viernes, 12 de febrero de 2016

LA PIRAÑA DE PLÁSTICO


El veinticuatro de noviembre de 1962, Día de Acción de Gracias, un Ford Mustang de alquiler, destartalado y con matrícula de Houston, circula por  la carretera interestatal noventa. Una ruta con poco tráfico.  Zigzagueante en tramos y acharolada en los meses de invierno. Los tres ocupantes se dirigen a la ciudad de Beaumont donde vive la familia de Dylan. La cortina de lluvia no cesa. Las gotas borbotean en el asfalto. Austin imagina los charcos repletos de salmones y pirañas de plástico en los  improvisados remansos  Ensimismado con sus juegos de niño, se acomoda en el asiento trasero. Dylan y Jane, tensos, no quitan los ojos de la carretera. Crece la preocupación. Él duda si continuar o pasar la noche en un motel de la pequeña población de Winnie. O lo que es lo mismo, renunciar a la cena con su familia. Vivir un día tan especial en aquel rincón, estar junto a Jane, y Austin como observador. La lluvia decide.







MOTEL EN EL OESTE. EDVARD HOPPER 

El motel “REST”, tiene como mucho veinte habitaciones. Esta noche, todas vacías. Mss. Parker, recepcionista por obligación, bosteza. Nos pide un nombre para inscribirnos: “Scott. Dylan Scott”.
Mss. Parker recita: “Son setenta y cinco dólares la noche. El número del apartamento: el dos.  Hay que dejarlo libre por la mañana, antes de la diez y media ". Nos da la llave: “Si queréis comer algo, enfrente hay una cafetería, aunque dudo que esté abierta”. Se apoya sobre el pequeño mostrador y continúa durmiendo. Nos da una habitación con mobiliario deteriorado y de mal gusto. Cortinas mugrientas, una cama desvencijada con dos cojines inmundos. Un aseo y luz escasa.

Jane va al lavabo. Austin y  Dylan hablan.

- No sé lo que hacen las mujeres cuando van al lavabo.

- Austin, no me atrevo a generalizar. Hacen lo que tú y yo no sabemos. No pierden el tiempo. Piensan y se satisfacen a la vez. Yo solo puedo hacer una de las dos. Tú, ninguna. Siempre estás ausente.

Jane sale del aseo.
 
- ¡Pasa Dylan, pasa y cierra la puerta!- Jane observa  a Austin. Están solos.

-¿Jane, por qué me miras?







-Os he oído. Vives en tu infancia. Como dice Dylan, no puedes observar y poseer a la vez. Eres un aprendiz de voyeur- Austin enmudece. ¿Cómo justificarse ante ella? La ve como una piraña de plástico junto a un  salmón. No se atreve a tocarla por miedo a que ataque. Jane sigue hablando.

- Dylan es capaz de conseguir todo lo que se propone. Cada semana me invita cenar. Hablamos de lo que no tenemos en común.  Defiende la fidelidad en la pareja, yo no. Me atrae. Nos acostamos y no pregunta.

 Dylan vuelve al salón-dormitorio.

- ¿Habéis pensado cómo dormiremos?-Austin, en silencio, quiere seguir soñando con sus peces de plástico.

-Prefiero dormir en la moqueta. Tengo bastante con dos cojines.
Jane y Dylan se acuestan. La cama traquetea. Austin no concilia el sueño. Se levanta de madrugada. Bebe agua.  La pareja duerme.
Austin con un cojín en cada mano se acerca a la cama. Ve una  piraña y un salmón. Hunde los cojines sobre sus branquias hasta que dejan de aletear.

-Lo he conseguido. No son de plástico.

Son las diez cuarenta y cinco y Mss. Parker sale de su guarida. No ve el Mustang. "¡ Sinvergüenzas, se han marchado sin pagar !"

Deja de llover. El Mustang recoge a una chica que hace autostop.

-  ¿A dónde vas?-El conductor baja  a medias la ventanilla.


-  A Beaumont.

-  Yo también. Los amigos que venían conmigo se han quedado en Winnie. Ya sabes, “conociéndose”. 

- ¿ Cómo te llamas?

-  Me llamo Jane. 

- Es poco habitual encontrarse a alguien por estos lugares, y menos aún a una chica sola.

- Las pocas veces que he vengo me acompaña un compañero, Dylan.

- ¿Sois pareja?

Dylan y yo nos vemos en ocasiones- Ella se repasa los labios con un pintalabios rojo eléctrico.

Un coche de policía cruza a toda velocidad, con la sirena puesta.  

Un joven hace autostop en la carretera.

- ¿Podemos recogerlo?- el Mustang se acerca al arcén.


- ¿Subes?-el joven no lo duda.



- Me llamo Dylan-se acomoda en el asiento posterior y se transpone. Jane, por el retrovisor, no le quita ojo.

- ¿Podemos hacer un pequeño descanso en ese motel?- el coche se detiene. Jane y Dylan entran en el motel. Austin se mantiene unos pasos mas atrás. Abre el maletero y coge dos cojines.


Javier Aragüés (febrero 2016)


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