jueves, 25 de junio de 2015

DEPALABRAS. Relatos de Ciencia Ficción



CIENCIA FICCIÓN








Relato de Ciencia Ficción


LA PUERTA


-Mario, si pudieras viajar en el tiempo  ¿adónde irías?

-¿Qué demonios quieres decir? No te entiendo

-Pues lo que has oído idiota. Imagínate que en este mismo instante tienes la posibilidad de cruzar una puerta que puede llevarte a donde tú quieras, al pasado o al futuro o al infinito o...¿Adónde irías?

Acabamos  de nadar un buen trecho y en ese momento nos
Secábamos al sol sobre la hierba cerca del río. Aquel verano estaba siendo especialmente caluroso y todo el mundo acudía a bañarse a la misma hora. Por suerte, ellos conocían desde siempre aquel recodo poco accesible al resto de mortales. Allí podían bañarse desnudos y hablar libremente de todo lo que se  les antojaba. De común acuerdo habían decidido que aquel rincón del rio no se lo ensenarían a nadie y si alguien lo descubría por casualidad, buscarían  la forma de hacer que desistiera de quedarse. De momento eso no había ocurrido todavía.

-Vamos contesta. ¿Dónde irías si pudieras cruzar esa puerta?

Sabía perfectamente a que puerta se refería Daniel.
No hablaba de otra cosa desde que vieron las películas de Regreso al futuro uno, dos, tres,  cuatro o no recordaba cuantas habían visto. Cuando tienes doce años es normal que te impresionen según qué películas  veas o libros leas. El
recordaba cuanto le había  gustado “Viaje al centro de la Tierra
” de Julio Verne y la de noches que soñaba que era un aventurero explorador en el interior  de un volcán rugiente. Pero su amigo estaba totalmente obsesionado por esa puerta. Iría a conocer a Julio Verne y le preguntaría mil cosas sobre sus novelas, por ejemplo.
-¿Y tú, adonde irías tú?

-Al futuro sin duda y me quedaría allí para siempre

- ¿Y qué pasaría con el colegio, tus padres, tus hermanos y que pasaría conmigo? ¿Te irías sin más, sin despedirte?

-Bueno... de eso quería hablarte Mario, pero debes prometerme,
o  jurarme,  que te mueras al instante si lo  haces, que no se lo dirás a nadie. ¡Júramelo!

-Te lo juro. Junté los dedos en cruz sobre mis labios para certificarlo.

-Bien escucha, he encontrado la puerta y quiero que vengas conmigo.









Daniel estaba tan excitado que temblaba como una hoja de papel, tenía el rostro encendido y los ojos brillantes como ascuas.

-Me estas tomando el pelo idiota ya lo veo. ¡Vete a cagar
Imbécil!

-No Mario es verdad te lo juro.

 Ahora es él quien cruza los dedos sobre los labios.

- Ven te la enseñare, está en la gruta verde junto al puente. Nos echamos al rio y nadamos hasta la gruta. Entramos en ella, pero yo no veía nada en absoluto y así se lo dije a Daniel.

-Aquí no hay ninguna puerta y nada que se le parezca.  Si me tomas el pelo te juro que te mato. ¡Te lo advierto!

-No la verás si antes no estás decidido a acompañarme. Yo me iré de todas formas; así se lo he comunicado a los del otro lado y nunca volveré. Les dije que tú vendrías conmigo que eras mi mejor amigo y que deseabas vivir esta aventura tanto como yo, por eso me han esperado. ¿Tú qué dices?

-Pero yo no quiero irme así, sin que nadie lo sepa. ¿Puedo despedirme de mi familia? ¿Y cuando volveremos? ¿Cuánto tiempo estaremos fuera?

-Mario ya te lo he dicho, no volveremos. Tus irás al tiempo de Julio Verne. ¿No es eso lo que querías?Y yo quiero ir al año dos mil cincuenta. Nos quedaremos allí y ya
está.

-¿Entonces no vamos a estar juntos? Mira creo que es mejor que lo pensemos un poco más de tiempo y mañana volvemos. ¿Eh?

-No, ellos no pueden esperar más. Yo me voy al futuro, así que debemos decirnos adiós para siempre. Creía que a ti te gustaría vivir esta experiencia conmigo, pero está claro que somos distintos. Quizás nos encontremos en algún otro momento del tiempo o del espacio. Adiós Mario.

De pronto se abrió una puerta en la cueva e igual que en la película que habíamos visto. Mi amigo se adentro en ella y desapareció.

-¡Daniel vuelve, vuelve por favor, Daniel!

Unos brazos me zarandeaban con fuerza mientras oía una voz lejana que gritaba:

-Tío despierta que me estas asustando, gritas mi nombre como un loco. Estas soñando, solo es un sueño.

Sudaba copiosamente y mi respiración estaba acelerada, pero Daniel estaba a mi lado y  los dos tumbados en la hierba junto al rio.


Luisa Giraldo Lozano 
(17 de Febrero de 2015)




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              Relato de Ciencia Ficcición. 

                     REENTRADA              

La Estación Espacial Internacional (ISS)  se lanza en febrero de1998, desde el Centro Espacial Kennedy. Actualmente sigue en órbita después de 3883 días. En el interior domina el blanco aséptico, y fuera el tenue metalizado de la carcasa.

Una tripulación compuesta por cinco personas (una mujer, la americana Sunita Williams, muy unida profesionalmente a su hermano Jeff Williams, también en la estación; un ruso,  Anatoli Pérminov, el alemán Bert Dinter y un tripulante chino, Leroy Chiao) garantiza la presencia humana y permanente en el espacio.

Después de meses de convivencia, la relación es amigable y pasan a ser Sunita, Jeff, Anatoli, Bert y Chiao. A la vez, aparecen desequilibrios emocionales. Están obsesionados con el momento de reentrada a la atmósfera. Las conversaciones se desarrollan en torno a las tragedias ocurridas.

Sunita, a través de su hermano, conoce con detalle la tragedia del transbordador Columbia a su regreso a la Tierra. El calor abrasivo en la nave es el responsable, desintegra el transbordador y acaba con los seis astronautas, que Jeff  conocía personalmente.















Anatoli los intenta calmar.



“Nuestro país es consciente del riesgo que supone la maniobra de aproximación y entrada en la atmósfera. Para evaluarlo se hace un ensayo controlado. Se somete  a la destrucción  de la nave Progreso M-10M simulando las condiciones de desintegración”.

Bert y Chiao corroboran los relatos y, citan episodios similares.

Anatoli de nuevo intenta tranquilizar.

“En la actualidad, debido a  los riesgos que supone el regreso a la Tierra, la vida de los astronautas y el éxito de la misión, se avanza en su prevención y se aplican las nuevas tecnologías para minimízarlos.                                                                                                
Los MIRV (vehículos de reentrada múltiple e independientes), de un solo tripulante, se diseñan al efecto. En la fabricación, todos alcanzan los más rigurosos controles de calidad y se catalogan  como de “Máxima Seguridad”.


Hace varios días, en una de las múltiples comunicaciones con la Tierra  un ingeniero del centro espacial olvida cerrar el audio en la conexión y un tripulante, solo en la sala de reposo, escucha.


“Algunos de los MIRV son defectuosos. Por error incorporan un material  menos resistente al calor. Sólo uno de los MIRV, el de código AM-X1, es totalmente seguro y soporta las altas temperaturas al entrar en contacto con la atmósfera”.


Uno de los tripulantes, se separa del resto durante unos instantes y consigue descifrar los códigos que permiten identificar el MIRV más seguro, el AM-X1.


Ese mismo día se produce una avería en los depósitos de reserva de oxígeno. Se dispara  la alarma, el tiempo para abandonar la estación espacial se hace crítico. El comandante, Anatoli Pérminov se dirige a la tripulación. 

 “Es imprescindible  regresar a la Tierra cuanto antes, de no ser así tenemos que permanecer en la Estación hasta que una nave nos rescate, mientras las reservas de oxígeno se agotan”.

El Centro Espacial de Control  coordina, supervisa y dirige todas las actividades relacionadas con la misión de la Estación Espacial y el seguimiento, a través de las grandes pantallas de video.
Tiene una estructura cuasi militar. El director Christopher Columbus Kraft es ingeniero, exgeneral de los marines y gerencia el centro con total autonomía. Está al frente de un equipo de físicos, ingenieros y matemáticos, seleccionados entre los más brillantes de las universidades de  EEUU.

Uno de los fiscos, Thomas Miller, en su turno de supervisión, observa cierta inquietud y ansiedad en el comportamiento de los tripulantes. El Dr. Walker, psicólogo y psiquiatra, asignado a la misión, corrobora la sospecha.

Reclaman la presencia del del Director en la Sala de Control. Christopher conoce bien a los integrantes de la ISS y ha colaborado en su preparación. Sus rostros  reflejan pánico por la situación imprevista. No pueden interpretar los manuales de los MIRV. El comandante de la nave, además de este motivo, sospecha de una filtración que favorece a alguno de los tripulantes. Traslada la sospecha al general, que inmediatamente toma una decisión, activar el Protocolo de Emergencias. ¡Es necesario identificar al tripulante que conoce las claves, disuadirle de la utilización y organizar una espera controlada hasta que llegue la nave de rescate!

¿Cómo descubrirlo? Todos pueden acceder al manual de especificaciones técnicas publicadas en chino, idioma del país de fabricación de los MIRV. Los técnicos de seguimiento en  el centro espacial, además de los manuales,  disponen de los expedientes de todos los miembros. Se constituye un Comité de Emergencia.

Uno de los ingenieros del Centro señala a Chiao como responsable. El jefe de operaciones rectifica.

-Chiao conoce el idioma. Es la primera vez que forma parte del programa, es seleccionado por sus facultades físicas y capacidad de resistencia, pero carece de conocimientos tecnológicos para interpretar los manuales. 

- ¿Y Sunita?

- Tampoco. Es filóloga en lenguas extranjeras, forma parte de la tripulación para analizar la influencia en la mujer, de los largos periodos de ingravidez. No tiene asignado un cometido específico y  siempre acompaña a Jeff.


- Anatoli y Jeff están descartados. La competencia entre sus países en la carrera espacial  les obliga a no separarse; comparten el mismo espacio de la estación en todo momento, incluso en los descansos.


-Nos queda Bert. 

-También queda excluido. Como especialista en fuselajes trabaja fuera de la estación, los paneles le sirven de apoyo y se alimenta con líquidos de alto contenido energético que le permiten permanecer en el espacio durante varios días. Sabemos que no estaba con el resto.

Los ingenieros están confundidos.  Uno de los periodistas presentes en el Centro Espacial Kennedy -Steven Siceloff del Washington Post- interviene desde la sala de control.

 “Señores, he escuchado todas las conversaciones y sé quién conoce los códigos”. La clave está en "no despreciar a la mujer”.



 Javier Aragüés (Mayo 2015)



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Relato de Ciencia Ficción


THE HUMAN TITÍ
La subrogació de la maternitat

Era una casa aillada del món exterior. Una alambrada de punxes no permetia als extranys entrar a les instal.lacions. El poble més proper era quasi desert, prop dels camps d’extermni de Mathausen. Allà només hi anaven alguns estudiosos o persones interessades en visitar els camps d’extermini.
Dins el terreny hi havia dos edificis grans. Un simulava unes oficines, l’altre eran vivendes. A més hi havia un espai cobert amb gàbies, sempre sota la vigilància dels monitors.
A Alemanya els estudis amb animals d’experimentació eran criticats pels verds i antiviviseccionistes. Els animalaris eran a les afores, lluny de llocs habitats, per evitar les manifestacions amb pancartes de protesta.

Era de nit. El laboratori en penombra. Només es veia la llum del microscopi de contrast de fases i una persona inclinada mirant pel binocular. Donava voltes al tambor per incrementar els augments i anotava en una llibreta pautada els resultats del que analitzava minuciosament. Res no la distreia de la seva tasca, concentrada en les cel.lules que anava observant.

De sobte va canviar la preparació, la va passar al microscopi invertit. Alguna cosa li havia cridat l'atenció i un lleuger crit se li va escapar dels llavis:
-  Ondia! No pot ser. Es tal com ho havia imaginat! -va exclamar la doctora Helga Schmid.
Estava presenciant el que la seva recerca tenia com a probable. 










Els embrions de un Marmoset o Tití ( Callithrix jacchus), in vitro, obtinguts de la fecundació d’ òvuls de Tití femella amb espermatozous humans, eran viables. Havian crescut les cel.lules! La Proteïna HPG1642 havia aconseguit evitar el rebuig entre espècies. Els va congelar en atmosfera de Nitrògen líquid i va sortir del laboratori.

Al dia següent van començar les proves.
Les femelles Tití van ser inseminades amb els embrions que va anomenar Human Tití. Només tardaren cinc mesos en la seva gestació... Sols era qüestió de paciència.
Al terme fixat, van fer la cesària a les femelles i van obtenir uns éssers humans de menor talla, pero complerts. L’única diferència estructural era un borrissol recobrint tot el cos i unes extremitats superiors més llargues que les dels humans.
Només calia comprovar l’evolució dels òrgans. En dos mesos els nens Human Tití van ser destetats. Ja no els calia llet i podrian començar a menjar papilles.  Creixian molt ràpidament.
En un any ja caminaven, saltaven entre els arbres i els havien sortit les dents. El cos es desenvolupava amb normalitat. Tenían el pèl no tan abundant com un chimpanzé. Ara bé, no s’expressaven com un nen. No podian parlar. Cridaven com els Titís.






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Aïllats del mon exterior. Ningú de la comunitat científica, ni els organismes regulatoris que vigilaven tots els estudis amb animals coneixien la seva existència.

Tenien una colònia d’éssers intel.ligents, de talla inferior, peluts, però tots els òrgans corresponien a la espècie Humana. Havian creat una Subespècie que seria una revolució per a la Humanitat. Podrian ser usats per fer transplantaments d'òrgans. Un negoci amb perspectives immenses!

De sobte un matí, la doctora Schmid va anar a controlar el desenvolupament motriu i psicològic d’un lot dels nois Human Tití. En va treure un de la gàbia. Llavors va sentir la seva veu que deia:
-       On sóc? Qui sóc? D’ón he vingut?
El nen tenía una carcterística diferent. No tenia el cos cobert de pel. Es confirmava la teoría de la doctora Jane Goodall. “El llenguatge humà va neixer perqué els primats van perdre el pèl”.    
El noi Human Tití duia un ganivet a la mà. El va clavar a la iugular de la doctora Schmid. Va caure ensangonada.
El mico-home va córrer a alliberar els altres nens Human Tití.  Les gàbies obertes. Corredisses i esglai en totes les instal.lacions. Els monitors van donar l’alarma en tot l’edifici. Peró no podian fer servir les sirenes, ni les mangueres d’aigua: els micos humans s’havian apoderat de tots els edificis. El director d’estudis era en el seu despatx i el van enxampar per sorpresa. Va començar a córrer com un desesperat,  espaordit, cridant:
No ens feu mal! Només us volem protegir!
El més fort dels Human Tití li va tallar la iugular. La sang corria per tot arreu.  Els nens Tití, amb el queixals afilats, es tiraven al coll, mossegaven i bebían la sang dels humans en una orgia desenfrenada. Tots els integrants de l’equip intentaven fugir, però ells eren més forts. Podian pujar als arbres i llançarse sobre els seus creadors. Els monitors corrian horroritzats, perseguits pels micos-home.
Els humans van ser exterminats. Dias després només un núvol de corbs indicaba ón eren les restes putrefactes.
La llei de la selva s’havia imposat. Havian tornat al seu origen, instal.lats en la profunditat de la Selva Negra.
Un temps després es va trovar en un descampat un home desagnat. Tenia la iugular seccionada.  


              
Isabel Demestre  9 de Juny de 2015




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DEPALABRAS. El Microrrelato


El Microrrelat. Características del Gènere














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Microrrelato. LA ARQUILLA MODIFICADA


La revolución consiste en amar a un hombre que no existe todavía. Pero el que ama a un ser vivo, si ama de veras, no puede aceptar el morir más que por aquel.

Azorín


Guardo las conchas, brazos de estrellas, los cierres de las latas de cerveza y otros cachivaches. Todos caben en un bote de cristal. Intento guardar los recuerdos pero se escapan. Tampoco caben las miradas. Las pequeñas caracolas salvan el ronroneo de las olas y el olor a mar.

El gobierno no facilita las necesidades básicas de la población. No deja dibujar, ni practicar sexo. A mí tampoco. Nadie cree las imposturas. Una ordenanza me lleva a patrullar por la noche, pese a mis convicciones. Camino con el pelotón por medio de una calle. Escapo del fuego cruzado de insultos de los manifestantes.  No cesa. La sublevación se anuncia desde hace años. Me identifico con la resistencia. Deserto y disparo contra los defensores del desamor y la ignorancia. Continúa el combate, yo peleo hasta que la rutina supera mi voluntad. En una tregua consigo  cicatrizar las heridas que producen  los discursos. Busco entre los cachivaches arrinconados en el bote. Los aplico a las lesiones. No bastan. Me pongo a soñar. Recuerdo una estrofa de un verso mal aprendido.










… adivinar un poema
que nunca escribió nadie
a la noche.  La  que hizo dios
para que el hombre la gane
y camine por un sueño
como si fuera una calle.




Tengo muchas cosas para saturar mi bote de cristal. No caben. También, miedo a que se rompa y se agote el tiempo para ordenarlas. Unas, las que almaceno con la edad. Otras, más recientes, de las que no me puedo desprender. La foto que me dio Zoe al despedirnos cuando voy al frente. 








Mejor construir una arquilla a medida del significado de cada elemento y  repensar  mi vida desde el inicio.  El trompo al que enrollaba la cuerda sin conseguir la confesión de amor. La llave oxidada y sin dientes que no abría corazones. El mensaje de la lisiada sobre un trozo de papel que nadie estaba dispuesto a recibir. Una cerilla apagada, testigo de conversaciones entre humo. La anilla de plástico de cualquier “pack” de bebidas, compromiso de una pareja de muy  jóvenes bien intencionados. Un lapicero gastado que no puede escribir más versos. Una goma de borrar desperdiciada en cuadernos de caligrafía de escolares obtusos. Un sobre, con matasellos  de la República,  devuelto  por  “DESCONOCIDO EN ESTA DIRECCIÓN”. Una mariposa con alas polvorientas lista para volar y, varios clips que no sujetan deseos. Y el más importante para mí,  el gesto de complicidad cuando invito a Zoe a pasear por la noche, para ganarla y caminar por nuestros sueños... Por nuestra calle, que nunca olvido.



Javier Aragüés (Noviembre 2015)



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Microrrelato. LOS ACORDEONES DEL METRO

“Si Hamlet hubiese sido capaz de reírse después de haber planteado la pregunta por el ser, la cuestión se habría disuelto”.

 Chantal Maillard

A García Márquez

Al final todo el mundo estaba de acuerdo en que era un problema. Tras quince días de exámenes minuciosos las pruebas eran indiscutibles: justo cuando el tren del suburbano se detenía en Ópera una nube de acordeones plateados salía de todos los vagones….de todos, menos del que estaba en el centro del convoy.




La brigada de expertos prefirió investigar durante un día normal. Los siete del equipo subieron al metro en Cuatro Caminos poco antes de las seis y media de la tarde. Uno a uno se apostaron al fondo de cada vagón, repleto a esa hora de personal que regresaba del trabajo, iba a buscar a los niños al colegio o simplemente quería dar un garbeo por El Corte Inglés. A la altura de la estación de Canal, dos acordeonistas de aspecto polaco entraron en el último coche. No llevaban amplificador eléctrico y comenzaron la interpretación de unas danzas húngaras que sorprendió a la gente. Repitieron la actuación a la altura de Quevedo, pero esta vez prefirieron tocar el Tico-tico, que, aunque más ligero, resultaba más espectacular. Para San Bernardo, los vagones primero, segundo y tercero ya tenían músicos. Tres dúos, todos con acordeón, y luego un violín, una guitarra y una trompeta. Con piezas diferentes, el tren sonaba a gloria. En Noviciado, el trompetista y su compañero se fueron al último vagón a repetir el largo de Haendel mientras su lugar lo ocupaba un acordeonista rumano, gordo, de piel oscura y bigote abundante. Interpretaba muy bien los tangos y por sus requiebros retrechados y cachondones parecía auténticamente porteño. Lástima, pensó el inspector jefe de la brigada, parece que quiebra el fuelle para enterrar una amargura insobornable. Santo Domingo sólo acogió a otro dúo de acordeones grandes, con los remaches plateados relucientes, ¡dos Hoffner de 42 teclas, cachas repujadas en las botoneras y cantos metálicos en cada pliegue! La gente imaginó que acometerían un vals...quizá de Strauss. Un acordeón joven, fino y enteco, se asomó al cuarto vagón, el del medio. El inspector correspondiente le vio vacilar, contraer el gesto y alejarse a toda prisa camino del enlace con la línea 1. El funcionario giró rápido la cabeza, intentó escrutar todos los rincones del vagón y anotar cualquier novedad. Sólo alcanzó a observar que la gente había enmudecido y que quizás también la música de los otros trenes estaba más atenuada. No tuvo tiempo a ordenar sus pensamientos: en la estación de Opera, el andén estalló en acordes gloriosos mientras el tren vomitaba y vomitaba acordeones, una bandada de mariposas que extendía y contraía sus alas-fuelles entre una nube de violines, guitarras y trompetas que revoloteaba atrapando melodías, iniciando fugas y coincidiendo en contrapuntos obscenos.

Del vagón del medio no surgió un solo acordeón.

Los investigadores decidieron cambiar la estrategia. Al día siguiente, seis inspectores se quedaron en el vagón misterioso mientras el jefe de la brigadilla recorría todo el convoy, cambiando de coche en cada estación. Se mantuvo la hora de la patrulla, pero se realizó en sentido inverso.

Enseguida, en Ventas, aparecieron varios músicos en el primer coche. El inspector jefe, un viejo funcionario serio y escéptico, disfrutó de un pasodoble. Se descubrió tatareando por lo bajinis el Gato Montés y corriendo a cambiar de vagón en Manuel Becerra para poder escuchar otra gran versión de Manolete. En Goya casi perdió el tren, absorto en su audición. Atinó a pasar al tercer vagón, a la vez que entraban un saxofonista y un nuevo acordeón. Sonaban bien, aunque los acordes estridentes y sincopados del jazz-tango nunca le habían calado demasiado... En Príncipe de Vergara, ya en el quinto vagón, se sintió muy a gusto. Aquella chica que tocaba sola, largos cabellos pelirrojos, piel de nácar y grandes ojos verdes... Era eslava, seguro. Le miró, él la miró. Sonrió, ella sonrió. Retiro. Vivaldi...Me llamo Irina... ¡Se lo había susurrado!  Cambiaba al sexto vagón en Banco y el inspector la seguía, imaginando despertares dulces y crepúsculos apasionados... ¡Oh, los compositores rusos...! Miró al resto del vagón y tuvo el extraño presentimiento de viajar en el tren del amor. Irina...la llamaría Irene. Al resto del personal no parecía importarle. Al fondo, una veinteañera aprovechaba para calentarse el ombligo desnudo contra el torso esculpido de un rostro joven esbozado entre dos grandes patillas. La madurita junto a la puerta se dejaba achuchar por un oficinista Cortefiel y un “fonta” bajito y fornido se las ingeniaba para elogiar la pechuga de una señora de escote-canalillo que levantaba displicente la cabeza, el abanico y las esclavas de oro. El inspector pensó que los que mejor aprovechaban aquella música eran un par de jubilados sentados al fondo, de sonrisa plácida y manos entrelazadas...


Persiguiendo a Irina camino del séptimo tren en la estación de Sevilla descubrió que la situación amorosa había invadido todo el convoy .menos el vagón central. En Sol se sintió radiante. Irina le dedicó lo mejor de su repertorio… el preludio-fuga de Bach. El inspector jefe notó un escalofrío que le sacudió vísceras que nunca hubiera imaginado tener mientras su corazón se estremecía en pálpitos rápidos y dodecafónicos.


La placa roja y azul de Ópera le enfrió la cabeza. Irina cambiaba de vagón. Corrió tras ella hacia el cuarto coche mientras apartaba acordeones plateados que enjambraban por los rincones de la estación entre estallidos de música. Las puertas abiertas del coche maldito respiraban un aire quedo y triste. Irina fijó la vista en un joven rubio de semblante vacío y ojos ausentes. Sentado junto a la puerta escondía entre las manos un dolor antiguo y un acordeón rojizo de cantos dorados. Ella dudó en entrar, crispó los dedos sobre las teclas mudas y de su boca pálida sólo se oyó un quejido:

-    “Sacha…”
-         “Irina, ¡quería tocar como tú te merecías…, no pude!”

El inspector atinó a comprender mientras sus seis colegas sacaban a empellones al músico acongojado. Nunca supo qué le impresionó más; si las lágrimas en los ojos de Irina o el desprecio atroz y certero de aquella otra mujer que gritó:

-         “¡¡Idiota!! …¡no ves que ella siempre te ha querido…!

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(se pueden escuchar, o no.  Presionar sobre la imágen)




No fue fácil convencer a los otros inspectores pero era imposible que aquel ser frágil y amedrentado fuera la causa de un vagón tan profundamente contaminado de amargura. Mejor dejarle marchar y que se fuera a curar su melancolía a San Petersburgo. La investigación debía seguir. El inspector jefe la acometería personalmente con la ayuda de un músico profesional. Conocía uno muy capaz. Se dedicaría el tiempo que hiciera falta…las veinticuatro horas…habría que dormir en los vagones…sería difícil pasar por casa… no importaba…Era su deber investigar todo lo que fuera necesario.

Entre carcajadas, el inspector jefe llegó a asegurar que en pocas semanas aquel vagón rebosaría felicidad…aunque él nunca pudiera llegar a tocar en un acordeón otra cosa que la Chocolatera…

A casi nadie convenció la solución. Todavía hay quien defiende que no se debe permitir tocar música en la línea dos del metro de Madrid. Otros han llegado a decir que el tren no debería parar nunca en Ópera.






Mariano Molina (Octubre 2015)



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Micorrelato. COMPAÑERO Y A PESAR DE TODO AMIGO


Nos conocimos en la universidad y asistimos a la misma aula. Ella –Alicia-  preparaba las clases cómo si le fuera la vida en ello, aunque lo que quería evitar era la mirada inquisidora de aquel compañero  cuando balbuceaba ante una pregunta imprevista del profesor. Nunca faltaba, sentada en la primera fila, cruzada de piernas, o no, con la falda recogida lo suficiente para distraer la mirada de don Ernesto Cienfuegos y de Guevara, profesor de matemáticas, Grande de España y al que llamábamos Mr.x. por su caracter voluble y casquivano. Solo la presencia de Alicia provocaba la metástasis que se extendía entre otros compañeros. Mr.x tenía que hacer grandes esfuerzos para continuar la explicación y disimular la hinchazón bajo su pantalón. Cuanto la falda era más corta y el día más primaveral, se pavoneaba  del  porqué del  título de Grande, en contraposición con su envergadura. Reafirmaba su ego con un hilo de voz inusual en estos discursos que contrastaba con su género. De poco le servía ante todos nosotros y menos ante Alicia.

Mi compañero Andrés quería ser médico especialista en ginecología y obstetricia para asegurarse los reconocimientos sociales y disfrutar, sin impedimentos, su inconfesable desviación sexual, el voyeurismo. A la vez que ironizaba, aseveraba, "tendré satisfechas mis aspiraciones profesionales y resuelto el conflicto entre  sexo y oficio".








Andrés, voyeur sempiternose le acercaba  entre clases, con la
excusa de tener dudas sobre las explicaciones de Mr.x. En las distancias cortas era más peligroso. Con la mirada, se paseaba por el cuello de cisne que arrancaba de la nuca  de Alicia. La imaginaba lubricada deslizándos, sobre mi cuerpo. Mi compañera no pódia 
ponerse vestidos que remarcaran los senos emergentes, compatibles con su edad y exhibir sin temor sus piernas de impala. Sentía temor cuando Andrés se acercaba al grupo. Su rostro reflejaba el deseo de restregarse con su pecho como si fuera una eventualidad. Alicia no olvidaba  sus sensaciones y me lo explicaba delante de una taza café.
Una y otra vez Andrés repetía el recurso justificando su presencia. Alicia se apartaba, temía que el reflejo de sus facciones anunciaran las acometidas. Andrés buscaba su cuerpo con vehemencia. Alicia me confesaba sus temores y  sentimientos. Nos convertimos en algo más qué compañeros. Dejó de asistir a algunas clases en contra de su voluntad, los días que se sentía más debil para soportar las posibles acometidas de Andrés. Ella me esperaba en un café próximo a la facultad, para comentar la clase, intercambiar apuntes y conocer el estado de agitación de Andrés. Yo me deleitaba con los encuentros, hasta imaginar a Alicia entregada. No lo manifestaba, por miedo a perderla. Andrés repetía la actuación. No sólo acosaba a Alicia, también al resto de las compañeras. Fue expedientado y obligado a dejar la universidad. Ya no tenía excusa para justificar las citas. No sabía si ella seguía con sus espejismos. La invité en sucesivas ocasiones al cine, a la salida y en otros cafés comentábamos la película. Ella como intetelectual y yo sufriendo mi desconocimiento para analizar cada cinta. Harto del esfuerzo reconocí mi limitación y la pedí ayuda. Desde que me sinceré, me sentí cómodo, e iniciamos una relación sin limitaciones. Alicia accedió a mi petición y a la de ponerse los vestidos que excitaban a Andrés. Los juegos eróticos se iniciaron con aproximaciones en una esquina del dormitorio. Los dos, semidesnudos, nos entregábamos a mis fantasias. Al culminar los orgasmos ella relajada, me besaba y yo no dejába de pensar lo fácil que me lo había puesto Andrés.


                                   Javier Aragüés (Octubre de 2015

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Microrrelato. DESPEDIDA


Aunque jamás había estado en prisión, hubiese preferido que los olores a letrina,  del catre y de la manta, no resumieran los de todos los que habían pasado por aquella celda. Semidesnudo, involuntariamente, apoyé mi espalda en los barrotes, el escalofrío inesperado suprimió todas las sensaciones. El cierre sincrónico  y el chirrido de las aldabas de la hilera de calabozos se amortiguaron por los cuchicheos de los agentes. Yo no había apagado  la luz cuando el grito del funcionario retumbó en mis oídos.
 -¡¡¡ Salvador, a qué esperas!!!-dijo.



La DESPEDIDA es Un CanTrist...




Sin pensarlo y atemorizado busqué el cordón mugriento unido al casquillo de la tulipa de la única lámpara y luz leve que iluminaba el calabozo. Solo tenía un pequeño trozo de papel, superviviente de la brutal detención y un pedazo  de lápiz del que asomaba una mínima punta roma. Sentí alivio, eran los únicos nexos con el exterior para poder despedirme de manera escueta y civilizada de mis seres más queridos. Por un momento ellos paseaban por mis retinas y cruzábamos las miradas, en silencio y con el atisbo de amor del que éramos cómplices.

-Para Joaquim, Carme, Merçona, Montse e Immaculada.” Ya poco os puedo decir, dentro de unas horas sentiré de nuevo el escalofrío definitivo de la muerte apoyado en mi cuello. No me arrepiento de lo que de lo que la vida me ha consentido” Vuestro hermano que no os olvida”. Salvador


Javier Aragüés (Octubre de 2015)



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Microrrelato. LA  FINESTRA


Em vaig despertar, el meu home ja s’havia llevat, segurament havia baixat a comprar els croissants per esmorzar, com feia cada dissabte. Mig adormida, surto del llit i tal com anava m’acosto al balcó, pujo la persiana i m’adono que en una de les finestres de la casa del davant hi ha un home nu de cara a la finestra que està encenent una cigarreta i que s’ha adonat que jo el miro i sembla que s’excita. De repent apareix un altre home que se li acosta pel darrera, fa que es giri i li clava el ganivet  que portava a la ma.






 Veig la sang que fa un bassal al terra i l’home que cau. Esgarrifada, baixo la persiana i torno al llit, mi estiro  excitada i sufocada pel que acabo de presenciar i només tinc esma per truca els Mossos per comunicar que s’ha comes un assassinat a l’edifici de davant de casa. Em mig adormo i al cap d’una estona em desperta la sirena dels polis, just quan sento entrar el meu marit al dormitori, que em diu:
- Si et vesteixes de  seguida podràs veure com roden una  peli, aquí, a davant de       casa.
- Com pots veure, no estic presentable tal com vaig. Em vull  dutxar. Si  vols, ves baixant, jo ja vindré.
No volia sentir als polis preguntar: 
         - Qui és la idiota que ha telefonat avisant que hi havia hagut un assassinat? 



Josep M. Arús 26 de maig 2015



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Microrrelato. NIT DE MONSTRES




    Encén la lampara de peu de la seva habitació,deixa les arracades i les polseres a la tauleta de nit sense dir res com fa habitualment. La mare l’ acompanya,amb les dues mans doblega els llençols per damunt  la flassada i col·loca tendrament el coixí al capçal del llit desitjant-li un bon repòs.






   Ella s’ hi fica tapant-se fins dalt per penetrar en aquest món fantàstic i fosc on ja l’ esperen els seus amics, monstres ferotges i essers meravellosos que, puntuals, li ofereixen una bona sessió de terror i d’ aventures que li faran oblidar la cadira de rodes.


                                                                         Mariona Bigorra




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Microrrelato. DEDOS DE PLATA



Hoy la he visto agazapada, en el zarpazo dolorido de tu sien. Ptosis en tus párpados, la visión cornea empañada por un velo siniestro.

Está ahí esperando...esperando...ante nuestra impotencia.











Sin temblor ni vacilación coloco mi mano en el arco de tu frente. Intento transmitir luz con mis dedos de plata. Suaves flechas de energía, emergen de mi caricia sanadora. Nos dicen que estás curado, mis ojos en tus ojos y lloramos de alegría. 


Isabel Demestre. 25 de mayo de 2015





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           Miceorrelat:  BESTIARI











Cada cop que et veig sento papallones a l’estomac i se m’omple el cap de pardals. No gosso dir-te res, no s’escapi cap animal.



                                       María Rosa Pita


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Microrrelato. SOLA      


Marcelo, recuerdo las tardes junto al fuego, el color ámbar de nuestros cuerpos desnudos y los labios cortados por la insistencia. Hace días que no siento tu cariño, ni te veo. Recuerdo tus promesas al conocernos, tu comprensión y cómo afrontas lo terrible y evidente.  Mi hermana Beatriz, me recuenta las historias felices de tiempos pasados, antes del accidente.







 Siempre hablamos de ti, de lo feliz que nos haces. Yo sé lo tuyo con Beatriz, no me importa y lo consiento. 
¡Marcelo vuelve! Prefiero que seamos tres, a estar sola y amarrada a una silla de ruedas. Yo, ya no sé cómo fabricar más recuerdos.


  Javier Aragüés (Mayo 2015)




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Microrrelato. UNA DECISIÓN EQUIVOCADA


Como cada tarde, frente al mar y en silencio, paseamos sin compromiso. Descubrimos los primeros besos, los que no se saben dar y quedan siempre en los labios. Repetimos, hasta desear los siguientes, hasta llegar al contacto con nuestros cuerpos sin esperar nada, solo los besos.







El tiempo desaparece. Vuelvo a la ciudad -la de siempre- con mi equipaje y a la espera del siguiente verano. Al despedirme, es imposible olvidar lo más importante, el idilio, el cariño y los besos. 
Arranca el tren, ella se queda. Las experiencias y la decisión equivocada se mueven conmigo.


Javier Aragüés (Mayo de 2015)