se fundieron en un: ¡No! Un monosílabo contenido que ilustraba mi impotencia y temor.


Algo más debió pasar en esos instantes en los que yo estaba protegiéndome subida en el ultimo peldaño de la escalera. La mancha de agua perdió la timidez y se convirtió en una andanada de suciedad y detergente utilizado que había ocupado la planta baja de mi casa. Algo estaba ocurriendo. Yo había pasado de estar sorprendida a ser autoinvestigada y, por último, a víctima de un acoso intangible pero severo.


Inmersa en la dantesca situación intentaba trabarme a algo más consistente que mis miedos. 


Recordé a Samuel y, al mismo tiempo, sus últimas palabras: "Esta vez, no me esperes".





Javier Aragüés (febrero 2020)

2 comentarios:

Unknown dijo...

felicitaciones Javier

Unknown dijo...

Muy lindo relato Javier. Clara Ordóñez