sábado, 30 de diciembre de 2017

ENTRETIEMPOS.0

Mi buen amigo facebookero, compañero de bar y testigo de otras vicisitudes me ha incitado para que me defina en cuanto a mi quehacer habitual. 

Me emplaza con una pregunta en mi muro a un rettwuit mío:



Retweeted Ortografía (@OrtografiaReal):
Cuidemos nuestro idioma: puedes sustituir la palabra "spam" por "correo no deseado". Más español, menos extranjerismos.
Jaime Lagarde ¿Blog o bitácora?
Administrar


Responder13 h
Javier Aragüés Puebla Me has introducido...,la duda. Yo me defino como bloguero.com, pero hay para todos los gustos. Me has proporcionado una idea que desarrollo en mi blog,http://javieraragues.blogspot.com.es/. Asómate y mata el tiempo o el entretiempos.


No me queda más remedio para arrancar con ortodoxia que tirar del RAE y de la wikipedia y luego ya veremos.

blog:  Arista Crítica,http://javieraragues.blogspot.com.es/ 

Del ingl. blog.

1. m. Sitio web que incluye, a modo de diario personal de su autor o autores, contenidos de su interés, actualizados con frecuencia y a menudo comentados por los lectores.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados








bitácora

Del fr. bitacle, por habitacle.

1. f. Mar. Caja a modo de armario, fija a la cubierta e inmediata al 
timón, en que se pone la aguja de marear.


cuaderno

Del lat. mediev. quaternus, y este del lat. quaterni 'de cuatro en cuatro', por componerse originariamente de cuatro pliegos.

1. m. Conjunto o agregado de algunos pliegos de papel, doblados y cosidos en forma de libro.

2. m. Libro pequeño o conjunto de papel en que se lleva la cuenta y razón, o en que se escriben algun noticias, ordenanzas o instrucciones. El cuaderno de millones, de la Mesta.

3. m. Castigo que se imponía a los colegiales por faltas leves.

4. m. coloq. Baraja de naipes.

5. m. Impr. Compuesto de cuatro pliegos metidos uno dentro de otro.

cuaderno de bitácora

1. m. Mar. Libro en que se apunta el rumbo, velocidad, maniobras y
demás accidentes de la navegación. 

cuaderno de Cortes

1. m. Extracto y relato oficial de los acuerdos tomados en cada reunión de ellas, 
que se imprimía y publicaba desde el siglo XVI.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados

Blog   https://es.wikipedia.org/wiki/Blog

Un blog1​ o bitácora2​ es un sitio web que incluye, a modo de diario 

personal de su autor o autores, contenidos de su interés, que suelen 

estar actualizados con frecuencia y a menudo comentados por los

lectores.1


bloc

Del fr. bloc.

1. m. Conjunto de hojas de papel superpuestas y con frecuencia 
sujetas  convenientemente de modo que no se puedan desprender 
con facilidad.

2. m. Arg., Guat. y Hond. bloque (‖ pieza de los motores).

Real Academia Española © Todos los derechos reservados

Bloc

Esta página de desambiguación enumera artículos que comparten el mismo nombre.
Bloc de notas La palabra Bloc hace referencia a varios artículos:

Revista Bloc, revista española.



Vemos que la definición digital, virtual, de blog es intangible  pero precisa, dista de las que podemos considerar "analógicas", en donde las palabras: cuaderno, conjunto, papel, hoja,...hacen acto de presencia. 

Si me pides que me defina, me siento "bitacorero" de corazón y "bloguero" en los tiempos que corren. 

En cualquier caso lo que hace el oficio es manejar la palabra y la imaginación para plasmarlas donde puedas; quizás esta es la mejor definición por extensión, aunque también por el oficio se pueden considerar papeleros.

Ahí lo dejo, pero como siempre abierto a tus contribuciones.

Un abrazo a todos los "b".


Javier Aragüés (diciembre de 2017)

viernes, 29 de diciembre de 2017

UNA COCINA ECONÓMICA

La tía Cristina era la que se levantaba primero. Todos los días la misma rutina, también en las fiestas. Hurgaba en las cenizas, ya frías, de la cocina económica que removía con el gancho, hasta hacer pasar los restos mas triturados por la rejilla de la hornilla, el resto lo extraía pacientemente con la mano. Separaba cuidadosamente los trozos de carbón quemados parcialmente; llamaban la atención por sus dos tonos, desde el gris blanquecino al negro apagado, que aprovechaba en el fuego que encendía a continuación de finalizar la polvorienta limpieza. Cogía unas hojas de diario, las arrugaba hasta quitar el satinado y las situaba en el fondo del hogar para formar una pira con pequeños trozos de madera, que ella llamaba impropiamente, las astillas. Ahora venía la fase crucial de la ceremonia, acercar la cerilla a lo que iba a ser la pequeña hoguera y esperar a que la incipiente llama se extendiera. Hoy era un  día de suerte, había prendido a la primera. Esperaba que el lecho del rescoldo se hiciera  mayor hasta que era el suficiente para verter sobre él una palada de carbón puro,  para de nuevo esperar a que prendiera y se formara la primera capa de rescoldo franco que soportaría sucesivas paladas de carbón y que incluso permitiría añadir los trozos medio quemados y reservados. En un cubo, hecho de lata reutilizada y con una sencilla asa de alambre, depositaba las cenizas fruto de la limpieza que preparaba para que le acompañase en su primer paseo.




Vista de una cocina económica, estufa doméstica o cocina de hierro. 

En el frente, a la izquierda, las portillas del hogar y del cenicero; en el centro, la del horno. 
En la parte superior, a la derecha, recipiente para tener siempre agua caliente para cocinar.
En la pared, registro de la chimenea para su limpieza  sobre él, el cortatiro


Era un último piso de un edificio de cinco plantas, con los techos muy bajos, tanto que en los extremos de algunas habitaciones era imposible mantenerse erguido y era necesario doblar el espinazo para evitar golpes en la cabeza. La proximidad del techo hacía que la vivienda estuviera sometida a los caprichos del tiempo. En verano, era una parcela del infierno; durante el invierno, un almacén de frió, que se cobijaba durante la noche y convertía la vivienda en una zona gélida que solo se salvaba por aquella humilde cocina económica. 

El fuego estaba consolidado, y Cristina lo daba por bueno cuando la chapa de hierro de fundición del fogón alcanzaba una temperatura que se apreciaba en las palmas de las manos sin necesidad de tocarla; entonces se ponía su abrigo raído y se echaba escaleras abajo junto a su inseparable cubo del que se desprendía cuando pasaba el camión que recogía las basuras. 

Cristina sabía cómo comenzaba cada jornada y hasta que se levantara su sobrina Charo, mi madre, todo era calma envuelta en un halo de tirantez contenida debida al carácter ciclotímico de ella.  

Entraba dentro de lo cotidiano las instrucciones con tono de órdenes que la inestable le profería:"compra una barra de pan y mitad de cuarto de carne de vaca para filetes". Para continuar con un: "me voy corriendo que llego tarde". Siempre llegaba tarde. 

Entre las instrucciones que no verbalizaba pero mi madre suponía, entraban el ir a recogerme al colegio -yo tenía cuatro años- y preparar la comida antes que ella volviera de la oficina , ¡ah, se me olvidaba! si era domingo o fiesta, tenía que llevarme a la iglesia

Mi infancia no se entendía sin mi tía abuela Cristina, sin su compañía, sin sus atenciones básicas, sin el no saberme dar explicaciones a las primeras preguntas que se hace un pequeño. Me llevaba a jugar a una plaza cerca de casa, la Plaza de las Descalzas Reales. Todo lo hacía sin darle importancia, siempre estaba junto a mí desparramando cariño.

Con el paso del tiempo mi tía dejo de ocuparse de los pequeños cometidos de la casa que por contra eran grandes ataduras para mi madre, entre ellas yo.

Mi tía sufrió una enfermedad degenerativa que se manifestaba como parálisis progresiva que le hizo dejar de hacer todas aquellas tareas que suponían su razón de ser y de utilidad para Charo. Mi madre construyó la justificación de que todo lo que suponía la situación de mi tía afectaba a su descanso y a su trabajo hasta argumentar la necesidad de ingresar a mi tía Cristina en un residencia.

Todo ello supuso que fueran formando parte de mi vida todos los quehaceres que realizaba mi tía. En todo la pude ir sustituyendo, bueno en casi todo, porque perdí su cariño y su compañía. 



Javier Aragüés (diciembre de 2017)

martes, 26 de diciembre de 2017

¿PERDONA?

No puedo decir que mis palabras no estaban meditadas. Cada una de ellas, hasta el remate, respondían a una un intencionalidad provocada por ese, mal entendido por mi: "Recibo tantas cosas bonitas". Pero esa lectura mediatizada por un subjetivo deseo provocó el error -hasta ahora irreparable- pero que hoy, volvería a escribir: "No se si es por lo que dices o por..." 



Una bofetada en la esencia desbarataba la aproximación y esparcía la duda, tras ella, una sucesión de sugerencias, encadenadas con miedo, a una respuesta que no se hizo esperar, con aquel:


"¿Perdona?" 



Manos de Miguel Ángel


Rechazabas la cercanía, con una pregunta cargada de distancia, disfrazada de razón y de la que no cabía esperar otra cosa que venía a esculpir el sin sentido de mis tribulaciones. Habías desbaratado un cúmulo de sentimientos sin dar pie a la duda. Yo quería contrastar, y por qué no, llegar a confirmar si se habían depositado, en tu persona, como a mí me había ocurrido. La rápida contestación, con  ese: "¿Perdona ?", me torturó.


Sumergido en un mar de confusión, rodeado de terribles dilemas y pulverizado con tu único mensaje al que le pusiste  un tono en forma de reproche que invadió el lugar de los sentimientos, elevando la manifestación en mi piel del sonrojo,  que sentí en el rostro y que  con la edad no se manifiesta. 


Experimentaba el ridículo en la distancia, agravado por el manifiesto silencio y la imposibilidad de respuesta que se limitó a un excusa fugaz con el:  "Perdona tú", sin convicción, de forma defensiva, piadosa y exculpatoria. 


Me sentía ante una llamada de atención que ocultaba un agravió -así lo entendía- al que no podía responder en el instante que lo requerías; condicionado por miedo a descubrir, mas allá de mi total empatía, mi incipiente sensación de cariño ante una situación no buscada y sobrevenida por la confusión que experimentaba ante un rostro que me resultaba conocido y unos gestos que prolongaban esa admirada personalidad hasta hacerla próxima a mi piel. 



Arco de Triunfo (Barcelona)


Si la respuesta hubiera sido abierta, hubiera tenido que pensar como contestarte poco a poco, gota a gota, para mostrar mi aprobación a tus detalles, hasta llegar al todo, en esa fría mañana que ofrecía contraluces en cada rincón hasta descubrir una nueva visión de las cosas aparentemente conocidas. 


Ante todo este marasmo de interpretaciones, que vistas con la distancia que dan los días, quedan diluidas -o no- , tengo una buena noticia, he conseguido el libro que me has recomendado:



DESCUBRE LA BARCELONA MASÓNICA



Javier Aragüés (diciembre de 2017)


lunes, 18 de diciembre de 2017

EL CANDIDATO A FAMILIAR

Aunque no era primavera, me enamoraba como la mayoría de los bípedos. Para aclarar mi identidad he de decir que no era un chimpancé, aunque fuéramos de la misma familia de los homínidos. Lo que significaba, aunque me duela, que no dejaba de ser un primate mejor o peor evolucionado y desde luego, mejor que Eladio, del que me diferenciaba. No tenía más remedio que hablarles de él. Claro que para muestra de lo poco desarrollado que estaba, bastaba con verle. ¡Para mayor evidencia y confusión, amaba los cacahuetes! Eso, entre otros muchos motivos, nos había creado más de un contratiempo en las reuniones familiares, sobre todo las que tenían lugar en locales públicos. 

Recordaba aquella comida de Navidad, en el selecto restaurante FOOD FOR YOU, cuando al hermano de mi pareja, Cristina, el jefe de comedor le reprendió varias veces y por varias causas, entre otras, para que no echara las cáscaras de los manís al suelo y dejara de dar saltos por el salón agarrándose a las ostentosas lámparas de araña y, sobre todo, por lo que más le llamaba al orden, cuando se rascaba desmesuradamente, golpeándose el pecho con los puños y después de prolongados redobles, se pasaba los dedos de la mano diestra, una y otra vez sobre su cabeza  y se expulgaba como si se acabara el mundo. A veces continuaba su liturgia sobre la espalda del camarero que nos servía. Las escenas eran tan histriónicas que no solo abochornaban a Sulpicio, su compañera, y cuñada de Cristina. 

Sulpicio, como indicaba su nombre -a mí me lo parecía- era una mujer práctica, comunicativa y observadora, con facilidad para intimar, caracterizada por su honestidad y perseverancia. Había conseguido todo lo que se proponía, excepto enmendar a Eladio.
Sabía que todo esto producía hilaridad, pero laminaba la paciencia de Cristina, mi pareja, y destrozaba nuestras vidas; hasta el extremo de hacerme dudar de si debía revelar lo que pasó en la sobremesa de aquel día, en el frecuentado restaurante, después de que Eladio se excediera como nunca lo había hecho. Llegó a intentar aparearse con una de las camareras. Se originó un gran alboroto, y la mayoría de los clientes abandonaron el local escandalizados.  





El  maître  era un hombre pausado como exigía el oficio, vestido de negro elegante, rematado por una corbata de color luto y tacto, acharolado por los años y el roce, que le daba el tono sobrio y experimentado que exigía la profesión. En medio del caos, sin perder la compostura ni levantar la voz, simplemente con un  arqueo de cejas se dirigió a dos de los camareros. Ambos entendieron que debían retirar un rótulo discreto, enmarcado y amarillento, que  colgaba  junto a la guardarropía y en letras mayúsculas exclamaba: RESERVADO EL DERECHO DE ADMISIÓN. Al mismo tiempo, ordenó sustituirlo por otro, también en mayúsculas, de mayor tamaño que el anterior y que expresaba entre exclamaciones: ¡NO SE PERMITEN ANIMALES! Estampado sobre un blanco reluciente que llamaba la atención de su contenido por su pulcritud virginal. Durante toda la exhibición de Eladio, el jefe de salón no se inmutó. 

Pasó el tiempo, dejamos de vernos. Incluso pasaron meses sin saber nada de Sulpicio y Eladio. Hasta que un día en uno de los noticiarios de una cadena de "telebasura" se abría con la sorprendente noticia: 

"Una pareja mixta deleita a pequeños y mayores. Eladio el primate, acompañado de su domadora. ¿Se cuestiona la Teoría de la Evolución? "

Sulpicio no conforme con lo que había alcanzado con Eladio, pensaba dar un salto más, evidentemente no en sentido literal. Veía un resquicio para consolidar la posición de su gran amor, mientras leía en un diario vespertino:


 "Se necesitan candidatos a las próximas elecciones para un partido con gran implantación a nivel nacional"                            

Javier Aragüés (diciembre de 2017)                                          

domingo, 17 de diciembre de 2017

NOCHE ENTRE AMIGOS







NOCHE


Rompe la noche, estalla el silencio.

Incapaz de desenamorarme.
Mientras pasas,
te sigo queriendo.


En la noche especial se rememoran idilios.

los de pubertad, con los que aprendí a amar;
los de juventud, que me enseñaron a soñar
y los de madurez, con los que convivo.


Noche entre amigos, con sus recuerdos

aunque no estas, te admiro,
pero si me llamas, 
vuelvo contigo.


Si llega el final y me pides un beso, 

con la luz, o en la noche, 
cerraré mi ojos, mis labios y
te lo entregaré, sin reproches.


Javier Aragüés (diciembre 2017)

miércoles, 6 de diciembre de 2017

NOCHE. Ripio organizado

La noche estrellada

Rompe la noche, estalla el silencio.
Incapaz de desenamorarme,
te sigo queriendo.

Me sumerjo en las tinieblas
te deseo entre suspiros, 
al despertar no estás conmigo. 
  
Te distingo en las calles, por las risas;
en los arrabales, fingiendo. 
No sé si existes, pero te sigo queriendo.

Si caminas a mi lado, te abrazo.
Si me miras, te estrecho.
Cuando me reclamas, te ciño,
y si me llamas, vuelvo.

Soy feliz en negritud,
camino solo, sin norte.
Me acompaño de las sombras y
te espero junto al porche.

La obscuridad difumina las miserias, 
oculta la tristeza del mendigo,
mientras, tus ojos azabache,
siempre brillan conmigo.

Con la luz, la verdad acecha;
subleva al ciudadano concienciado,
que entre gritos y proclamas se muestra de nuestro lado.

Si llega el final y me pides un beso, 
con la luz, o en la noche, 
cerraré mi ojos, mis labios y
te lo entregaré, sin reproches.


Javier Aragüés (diciembre de 2017)



.

domingo, 3 de diciembre de 2017

CUATRO ESTILOS

ESTILOS (según Ángel Zapata, La práctica del relato).


  • 1.- Estilo Formal. PARQUEDAD



  • Durante varios días me despertaba la misma idea: buscarla en cualquier callejón perdido, pero cerca de mi casa. El día en que apareció, sentí temblar la imaginación y permanecí pétreo. Allí estaba, en medio del camino estrecho y angosto que arrancaba desde mi portal. ¿Eso era amor? Me atreví a detenerme. Dirigiéndome a ella, recité mi tristeza y me correspondió. A partir de ese momento todos los días quedábamos en el mismo lugar y con las mismas pretensiones, al menos, por mi parte. Mi vida era otra.  Pero desde la tercera cita, se comportaba diferente, ya no quería seguir conmigo, ni con otro hombre. Algo se me escapaba de sus parcas explicaciones.



2.- Estilo enfático. EL ESCRITOR


Todo lo me que me rodea, según dice mi amigo, es un caos. En mi habitación hay tal hedor, que solo es comparable con el que desprende la muerte, después de días de instalarse en cualquier cuerpo. Solo me preocupa escribir. 

   


3.- Estilo retórico. CENTAUROS


Me gustaba cabalgar junto a mi amigo, los dos teníamos monturas que no pasaban desapercibidas. La mía, una yegua blanca, torda, para ser preciso. 
Esa tarde, mi amigo descabalgó y puso el pie sobre un  poyete a la orilla del lago. Le dio un arrebato y me abrazó; mientras, su caballo de color tabaco coqueteaba, enlazándose por el cuello a la torda.  
Decidimos charlar y nos tumbamos sobre la esperanza, bajo un techo azul y a orillas de la amistad. Nos incorporamos y de nuevo trotamos como centauros, yo con mi potra y mi amigo, unido a su caballo rijoso. A la par, hablábamos de la vida.

Adaptado de un fragmento de Borges, (“El tamaño de mi esperanza”):


4.-Estilo asertivo. EL ÚLTIMO


Estoy sola. En ese instante, tengo la voluntad de dejarlo. Con todo lo que significa para mí, estoy dispuesta a dar el paso fatídico. Es el momento. Salto al vacío. Son milésimas de segundo; para mí una eternidad. Alguien pasa, al ver un amasijo de carne sanguinolenta sobre la calzada, se vuelve magnánimo y me lo ofrece. Me lo pone en lo que le parecen mis labios. Es la señal, estoy desahuciada como el héroe de cualquier película. El figurante se agacha y me dice: " Esta vez va a en serio, es tu último cigarrillo”. Ahora estoy perdida. 



Javier Aragüés (diciembre de 2017)