miércoles, 6 de junio de 2018

UN HUÉSPED INESPERADO (relato policial)

Jamás hubiera pensado que dos personas, que apenas conocía, podrían dar un vuelco a mi vida. 

Olga y Daniel eran una pareja con los que podía contar para descargar mis intimidades y romper la soledad, a pesar de conocerlos desde hacía pocas semanas en una exposición de fotografía. Esta afición, yo la compartía con Olga. Ella era fotógrafa en un medio digital de gran difusión y yo, un mero aficionado. Como mujer era impulsiva, ambiciosa y amaba su trabajo. Recuerdo como definía su pasión por la fotografía:"Para mí la cámara es una prolongación de mis ojos, guiados por la intencionalidad de mis pensamientos". Daniel, su marido, era un buen hombre, también un hombre bueno y un informático mediocre. Ambos trabajaban en el mismo medio. Daniel estaba totalmente influido por una mujer como Olga. 

Una tarde tomando un café, les hablé de mi estado de ánimo. Hacía poco que había salido una depresión profunda debida, en gran parte, a una grave enfermedad que había conseguido vencer. Olga me recomendó que pasara una temporada lejos de la ciudad: "Necesitas el contacto con la naturaleza, alejarte de lo tóxico que te rodeaba y aliviar tu mente, todavía sometida a una severa fatiga". Yo era un urbanita convencido y jamás se me hubiera ocurrido. Me escuchaban con interés y dia a dia ganaban mi confianza.

Consulté en internet. Descubrí un albergue sencillo, aunque en la página web decía: "Hotelito en el Valle de Hecho, en pleno Pirineo de Huesca". Un lugar adecuado para descansar y poner orden en mi vida. Me dije: "es lo que necesitas". Sin pensarlo más, cogí cuatro cosas y con mi coche puse camino a Pirineos. Ni siquiera llamé al hotel. Como en el mes de abril era temporada baja en la montaña, supuse que no habría problemas para alojarme sin reserva. Me lancé a lo que para mí era una aventura, aunque esa forma de improvisar no iba conmigo. 



Castillo de Acher (Valle de Hecho)



Al aproximarme a la montaña. Los árboles tupían el paso, los verdes muy intensos dominaban la ladera, por la que serpenteaban torrenteras blancas y transparentes que esperaban los ríos. Al adentrarme, el valle se iba cerrando y la luz se apaciguaba. El acceso se hacía más angosto, acompañado de un sonoro silencio.

Ya en la comarca de la Jacetania, dejé el último 
pueblecito del valle, Siresa. A unos quinientos metros, a la salida de una curva cerrada, un cartel rústico lo anunciaba. Se alzaba el albergue en silencio, solo roto por algún trino. 
Junto a las escalerillas del hotel, allí estaba plantado un hombre corpulento, aspecto tosco y con semblante de pocas palabras; junto a él, un chucho inmóvil, con gesto desconfiado. Tanto él como el perro parecían no haber salido nunca del valle y su actitud, al ayudarme con el escaso equipaje, indicaba que no me esperaban.  







Yo había cogido lo imprescindible para estar alejado de la ciudad, durante un tiempo. No  olvidé mis inseparables libros, ni mi cámara fotográfica. 

El hombre, que no me esperaba, sin levantar la vista, con un gesto, me invitó a seguirlo por unas empinadas escaleras. Los peldaños de madera se quejaban cada vez que cualquiera de los dos poníamos los pies. Llegamos al segundo piso. Con una de sus manazas, me señaló la habitación al fondo del desnudo pasillo. Caminé tras él. Se detuvo ante la puerta, dejó mi maleta en el suelo y de un bolsillo de su raído pantalón de pana, sacó un llavín oxidado que no acertaba a encajar. Se disculpó arqueando sus pobladas cejas. Tras varios intentos logró girarlo acompañado de tres chasquidos secos y la puerta cedió. Esperé que pasara primero y encendiera la luz. Una única bombilla suspendida del techo y enroscada a una tulipa de vidrio ordinario con una espesa capa de polvo, proyectaba una luz fatigada, amarillenta y escasa. En ese momento le oí hablar por  primera vez que desde que  llegué. Con voz desagradable dijo: "Esta es la suya". Apenas se distinguía la cama. Cubierta por una manta marrón descolorida, con apariencia de sucia, que disuadía utilizarla; en una esquina, el baño escueto, con una ducha disimulada por una cortina a la que le faltaba más de una anilla y quedaba ligeramente descolgada. Me llamó la atención el ventanal cerrado. Hice una mueca de contrariedad, suficiente como para que se apresurara a abrirlo, aunque con dificultad. Parecía que había estado cerrado durante mucho tiempo. Al marcharse, aprovechó  para soltarme una especie de gruñido y advertirme: "Me llamo Cosme", a la vez  que con su manaza acompañaba la puerta, que cerró de golpe y resonó como un trueno en el pasillo. Al descender por las escaleras, comenzaron de nuevo los gemidos de los peldaños, dejaba caer todo su peso en cada paso. Los ruidos se fueron amortiguando hasta desaparecer.

Estaba deseando estar a solas. Dudaba si era un extraño abandonado en medio de aquel valle y llegué a cuestionar el viaje. Creo que dormí un buen rato. 

Cuando desperté eran la siete de la tarde y me veía obligado a tomar una decisión. Bajé a la salita, que hacía las veces de recepción. Allí estaba Cosme, de pie esperándome y comenzó a hablar.

— Dentro de poco cenaremos, mi mujer lo ha dejado preparado. Ella no nos acompañará — comentó Cosme sin necesidad de preguntarle.

— ¿Cuántos huéspedes hay?

— Por ahora, usted solo. Mañana esperamos un grupo de daneses, creo que los llaman ornitólogos, vienen todos los años por estas fechas.

— ¿Ornitólogos? —pregunté extrañado con él animo de alargar la conversación.

— Bueno sí, en este lugar hace sus nidos un pájaro,  "el quebrantahuesos". El grupo viene para lo que ellos llaman "avistarlo". Los del valle, a esto lo decimos "pajarear". Están unos días, unas veces lo ven y otras, la mayoría, fracasan y hasta el año próximo.

— ¿Entonces el albergue estará lleno?

— No lo crea, vienen seis o siete. 

— ¿Cuantas habitaciones hay? 

— Cinco en cada piso. La tercera planta está cerrada, es para nosotros. El hotel tiene diez habitaciones. Si no fuera por estos grupos, sobraría la mitad.

Me señaló el comedor. Una de las cinco mesas  estaba preparada, el resto vacías y sin mantel. La que parecía iba a ser la mía, tampoco tenía. Un cubierto, el plato, una jarra de agua, un vaso y una servilleta de papel eran toda mi compañía. Había una chimenea que por el aspecto de las cenizas no se había encendido hacía tiempo. La cena fue frugal. Estaba  preparada con demasiada antelación, fría, y yo desganado.







Era temprano para acostarse y decidí dar un paseo cerca de la casa, tomé el camino al pueblo de Siresa. Estaba anocheciendo y apenas se distinguían los arbustos. Me alejé unos cien metros, oí unos ruidos entre unas matas de ginesta. Con cierta prevención me acerqué. Tuve que dejar el camino. 

Entonces vi al chucho de Cosme escarbando, con las patas delanteras, arañaba la tierra enloquecido, hasta conseguir acumular
pequeños montones de tierra y hacer un agujero. Me agaché para ver algo. ¡No podía dar crédito! Había una mano al descubierto, o eso me pareció. Me aproximé con sigilo para cerciorarme. ¡No había duda! Se distinguían cuatro dedos de una mano y el índice, ensartaba un anillo de matrimonio. Por la delgadez de los dedos, parecía una mano de mujer.

El perro había dejado de remover la tierra y sujetaba la mano con sus mandíbulas y tiraba de ella. No podía desenterrarla, la agarraba como como si la conociera. 

Estaba aterrado y no reaccioné. Gritar no me pareció buena idea. Debía buscar ayuda fuera del albergue, Cosme no me inspiraba confianza. Pensé en llamar por teléfono, pero no tenía señal en mi móvil. Caminé hacia el pueblo. Anduve muy deprisa, creo que hasta llegué a correr. En mi mente solo un pensamiento: "¿A quién podía contar lo ocurrido?"







Al ver luz en una casa, llamé insistentemente a la puerta. Me contestó una mujer muy asustada. Era tarde, le pedí ayuda con voz desgarrada, y la mujer me abrió.

— ¿Qué le pasa? 

No sabía qué palabra elegir y sin pensarlo grité.

— ¡La mano! ¡La mano!

— ¿Qué dice? Pero pase, pase.

Las palabras intentaban salir de mi boca, pero no era capaz de articular con coherencia. Mientras, la mujer me tranquilizaba.

— ¿De dónde viene? 

Me agarré a la pregunta y pude contestar algo más sereno, aunque seguía jadeando.

— Del albergue. Estoy hospedado allí.

La mujer puso cara de extrañeza y contestó.

— Es imposible. El albergue está cerrado desde el año pasado. Abre a partir de junio, cuando el tiempo es bueno. Allí no vive nadie. Los dueños son un matrimonio del pueblo.


Las palabras de la mujer hacían que dudara. Para asegurarme, dije:

— ¿Podemos ir a verles?

— Vamos, vamos, yo le acompaño.

Caminábamos a buen paso mientras explicaba.

— Son una pareja un poco rara. Ella es la rica del pueblo y él es bastante torpe, le domina.  

Nos dirigimos al centro del pueblo, junto a la iglesia. Una gran mansión destacaba del resto de las casas. La mujer llamó varias veces a la puerta, pero nadie contestaba. Estuvimos esperando unos minutos. Ya nos íbamos, cuando una voz ronca de hombre, contestó: "Ya voy, ya voy".

— ¡Cosme! ¡Cosme!  —gritaba la lugareña.

La mujer me miró sorprendida. Se abrió el portón. Sin darle tiempo, le preguntó por su mujer.

— ¿Está Lucía? 

— No, vendrá tarde. Ha ido a Hecho a arreglar papeles. 

Cosme a penas me miraba. Su rostro mostraba extrañeza al verme, y más en su casa. No sabía qué hacer. Instintivamente, con su manaza quería cerrar la puerta. La mujer plantada en la entrada se lo impedía, y le dijo a Cosme.

— Voy a esperarla. Tengo que hablar con ella.

Cosme era incapaz de reaccionar en ese momento, agravado por sus propias limitaciones. Solo dijo: "pues bueno, como quieras". 








Los tres, sentados en el zaguán, esperamos más de una hora. Cosme se iba alterando. Dijo inquieto: "Estoy preocupado. Lucía ya tendría que estar aquí". Sugerí, dirigiéndome a la mujer, que podríamos ir a buscarla. Cosme se aterrorizó; su rostro de aspecto saludable, se tornó céreo. Quería llevarle hasta el albergue, confiando que antes de llegar se derrumbase. En un momento de máxima confusión, en que apenas podía hablar, se esforzó para decirnos: "Yo me quedo aquí, a esperarla".

Convencí a la mujer y caminamos de prisa al hotel. La llevé al lugar entre los arbustos, y le mostré la mano, no había rastro del perro. La mujer, al verla se tapó la boca y repetía: "¡Dios mío! ¡Dios mío!". 

La luz de una linterna se acercaba. Nos escondimos. La mujer temblaba de miedo, yo me contenía. Nos alejamos una cierta distancia para ocultarnos tras un montículo que nos 
permitiera ver los arbustos y permanecer ocultos. 

Cosme, acompañado de un hombre, llegó hasta el lugar donde estaba la mano semienterrada. El hombre decía: "Cosme, deprisa, pueden venir". Esa voz, me resultaba familiar. Claro, era la de...  






Recibí un golpe en la cabeza y desperté conmocionado en una habitación del Hospital de Huesca. En la habitación estaba la médica,  un inspector de policía y la mujer del pueblo de Siresa.

El inspector se interesó por mi estado me tranquilizó y comenzó a hablar. 

—  Gracias a usted, hemos descubierto un crimen, que dadas la circunstancias, hubiera sido difícil desentrañar .

— ¿Qué crimen? — pregunté, algo aturdido.

—Tranquilo, se lo explicaré. ¿Recuerda a Cosme? Tiene una prima. Ella y su marido planearon matar a Lucía, la mujer de Cosme, para que sus bienes pasaran a él, el único heredero. La convencieron para que la matara con su ayuda. 

Cosme accedió. Estaba deslumbrado por la fortuna, por sentirse importante y reconocido, al menos por su prima. Aprovecharon que el hotel estaba vacío para cometer el crimen. 

— Usted se interpuso en sus planes, al presentarse de manera inesperada en el hotel. Cuando llegó al albergue, Cosme merodeaba preparando el crimen, mientras esperaba a la prima y su marido. Tuvieron que cambiar el plan. No se le ocurrió a él. Puso en alerta a su prima, que por ambición estaba dispuesta a matar a Lucía y a usted. Si la tarde en que llegó, hubiese prolongado el descanso, el perro no solo habría buscado a su dueña, sino también a usted, y ahora estaría muerto. 

Hizo un breve pausa y continuó.

—Cosme mató a Lucía, la estranguló en su casa, ayudado por la prima y su marido y en poco tiempo la trasladaron hasta el hotel para deshacerse del cadáver. Usted era la pieza que no encajaba, se presentó sin que le esperaran, poniendo el plan en peligro. Cambiaron sus propósitos. Fingieron la apertura del hotel y por ende la cena y la desaparición de Lucía, pero usted no se pudo librar del golpe, el que le dio la prima de Cosme con la linterna. 

Roberto tiene que dar las gracias a esta mujer anónima del pueblo de Serisa, que le ha salvado la vida. Cuando estaban junto a la fosa donde habían enterrado a Lucía, al ver que se acercaban peligrosamente, huyó entre los arbustos, tomó un atajo, llegó hasta el pueblo y nos avisó. 

De nuevo el inspector hizo una pausa.

Yo estaba muy atento escuchando. Me impresionaban los momentos que había vivido y lo que para mí, podía haber sido un desenlace fatal. 

Pero daba vueltas a la explicación del inspector y no entendía que ganaba la prima, si era Cosme el que heredaba. Se lo iba a preguntar cuando se anticipó a mis dudas.

— Le falta saber algo más. La prima y el marido, una vez recibida la herencia, pensaban inhabilitar a Cosme, argumentando que un hombre con sus limitaciones podría ser blanco de desaprensivos y codiciosos. Alguien próximo a él, como era su prima, debía velar por sus intereses.

— Tengo que admitir que su explicación es convincente.

El inspector continuó.

— No he terminado, le falta otro dato, el más importante. No sé si decírselo, porque le impresionará.

— Inspector, después de todo esto, estoy preparado.

— Veamos. Usted conoce a la prima de Cosme.

— ¿Yo?

— Sí,  usted. ¿Le dice alguna cosa el nombre de Olga?


Javier Aragüés  (junio 2018)

  

  






  

martes, 5 de junio de 2018

"CORRUPT FAMILY". .CRÓNICA DE UN DESPIDO ANUNCIADO (uso del humor)

Una gran familia está pasando a la historia por sus fechorías y desatinos y, la tinta de gestos "agricómicos". Cuándo pienso en ella, recuerdo los episodios del esperpento Luces de Bohemia que se da a conocer por entregas. El estreno como pieza dramática se remonta hasta 1970 y hasta entonces no se hace popular. Transcurren más de cincuenta años. Los motivos obvios 
residen en su propia lectura. Basada en el esperpento, retrata en tiempo —apenas veintitrés horas y media— y lugar —la acción transcurre en el Madrid decadente "absurdo, brillante y hambriento" de la década de 1920— una España degradada, desconsiderada con el pueblo llano y rebosante de corrupción.

La historia de "THE CORRUPT FAMILY", también se desarrolla por entregas, en tiempo: a lo largo de varios años, desde 1975 hasta hoy, y en lugar: España. 

Yo tengo entonces veintitrés años y vivo con atención lo que acaece en la historia de este país, de alguna manera participo en ella. Todo lo que ocurre me parece vivirlo por primera vez siento deseos de participar, involucrarme  y transformarlo. En una simple serie de televisión de la época, yo encuentro ciertos paralelismos en cuanto a lo sorpresivo de los personajes. Recuerdo a "la familia Adams". A mí, me provoca risas, más que miedos. Con "la gran familia" protagonista de esta historia ocurre lo contrario. 

Los orígenes de "THE CORRUPT FAMILY",
protagonista de esta realidad, se remontan a 1975. Se la conoce con el nombre de AP.  Es fundada por el patriarca "Braga", que forja su carácter como ministro del dictador "Paquito o Paco" y utiliza bañadores y porras de tallas grandes.  

No quiero entretenerme  con pequeñeces —o enormidades— en los despropósitos, lo que me interesa es repasar la última generación —los contemporáneos, los chicos del PP, conocidos popularmente como "los peperos". Aquí también hay un patriarca, "Pepe Mari", caracterizado por un espeso bigote con recorte, para unos a "lo Chaplin", y a "lo Adolf" para muchos con el que pretende y, a veces lo continua haciendo, ocultar su rostro, desviar la atención y quién sabe cuantas cosas más.  "Pepe Mari"  tiene un hereu,"M. Rajo-hoy", que no hace honor a su nombre. 
Le cuesta expresarse en su propia lengua y otras apenas las balbucea. Si tiene que dar una explicación, huye de los medios y se refugia en una pantalla de plasma, o simplemente miente. Cuando es espontáneo deja frases lapidarias para la historia del parlamentarismo y la oratoria:

"Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo, beneficio político" (13 de junio de 2017).

"Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quieren que sean los vecinos el alcalde"(2 de diciembre de 2015)

"Somos sentimientos y tenemos seres humanos" 
(25 de febrero de 2016).

"Los españoles son muy españoles y mucho españoles" (21 de mayo de 2015).

"Me gustan los catalanes porque hacen cosas"
(29 de noviembre de 2012).

"Tenemos que fabricar máquinas que nos permitan seguir fabricando máquinas, porque lo que no van hacer nunca las máquinas es fabricar es fabricar máquinas a su vez" (9 de marzo de 2016".

"Ustedes piensan antes que hablan o hablan tras pensar" (13 de junio de 2017).

"Un vaso es un vaso y un plato es un plato" (24 de septiembre de 2015).

"Como decía Galileo el movimiento siempre se acelera cuando se va a detener" (13 de junio de 2017).

"La cerámica de Talavera no es cosa menor,o dicho de otra manera es cosa mayor" (2 de diciembre de 2015).

Hay muchas más, hasta 25: Frases de M. Rajo-hoy.




Pero quizás es más ilustrativo y cómico entretenerse con cada uno de los perfiles de los miembros del clan que dan las claves de la historia. Para situarnos, yo voy a hablar de los más allegados a "M. Rajo-hoy". Cinco varones, cinco mujeres (paridad de género) y un pequeño, que todos llamaban "el bigotes". Constituyen el núcleo más cercano y donde se centran mis furias y mis fobias. A día de hoy sabemos que los chicos son presuntos maleantes, simplemente maleantes o corruptos. Cuando no se entra en disquisiciones se les conoce como "chorizos".

"Bar-cenas". "El gran capo", también conocido como  "the fucking master of the universe" o simplemente "el papeles". Es un amante del esquí y sabe deslizarse en cualquier medio: en el del cinismo, el de la prepotencia o el de la desfachatez. Experto contable, puede llevar varias contabilidades a la vez. Se define como un avezado conocedor bursátil y de pintura, con estas dos especialidades hace milagros y transforma deseos en millones de euros. Excelente cliente de la banca suiza y de otros lugares. Su compañera, a estas horas cuando escribo esta en la cárcel pero con una fianza podrá volver a ejercer de señora con gesto avinagrado y una condena a trece años de cárcel. Dicen de él que con lo que sabe, o calla, puede hacer temblar a todo el clan. ¡Ah! Se me olvidaba, está especializado en envoltorios, paquetería y sobres.


El segundo, o el primero, según los afectados es, "Paquito, Paco Campamentos", muy conocido en la huerta valenciana y sensible a la liturgia católica.  Sigue los actos del santo padre —Benedicto XVI, hoy papa bis—  en su visita a Valencia. Lo admira con fervor y con un interés que traspasa lo espiritual. Especialista en la colocación de grandes pantallas y en dar rienda suelta a su megalomanía con el dinero de los contribuyentes. Infla y cosmetiza sus grandes proyectos a cambio de pingües comisiones, pero siempre con los ojos en Dios.

Hay otro Paquito en la familia —no sé por qué— ; es un nombre que tanto se repite en la saga. "Paquito cinturón, correa o gürtel", se le conoce como "el guarnicionero". Diseñador de tramas. Especialista en eventos, networking entre "chorizos" y "compiyoguis". Es arquitecto de redes de contactos con derecho a sobre, más que a roce. Va siempre acompañado de un bebé —"el bigotes"—  achulado, hortera, cansino, siempre se queja y cuando le castigan se  enrabieta. Dice que han acabado con su vida, pero no deja de ser un niño prodigio, que pronuncia sentencias y lindezas tales como:


"El Bigotes": “A Rita le han abandonado los suyos como a una perra”.

 "El Bigotes" revela que "Paquito campamentos" ordenó cobrar los actos  de campaña a los empresarios".

Las mejores frases de 'El Bigotes': "Señoría, me duele la cabeza y me he levantado a las cinco; ¿Podemos irnos pronto, por favor?"

"El Bigotes" promete que algún día contará la verdad de la trama. 

 "El Bigotes" señala al marido de "Cos-pedal" y a un amigo de "M. Rajo-hoy"

 "El Bigotes" alardea de haber puesto el color azul a los peperos y de quitar a "Pepe Mari" su “cara de mala leche”.


Fuente: Público  MADRID 24/05/2018 13:26 Actualizado: 24/05/2018 22:22


Ahora toca el turno de algunos madrileños y madrileñas, paisanos míos, con los que solo comparto ese adjetivo. Me abochorno de su actuación y comportamiento y defiendo que deben ser excluidos de cualquier posición que pueda seguir dañando a la sociedad. Son los 
presidentes de la Comunidad o diputados del Parlamento Regional.

"Paquito Grana 2". Otra vez Paquito, ahora con varios alias, antónimos, de los sinónimos que escribo, como son: escogido, sobresaliente, notable, ilustre, destacado, juicioso, maduro,..., ético, honrado". Una debilidad:  amante de altillos en casa de los suegros. Tiene su propia trama: "La Púnica". Progresa de alcalde de Valdemoro a Secretario de "los peperos de Madrid". Un castizo sin escrúpulos.

Nacho Gonzá-LEZO y sus interesados amores por Colombia y Panamá para depositar y ocultar los frutos del agua de Madrid. Así da gusto mojarse. También tiene su propio caso,  la operación LEZO. Llega a ser Presidente de la Comunidad por méritos y hurtos propios. Le gustan los áticos de lujo, que adquiere en inmejorables condiciones.

Ahora dedico mis pensamientos a "ellas"y por riguroso orden de aparición de los escándalos.

Ana kill, pasa la historia como una esposa ciega y desmemoriada. Viaja como las maletas y le aparcan mal un Jaguar en su plaza de parquing durante tiempo y no lo ve. Le tiran confeti en las fiestas y no sabe quién es, ni quien se lo regala, ni de dónde viene. En fin, un caso para ser atendida por la Sanidad, los Servicios Sociales e Igualdad y utilizar sus prestaciones más que para ser ministra del ramo.

"Esperanza Agarra", "la Presidenta". Lo que coge, no lo suelta. Se agarra a los cargos hasta que la hacen dimitir. Intransigente, autoritaria, soberbia, déspota e invigilante, todo le ocurre a ella por esta última pequeñez. Sus colaboradores, algunos ya citados, pertenecen al reino animal, son anfibios conocidos con el nombre de sapos o ranas, porque a ella le salen así. Tienen temperatura variable, como su moral.

"Cris Surtidores", "la masters". Con  capacidad para estar ausente, asimilar conocimientos, hacer perder trabajos fin de máster y obtener el título correspondiente en las mudanzas. Aún no aparece. En la Universidad Rey Juan Carlos no la conocen; en los mentideros, sí.

Nos quedan dos. Reservadas porque a día de hoy, aún no se les conoce implicación directa en "llevárselo crudo". Han dejado hacer sin inmutarse y son conocedoras de los desmanes.
Tiene sobrenombres:

"Lola Cos-pedal". "Doña Finiquito".
"Sor haya". "La Pinta", "La niña"o "la Santa -María".

Es una familia numerosa y a día de hoy hay muchos parientes que están siendo investigados, condenados, fallecidos o suicidados: 



"Rodrigo-dentro de un poco". "El azote del minorista". "El campanero de la bolsa". "El tarjetas black". "El del calzón independentista sobre barco de recreo". 

"Edu - Za -cara". "De alcalde de Benidorm a Presidente de la Generalitat valenciana.
También tiene su caso: "El caso Erial"

"La subfamilia Cotino". Juan y sus sobrinos: Vicente y José.

Todos los tesoreros nombrados, desde "Manolito Braga" hasta "M. Rajo - hoy", han sido imputados por casos de corrupción, es decir los cuatro: Naseiro, Sanchís, Lapuerta y Bar - Cenas.

Por último están los desaparecidos por muerte natural o suicidio (D.E.P.)

"Álvaro, el cancela"."Rita, la bárbara". "Mikel Blesa". 

Se acaba la tinta pero no la memoria. Una suma, prácticamente no finita y de crecimiento continuo, hace que "M. Rajo - hoy" y su "troupe" considere como casos aislados y no como corrupción generalizada lo que ha generado "THE CORRUPT FAMILY". Es un insulto a la inteligencia de todos los españoles, aunque todavía hay algunos que por su escaso intelecto o por sus propios intereses no se sienten insultados. 

El primer viernes de mes a "M. Rajo - hoy" le han mandado democráticamente al paro, y ojala, se convierta en un parado de larga duración. Confío que esta acción detenga "el todo vale" y "España es de unos cuantos españoles, muy españoles". Y yo pueda recuperar mis deseos de participar en lo que acontece, como a los 23 años. Aunque por otro lado, pienso que para mí, es demasiado tarde.

ÚLTIMA HORA
M. Rajo - hoy anuncia su adiós: “Es lo mejor para mí, para el PP y para España”.


Javier Aragüés (junio de 2018)










































  • lunes, 28 de mayo de 2018

    LOS ESFEROIDES (ciencia ficción)

    Yo paseaba por el espacioso campus de la universidad cuando finalizaba la actividad docente. Los grandes edificios de su perímetro resonaban. El vocerío crecía y al posarse en el césped se materializó en esferas coloreadas.  Las voces se condensaron por todo el campus, que apareció recubierto de flores y partículas, señales inequívocas de vida. Muchas bolitas se dirigían con rodadura firme hacia uno de los edificios, el más blanco y luminoso situado en el centro de aquel gigantesco parterre. Las bolas más inquietas volitaban, tomando la delantera. La mayoría perdía el equilibrio al iniciar la ascensión por los peldaños que arrancaban desde la base del edificio. Lo intentaban una y otra vez. Yo me acerqué y vi que las que volaban y giraban a la vez, alcanzaban el hall. 

    El amplio recibidor era un espacio porticado de columnas marmóreas bien plantadas que esperaban con rigurosa gravedad, alertaban del enigma que encerraba el edificio y sujetaban el peso una construcción tan singular.




    UMBRAL DEL CONOCIMIENTO


    Los esferoides se debatían en los escalones y algunos conseguían llegar a una  sala de dimensiones desmesuradas. Un rotundo silencio rodeaba la atmósfera, invadida por una potente radiación. Se difundía a través  los ventanales semicirculares y diáfanos y alcanzaba cada rincón. Las partículas iban ocupando los espacios disponibles en los estrados. Desde esas posiciones los cuerpos se sentían cómodos y se emplazaban a la concentración y al estudio en medio de un absoluto mutismo.  

    Estas prácticas se repetían todas las tardes, aunque en los archivos de la sala había datos que demostraban que la actividad se realizaba desde hacía siglos, pero nunca con tal intensidad. Nada les aplacaba solo se alimentaban con el aprendizaje y la reflexión. Al incorporar conocimientos, cambiaban de color a un gris metalizado muy brillante. 

    Este proceso no cesaba, cuando el tono fue homogéneo se dispusieron en grandes círculos que al acoplarse formaban engranajes gigantescos, capaces de mover cualquier objeto por grande y pesado que fuera. Se iban situando en el campus y engullían con sus movimientos al resto de canicas que habían quedado dispersas y las transformaban hasta convertirlas en esferoides idénticos. Al contemplar el fenómeno, interpreté que si no se detenía, alcanzaría a otras ciudades y de persistir con tanta energía, podría colonizar el planeta.  

    En medio del campus, rodeado de engranajes asistí al hecho insólito de cómo estos pequeños seres al combinarse lograban reproducir edificios —templos del conocimiento— que instalaban sin permiso, con el objetivo de redimir a los ignorantes. Me aproximé a uno de ellos y pude leer una inscripción en la entrada. Entonces lo entendí. 
    Aparecía un nombre rotulado en metal, de color gris brillante:

    BIBLIOTECA - UMBRAL DEL CONOCIMIENTO 



    Javier Aragüés (junio de 2018)




    miércoles, 16 de mayo de 2018

    OTROS MICRORELATOS



    PARQUEDAD
    Durante varios días me despertaba la misma idea: buscarla en cualquier callejón perdido, pero cerca de mi casa. El día en que apareció, sentí temblar la imaginación y permanecí pétreo. Allí estaba, en medio del camino estrecho y angosto que arrancaba desde mi portal. ¿Eso era amor? Me atreví a detenerme. Dirigiéndome a ella, recité mi tristeza y me correspondió. A partir de ese momento todos los días quedábamos en el mismo lugar y con las mismas pretensiones, al menos, por mi parte. Mi vida era otra.  Pero desde la tercera cita, se comportaba diferente, ya no quería seguir conmigo, ni con otro hombre. Algo se me escapaba de sus parcas explicaciones.





    EL ESCRITOR


    Todo lo me que me rodea, según dice mi amigo, es un caos. En mi habitación hay tal hedor, que solo es comparable con el que desprende la muerte, después de días de instalarse en cualquier cuerpo. Solo me preocupa escribir.