domingo, 3 de noviembre de 2019

ARISTA CRÍTICA

ARISTA CRÍTICA HA SOBREPASADO LAS 45.000 VISITAS

GRACIAS A TODOS VOSOTROS

Arista Crítica es un blog, sin ánimo de lucro, que recoge temas artísticos y literarios con ilustraciones de pinturas, fotografías, temas musicales y/o, fragmentos con referencias a otros autores y ante todo contiene los relatos y microrrelatos correspondientes a mi primer libro, entre muchos otros.

Además, permite seguir mi evolución como humanista y la progresión en literatura, pintura y fotografía.
Para mi ha sido el dinamizador que ha permitido difuminar la carga de mis severas patologías.

Os recomiendo que paseéis por sus paginas y os detengáis en las alusiones a la vida, a la pasión, al miedo, a lo infantil, a al intriga, al mar, a lo poético, a lo fantástico y al amor, verdaderas estaciones para recrearos en las percepciones vitales

Javier Aragüés (noviembre de 2019)
















ARISTA CRÍTICA HAS OVERCASSED THE 45,000 VISITS


THANK YOU ALL!


Arista Crítica is a non profit blog that collects artistic and literary themes with illustrations of paintings, photographs, musical themes and / or, fragments with references to other authors and, above all, contains the stories and short stories corresponding to my first book, among many others.

In addition, it allows me to follow my evolution as a humanist and the progression in literature, painting and photography.
For me it has been the dynamizer that has allowed me to blur the burden of my severe pathologies.

I recommend that you walk through its pages and stop at allusions to life, passion, fear, childishness, intrigue, sea, poetic, fantastic and love, true seasons to recreate in vital perceptions


Javier Aragüés (November 2019)

viernes, 1 de noviembre de 2019

TAMBIÉN ES AMOR



Desde hacía meses le perseguía una idea y se preguntaba  — ¿Soy capaz de querer? La duda le asediaba cuando veía a las parejas de enamorados pasear. Pensaba que el amor debía aproximarse a lo que él había sentido en momentos excepcionales. No estaba seguro y mascullaba — ¿Será como aquella sensación que me recorre cuando sentado en el borde de la cama, leo un cuento a Lucía, mi sobrina? Aunque también recordaba  aquel momento en el que una fuerza descomunal le sacudió cuando tuvo que despedirse de sus padres al tener que emigrar a aquel país triste en el que encontró trabajo. Tampoco era desdeñable el abrazo que le dio Alberto, su mejor amigo, cuando enterró a su padre. La pregunta que se hacía sin encontrar respuesta era ¿Son todas diferentes manifestaciones de amor? Esas sensaciones le hacían sentirse dubitativo, pero eran incontroladas. Buscaba la manera para que fuera él mismo, el que las indujera y provocar reciprocidad en el ser querido. Desde luego no sabía expresarlo y para él era otro tipo de amor. 

Desorientado, no descansaba, pero ni la persona ni el sentimiento se exhibían. En algún momento pensaba que esas sensaciones se manifestaban en sueños y al insinuarse, una densa bruma las hacia desaparecer para devolverle las tinieblas.  

Desde que estaba obsesionado por resolver este enigma, su ocupación era escasa. Para ser preciso, era intensa pero focalizada en aquella mujer, que día tras otro, a la misma hora,  se sentaba en una de las mesas del interior del café frente a su casa. Le bastaba verla junto a su perro —eran inseparables— que yacía inmóvil a sus pies. Para él, ella rezumaba sensibilidad y le deslumbraba por su sencillez.  









Como cada día, al entrar en el café la buscó. Sin dejar de observarla le dirigió su mirada esperando reciprocidad, pero nunca la había. Ocupó una de las mesas próximas a la de ella, situada en lo que para él era el ángulo de ilusión, desde donde podía verla sin ofender. Desde allí pretendía dejar constancia de su interés y que su intenso olor varonil le delatara, pero ella no se movía un ápice y se mostraba ajena a su inclinación. Él no sabía cómo reclamar su atención. Lo había intentado todo, pero era inútil.

Había un miedo adicional que atenazaba su pretensión, el de llegar a ser correspondido. Porque al atender a sus manifestaciones sobrevendría el pánico y no sabría qué cómo comportarse. Pero por la forma de sentarse, con los brazos distendidos y el cuello rígido, su respuesta era evidente. No dejaba de estar inquieto y sintió una sensación que le recorría lo más íntimo pero que era incapaz de verbalizar. Desdibujado, con su mirada pedía clemencia; al hacerlo el sentimiento que experimentaba era cada vez mayor y ostensible. En ese momento, ella se levantó y el perro también. Él no pudo contenerse y se puso en pie, los siguió con la mirada hasta que salieron del local y se detuvieron en la acera. 

Pasaron unos minutos, él la veía agitada. Le pareció que hacía un gesto titubeante al intentar dar un paso. Una persona que estaba muy cerca grito: "¡Nooo, por favor!". Un coche pasó a gran velocidad, muy cerca de ella, y la hizo perder el equilibrio. Instintivamente, él la agarró de un brazo y la sujetó. Sintió que en esa aproximación el calor de ella penetraba en su cuerpo y la búsqueda se estrechaba. Ella se dejó guiar y comenzaron a caminar. Él no se atrevía mirarla, mientras su semblante iba recomponiéndose como si siempre lo hubiera estado junto a ella. Notaba que la mujer se apoyaba y su paso era indeciso, aunque marcaba el itinerario. Apretó su brazo hasta sentirla. Él se reconocía y comenzaba ese empuje interior que había aparecido en los momentos excepcionales de su vida y que ahora parecía despuntar. Continuaron caminando pero ella aflojó el paso hasta que el perro se detuvo.  Le pareció oír unas palabras: "Eres muy amable, te agradezco que nos hayas acompañado".   Se situó frente a ella, buscó su mirada y al no encontrarla se desorientó. 

La mujer y el perro, como si fueran uno, caminaron inseguros y se perdieron por un portal en tinieblas. Jamás la volvió a ver.  


Javier Aragüés (noviembre de 2019)

jueves, 24 de octubre de 2019

DESENLACE








Maite no dejaba de escuchar el Waltz No. 2  de Shostakovich. Con cada compás le caía una lágrima. Para ella, esa música quedaba suspendida en lo más íntimo y le recordaba a Ander en los días robados a la monotonía. En las tardes furtivas, las palabras dejaban de ser las habituales hasta hacerse próximas y posarse en el cuello de Maite, entonces deslizaban descontroladas por su espalda en busca del silencio para convertirse en un aliento sosegado. Sí, porque el deseo de Ander susurraba sobre su piel desnuda y al tocarla se convertía en ofrecimiento incondicional para continuar aquella arriesgada y sorprendente aventura. Maite, sin pedir nada a cambio, se enredaba en los deseos de los dos.

Pero aquella tarde, en medio de la pasión, irrumpió la visita indeseada. La música se detuvo y el amor, asustado, se cobijó en el recuerdo.  




Javier Aragüés (octubre de 2019)


domingo, 20 de octubre de 2019

EL DIARIO SECRETO DE DIDIER



—Didier, no sé qué tendré que hacer para que me dejes leer algunas páginas de tu novela —me repitió Ilka cuando paseábamos junto a la iglesia de Dürnstein.

— ¿Pero de qué novela me hablas? Si lo único que hago es anotar impresiones en mi diario, y no siempre— le contesté algo molesto.

Yo intentaba quitarle importancia, aunque el tono que utilicé me denunciaba y porque, de no ser así, Ilka, con toda probabilidad, habría roto con nuestra amistad.




DÜRNSTEIN


Me seguía sorprendiendo desde aquel verano que todo empezó con una cita aparentemente casual, pero por lo que averigüé meses después, por sus propias palabras, fue deliberada. Hacía tiempo que nos conocíamos, creo que casi un año. Yo pasaba unos días de descanso en una pequeña localidad austriaca que sería mi residencia habitual al llegar mi jubilación. Cada tarde, paseaba  por unas de las calles adoquinadas que vigilaban la orilla del Danubio. Lo hacía después de escribir y lo justificaba como algo necesario para alimentar mi inspiración, pero según pasaban las tardes mi argumento perdía consistencia. Solo esperaba la hora que marcaba el tañir de la campana de la iglesia, para recoger mis útiles de escritor aficionado e ir a su encuentro.

— No sé qué tengo que hacer para que comprendas que yo estoy en activo, soy la maestra de esta comunidad y mi disponibilidad es limitada.

—Lo sé. Pero me has acostumbrado a estos paseos, a nuestras charlas y a aborrecer que sea la noche la que me obliga a despedirme.

— Hoy no me puedo contener necesito decirte lo que desde hace tiempo resume ese deseo de conocer lo que escribes y no es ni más ni menos que descubrir si buscas mi amor o son suposiciones mías. En cierta manera me siento culpable, porque fui yo, la que aquella tarde cuando dabas tu paseo, al llegar junto a la escuela, te llamé para que me ayudases con aquella ventana que yo no conseguía cerrar y que siempre había permanecido abierta. Solo el hecho de detenerte y prestarme atención alteró el significado de esa jornada que parecía implacable para no ser diferente a otras tantas. Desde aquel momento mi mente se disparó, hasta hoy.

Yo no sabía lo que pensabas.Bastaba con esperar, y cuando asomabas por el recodo del camino que llevaba la escuela, imaginar tu figura, tus pasos acompasados hasta llegar a la puerta con tu inseparable cuaderno, que apretabas con una de tus expresivas manos y que, como si tuvieran vida, tus dedos cuidaban con sutileza para que no te abandonase. Pero había algo mucho más rotundo. Tu discreción para que si nos observaba alguien pareciera un encuentro casual y preservar mi reputación. Quizás era esto, lo intangible, lo que más apreciaba. Entonces y como si aquello no fuera suficiente, me buscabas antes de que mi presencia fuera manifiesta y tus ojos, sin verlos, hacían estragos en mi imaginación. 

—Comprendo tu curiosidad pero si conocieras lo que esconde mi cuaderno te defraudaría. Esa tarde, al encontrarnos, estaba atemorizado; yo esperaba tu insistencia y más que nunca apretaba mi cuaderno, pero mis dedos apenas lo podían sujetar y entonces apareciste. Nuestros ojos se encontraron y mi diario cayó. El impacto contra el suelo lo dejó abierto. Me sentí desnudo. Mi vida preservada, a punto de ser terriblemente conocida. 

Ilka miró al suelo. Todas las páginas en blanco, salvo la última, con solo tres palabras. Ilka, te quiero.


Javier Aragüés (octubre de 2019)




viernes, 11 de octubre de 2019

EN LA ISLA


Bastó una mirada para rasgar mi seguridad y recordar que a esa edad todavía era capaz de enamorarme. Caminaba por la cubierta provocando y sorteando coincidencias porque entre el pasaje estaba esa mujer. Desde hacía horas que ella y yo nos buscábamos; a ella le fatigaba la fidelidad y a mí, un exceso de realidades.

Dos largos e insistentes avisos de la bocina del barco anunciaban la escala en aquella pequeña isla del Egeo al sur de Atenas. El pasaje estaba compuesto en su mayoría por habitantes de la isla, que por sus atuendos y la forma de gestualizar era evidente; nos hicieron descender por  una pasarela endeble que hacía imposible el equilibrio. Destacaba un grupo de ingleses, blanco de las miradas de los griegos y de un desdén manifiesto, y por supuesto la pareja, que no era capaz de ubicar y no pasaba desapercibida, sobre todo por ella.




Isla de HYDRA


Después de una larga travesía, el pisar las losas pulidas del muelle, alisadas por el tiempo y el sufrimiento de los pescadores, me produjo cierta tranquilidad y la certeza de que la isla no se movía.
En el lugar, nadie, quizás por la hora. En los aledaños, junto a uno de los viejos almacenes de pescadores, un grupo de hombres inmóviles formaban parte de la quietud mientras observaban lo que parecía un cuerpo sin vida. Después supe que no era el de un hombre cualquiera, por los gestos histriónicos que dibujaban aquellos individuos. A intervalos de no más de un minuto se les escapaba — ¡Pobre don Calix!—, sin dejar de gestualizar. 
El grupo de policías  que formaba parte de la minitragedia también  tenía su propia coreografía y se empeñaban en aparentar excesivo interés por el caso, aunque con la 

desgana mediterránea que caracterizaba a los agentes.
Creo que fui el único que advertí la escena. Ella siguió caminando y yo detrás a unos pasos, los necesarios para que mi interés no fuera evidente. La mujer al cabo de unos segundos, disminuyó la marcha y con discreción, giró su esbelto cuello en silencio como señal de aprobación a mi interés y con intención de volverse, sin llegar a hacerlo. Él hombre que la acompañaba — su marido quizás— seguía caminando a una distancia que parecía perderla.

De forma inesperada, una luz intermitente, acompañada de pitidos graves y cortos al principio de la bocana, rompían la calma del puerto natural. El grupo de agentes y vecinos se disgregó dejando ver el contorno abultado y blanco de la sábana que cubría el cuerpo. Dos hombres recogieron a la víctima y el furgón desapareció. El lugar quedó  recompuesto y sin rastro, nada ni nadie podría decir que aquello había ocurrido.

El paseo, rigurosamente enlosado, perimetraba el puerto y era itinerario obligado de todos los que desembarcábamos. Los habitantes de la isla hacían la vida en las apretadas  callejuelas que asomaban al malecón. Todos seguimos de manera involuntaria al grupo de griegos que nos condujo hasta el centro donde se encontraba el único hotel, que no era otra cosa que un gran caserón de piedra que en otros tiempos había pertenecido a una de las familias de armadores. Ya sin los griegos, todos se mostraban indecisos y en la puerta no se atrevían a pasar, se agolparon en el gran portalón que hacía las veces de recepción; la mujer se quedó rezagada y el hombre entró con decisión  como si conociese el lugar. Ella aprovechó ese instante para entregarme un trozo de papel doblado y se volvió adelantar con la intención de seguir al hombre que  entró en una habitación que había tras el mostrador. 

A escondidas, desplegué el papel arrugado y en él unas letras inseguras que hablaban por si solas. "Te espero esta noche a las once, en mi habitación. Primera planta, la puerta junto al pasillo. Rosella."

A las diez cincuenta y cinco ya estaba allí, no tuve que averiguar más, Rosella me esperaba en la puerta.


Javier Aragüés (octubre de 2019)







lunes, 7 de octubre de 2019

DESPERTAR


No podía dormir. Desde hacía días un sueño extremo me despertaba, el frío recorría mi cuerpo y se instalaba en manos y pies; era el síntoma de que la noche había sido trémula y tenía la sensación de haber soñado. Un sudor frío empapaba mi frente. Esperaba en la cama las fuerzas para —sin Amanda— iniciar otra jornada desocupada de cariño. Sin pensarlo más me senté en el borde de la cama, no alcanzaba a dar la luz. Con un movimiento de pies conocido y alternativo me topé con una de mis zapatillas, bastaron dos intentos. Conseguido mi objetivo inicié el camino, semidormido, para atravesar el pasillo —interminable— hasta llegar a la cocina. Repetía los mismos gestos para amortiguar su ausencia.




Encendía la luz a tientas. Ponía los dos tazones sobre la mesa y dos cucharillas, el azucarero desconchado de un amarillo triste que ya no necesitaba tapa —víctima incruenta en un descuido— , miraba de reojo a la mesa por si faltaba algo y preparaba el desayuno. El silbido de la cafetera y el olor intenso a café ocupaban mis sentidos. Me sentaba y después de llenar las tazas esperaba a que ella arrancara a hablar, lo habíamos hecho tantas veces... pero la espera era infructuosa y solo la radio con un programa matinal repetía su ronroneo incansable. Pasaba más de una hora, aunque cada día se alargaba un poco más, hasta que duchado y vestido me enfrentaba a la decisión de salir a la calle. No tenía otro remedio. 

La portera lanzaba su saludo frío y protocolario sin levantar los ojos mientras barría. El portal era la frontera entre la sombra y la penumbra y el reto para asaltar la calle. Iba al trabajo —cerca de mi casa— dando un paseo, pero seguía pensando en ella. Su mirada sostenida rayando la indiscreción, el cabello ensortijado hablaba y unos ojos dispuestos a engañar si era necesario, la hacían imprescindible. Seguí caminando sin dejar de pensar en ella. 


Al pasar por delante de una librería me pareció verla. 


                                                       


Javier Aragüés (octubre de 2019)

miércoles, 2 de octubre de 2019

FERIA DEL LIBRO DE MURCIA

El próximo viernes 4 de octubre, estaré en el estand de la Editorial Circulo Rojo de la Feria del Libro de Murcia, donde firmaré ejemplares de mi libro RELATOS Y MICRORRELATOS AL COMPÁS DE LA VIDA.









INTRODUCCIÓN A MI LIBRO


La vida regatea; si te excedes en el equipaje, fatiga. Es un viaje —largo para algunos— insuficiente para casi todos. Caminas sin ver el final. 


Si estás dispuesto, el recorrido está lleno de sensaciones nuevas y sorprendentes; las que son agradables parecen escasas. 


Si las percepciones vitales son conocidas, indican que el camino se angosta y queda poco tiempo para el final; cuando son inesperadas, obligan a poner el contador a cero, a sobreponerse y a estar dispuesto a echar a andar una vez más.


 La vida tiene un compás, en donde se suceden los relatos a tal velocidad que definen el ritmo de nuestra existencia; si lo pierdes, tropiezas y puedes dejar de caminar.




Javier Aragüés (octubre de 2019)

lunes, 30 de septiembre de 2019

TÍTULOS POSIBLES












POSIBLES TÍTULOS 


La ingravidez de las palabras

Amores, desamores y la ingravidez de la palabras

Claves de amor

Relatos de amores imposibles

Amar en silencio

Gritos sin piedad

Cada tarde de amor

El peso de las palabras

Ingravidez de las palabras

Cuentos de amor y algunas historias con alma.

Con la soledad del navegante

Relatos con esperanza

Amor pasaporte al país sin odio


Añade posibles. Hay 15 desde el 15 de junio que esperan

http://www.lecturalia.com/libros/pu/jinovedades-editoriales

viernes, 27 de septiembre de 2019

CHARLA DE JAVIER ARAGÜÉS EN LA PRENTACIÓN DE SU LIBRO








                                  PRESENTACIÓN DEL LIBRO 
      "RELATOS Y MICRORRELATOS AL COMPÁS DE LA VIDA"
                                          Autor: Javier Aragüés
                                            Librería Casa USHER (Barcelona)


Javier Aragüés (autor)

                                                            
Buenas tardes. No podéis imaginar cómo agradezco vuestra presencia. No esperaba que fuésemos tantos —para mí una multitud— y eso me conmueve. La palabra multitud me sugiere  el título de un libro, “Deseo de multitud” de Juan Manuel Aragüés, primo mío y que acabáis de escuchar, en el que intenta responder a aquellos que cuestionan ¿Cómo desarrollar una política de la diferencia? Pregunta que nos hacemos muchos y sobre todo ahora que tendremos que volver a votar.






¿Por qué digo esto? En mi caso, el deseo de multitud  se escribe con minúsculas, es menos ambicioso, pero se ha hecho realidad y estoy realmente emocionado, aún así debo cumplir con el propósito de presentar mi libro.  
Para conseguirlo es esencial mantener vuestra atención,   sorprenderos. Resulta tentador desvelar el final y no lo haré, pero al menos avanzaré lo que persigo en mi intervención, que no es otra  cosa que poder explicar: 



DOS POR PORQUÉS: POR QUÉ ESCRIBO EL LIBRO Y POR QUÉ HAY QUE LEERLO. (Escribir y leer)

¿Qué dificultad tiene la Presentación de un libro? Para mí, la presentación de un libro representa un encargo novedoso. Para acometerlo, la tentación es improvisar que es sinónimo de contraer riesgos, lo que puede significar que el resultado sea incierto o insatisfactorio. En las actuales  circunstancias he decidido que no soy incapaz de asumirlos, para lo cual he venido doblemente acompañado. Para desvelar las tramas y lo desconocido de mí libro, de la escritora Susana Camps; y para descubrir si hay algo de verdad, ni que sea existencial, de la voz y el cariño del profesor de filosofía Juan Manuel Aragüés.




DOS TERCERAS PARTES

Esta decisión me ha tranquilizado por lo que pienso que llego con el encargo resuelto, al menos en dos terceras partes, y a partir de este momento tengo la suerte a favor, o eso creo. Veamos el porqué.




            LOS AFORISMOS Y LA ESCRITURA   
                     
¿Podemos afirmar que los aforismos siempre son ciertos?
Al presentar un libro, la historia hasta ahora se recrea a mi favor. En Roma, Plinio el Joven afirmaba: No hay libro malo, que no tenga algo de bueno”. Esta idea se mantiene durante siglos, aparece explícita y en más de una ocasión se repite.  Por ejemplo, en el Lazarillo de Tormes. También Miguel de Cervantes proyecta este aforismo en el diálogo que mantienen Don Quijote y el caballero Sansón Carrasco. Y más tarde, Oscar Wilde modifica el concepto y lanza un atrevimiento: “La verdad es que no hay libros malos, lo que hay son malos lectores”. Uno se puede acoger o no, a estos aforismos,  pero hoy sin duda se tambalean cuando hoy vivimos atiborrados de textos.





LO MÁS DIFÍCIL. LOS DOS PORQUÉS

Como os decía, ahora viene lo más importante  que es explicar el por qué he escrito este libro y porqué hay que leerlo. Para ello recurriré al término disparador, no sentido que se utiliza en la narración y sí no como detonante de una acción.




DOS DISPARADORES

Los acontecimientos más rugosos y emotivos que suceden en algún momento de la trayectoria vital de cualquiera de nosotros son los que van rellenando las páginas del libro. Hay dos  —de lo que yo llamo disparadores—  responsables de que el libro RELATOS Y MICRORRELATOS AL COMPÁS DE LA VIDA esté hoy aquí. Uno de ellos es mi enfermedad neurológica, las sucesivas intervenciones quirúrgicas y las recaídas. El otro, es el ánimo de restablecer las capacidades cognitivas que la enfermedad había volatilizado. Admito que al hacer uso de este argumento vital busco cierta intencionalidad para captar la buena predisposición del lector. Susana lo conoce, lo cita en el prólogo y lo expresa con rigor: “como dirían los clásicos: captatio benevolentiae





EL SEGUNDO DISPARADOR Y SUSANA CAMPS
¿ESTACIONES DE LA VIDA? 

¿Cuál es el segundo disparador? Al margen de la intencionalidad que busco, es gracias al segundo disparador — el ánimo de restablecer las aptitudes cognitivas— por el que caigo en manos de la escritura creativa y que Susana Camps se encarga de alentar. Yo pongo en el libro la intención de detenerme en lo que llamo “estaciones de la vida”, sin dejar de observar y narrar. Me siento cómodo al decir que el libro se ha nutrido de las expresiones íntimas de las personas y sobretodo de aquellas, que “me han dejado pasear unos instantes por sus vidas”. Pero lo más importante es que descubro mi amor profundo por la escritura, de tal manera que he pasado de ser un organismo enfermo, a un fiel enamorado de representar ideas y sueños mediante signos o trazos.









SUSANA  CAMPS 

 “Viaje imaginario al Archipiélago de las Extinta”

Pero también, sin duda, el título es el resultado de la enseñanza, de la influencia literaria de Susana Camps y de su libro “Viaje imaginario al Archipiélago de las Extinta”, que todos los amantes del microrrelato deben leer, si no lo han hecho ya. A mí me sirvió de gran ayuda y entretenimiento, e incluso hasta hoy llega el rastro literario, que no he perdido y que hace que vuelva sobre él para deleitarme entre lo surrealista y pedagógico. Un ejemplo es el micro “Instrucciones para leer un microrrelato”, en la página 75 de su libro. 



DÓNDE PONE EL FOCO EL LIBRO. 
ANTE “LAS ESTACIONES DE LA VIDA” SE DETIENE. 

Como decía Francisco Umbral “Hablemos de mi libro”. Sin duda, mi libro está focalizado en todos aquellas mujeres y hombres que ponen en valor sus vivencias y sopesan su comportamiento en lo que yo llamo también estaciones obligadas. ¿Qué son o cuáles son? Es más revelador enumerarlas. El amor, el miedo, el deseo, los recuerdos, la infancia, la muerte… o la pasión, son estaciones de la vida; hay tantas como temas universales se generan y coexisten en el ser humano. Ante todas ellas, el libro se detiene para recrear un itinerario vital que puede ser el de cada uno de nosotros, basta detenerse, leer y recrearse. Durante tres años he estado fabricando una obra dedicada a acariciar el comportamiento humano y ahí está la síntesis de mlibro. 



NO HAY TIEMPO PARA LEER. EL "LOGLINE”  

¿Hay alguna palabra clave para saber de qué va el libro? 
En la actualidad los productores, los agentes y los inversores no tienen tiempo para leer recordemos que hoy, el atiborramiento de textos atiesta sin necesidad y ha provocado que el concepto de sinopsis evolucione hacia el término loglaine, que a su vez ha generado otros anglicismos y ha obligado a guionistas y escritores a utilizarlo. El loglaine es la nomenclatura que se utiliza para explicar el guión, el libro o simplemente un proyecto de inversión en solo 35 o 45 palabras. Sí, con esa extensión hay que ser capaz de expresar una intención. Como yo no soy ortodoxo, o al menos lo intento, el loglaine de mi libro tiene 53 palabras incluido el título, que sin él, serían 45 palabras que ya rozan la norma. 

Para los que tienen menos tiempo o más avidez literaria, he fabricado otro logline que yo llamo “record de 27 palabras” y que aplicado a mi libro permite definirlo como: “El libro es una antología de relatos que recogen sentimientos y actitudes en las que el lector se siente reflejado, recreándose en su deriva como expresión narrativa”




EL LOGLINE DE MI LIBRO


Creo que a estas alturas es innecesario ocultar qué es mí libro, ni que para definirlo sea adecuada la manera resumida  —"record de veintisiete palabras"— por lo que me atrevo a derramar esas cincuenta y tres que bien definen su logline. 

RELATOS Y MICRORRELATOS AL COMPÁS DE LA VIDA es la expresión que resume el transitar por los sentimientos y detenerse en estaciones obligadas: la soledad, la pasión, el miedo, la enfermedad, el silencio, el desamor,… y el mar; y en particular, en aquellas escenas que nos envuelven un día u otro.




¿POR QUÉ HAY QUE LEERLO?

Recordaréis que al comienzo de esta intervención me comprometí  al “¿POR QUÉ HAY QUE LEERLO?” 

Para los que no tengáis mucho tiempo —la mayoría— espero haber dado una idea somera de lo que quiero contar en mi libro sin llegar al spoiler, porque cada relato o micro tiene una trama bien definida con un final que produce una sacudida, o al menos eso pretendo. Sin duda va a ser esto lo que despierta el deseo de leer mi libro. Espero que lo disfrutéis que es de lo que se trata. Para despedirme he escogido un proverbio que aparece al comienzo de mi obra y dice.        

Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.                 





MUCHAS GRACIAS

Con esto acabo mi intervención. Gracias por vuestra presencia y atención. Agradezco a Juan Manuel Aragüés su apoyo a pesar de la distancia y a Susana Camps por su intervención y su ayuda literaria.

Y sí ahora, si nos dan permiso, podremos charlar y seguir brindando con una copa de cava que es lo que hacen los buenos amigos, y vosotros lo sois.




Muy importante, os recuerdo que la librería cierra a las 20h, pero nosotros tenemos toda la vida.



                   Javier Aragüés (26 de septiembre de 2019)