lunes, 7 de abril de 2014

DIMES Y DIRETES

Marcel, el improvisado profesor se reafirma al hablar de todo. Las Matemáticas son el único alimento disponible para recorrer una vida plena de algoritmos sin resolver y sostén de sus discursos. Transmite a alumnos y tertulianos, las vivencias de terceras personas con su aparente beneplácito. También acuden 
invitados improvisados, testigos necesarios para los circunloquios y ávidos de reconocimiento con independencia de su participación; se deleitan de  incursiones en las vidas ajenas, de las frases  con doble sentido y del deporte favorito, los certeros flechazos a corazones desahuciados.

Las tertulias, se caracterizan por la propensión a las críticas afiladas y al discurso sin apelación. Convive con el histrionismo, raras veces compartido por los contertulios.

La misma mesa sirve de tribuna y altar para los sacrificios a víctimas arropadas con túnicas imaginarias que conforman a los personajes: 
Las rojas, para los ardientes y apasionados; las púrpuras, arropan a  los de argumentos serenos; bajo las azules se enfundan los de carácter  y responsable y así casi tantos colores como diversidad de seres humanos. El amplio espectro, arranca en el blanco-pureza y se extiende hasta el negro-poder. Todos están representados, sin olvidar ninguno.

Los participantes se protegen de la dialéctica que arrecia de en todas las direcciones, sólo el debate se interrumpe cuando el director, Marcel, parece sugerirlo.

Los lugares que ocupan los contertulios para polemizar no son aleatorios. La localidad asignada en un anfiteatro tan singular se corresponde con la antigüedad desde que  acude al corrillo o la docilidad del asistente. llegado el caso, como ocurre a menudo, que la disposición no sea del agrado del profesor, recurre  al criterio más absurdo que le permita estar más próximo a sus más fieles oyentes.  

Todo juega a favor del ponente y poco a la labia de los papagayos, pues lo que parecen cuando se someten a la voluntad de Marcel. Nada queda en manos de la improvisación, sólo los camareros y sus movimientos descontrolados, 
se salvan esta  selección previa.

Está listo el comienzo de la ceremonia. La liturgia literaria está a punto de comenzar.
Se inicia —sin explayarse— como es habitual, con la aproximación del camarero a la mesa, el gesto de atención y un corto silencio de  introducción por el camarero ofreciendo el abanico de consumiciones; Marcel le recomienda que solo cante las imprescindibles para impregnar las gárgolas de los tertulianos, sin suavizarlas en exceso, con el fin de evitar goteos verbales. Todos piden, se respeta  la jerarquía implícita de los lugares asignados. Se establece una correspondencia biunívoca entre las consumiciones y los asistentes. La oferta es parca para facilitar las comandas al mozo.







Tertulia-La Rotonde-Paris



La reunión se anuncia interesante.
Esta convocatoria informal se presenta más sugestiva que otras, debido al número de asistencias confirmadas y al tema elegido, Ríos de lágrimas, que alienta a los participantes
experimentados en el oficio de llorar por motivos diferentes. El cabecilla de la tertulia pide silencio. El silencio solicitado se cumple con creces, todos corresponden con gestos ostensibles, enfatizan la consigna y crece la atención de los tertulianos...
Un ruidoso silencio se extiende por las calles de París, provoca un largo letargo en los habitantes,
afecta especialmente al líder que cae en un profundo sopor.

Marcel, no sabe el tiempo que ha dormido pero recuerda el sueño. Los contertulios le rodean.
Se muestra ante todos, desnudo, mutilado y sin argumentos. El cabecilla despierta en el paraninfo de la facultad. Alguien grita.

¡Han publicado las notas de Matemáticas!

El hasta ahora líder escucha atento.

¡Marcel, ¡Marcel! Has vuelto a suspender.





Javier Aragüés











lunes, 24 de marzo de 2014

LIBERTO Y SEVERO. LARVADA SECESIÓN

Un sol radiante y mediterráneo desperezaba a un perro herido tras la valla que cercaba al pueblo. Su dueño, conocido por Liberto, también estaba herido en los sentimientos y el dolor se le hacía insoportable. Los dos no dejaban de relamer sus heridas. El perro tenía llagas por los continuos ataques de los lobos y Liberto supuraba resentimiento por las úlceras producidas por el pasado. 

Eran vecinos de un pueblo recóndito. En la actualidad vivían gentes sórdidas, rodeadas de un ambiente mezquino. El lugar, en la antigüedad, había estado habitado por personas de distintas 
etnias, que hablaban lenguas diferentes y eran capaces de convivir en concordia. Liberto era uno más, su conducta le convertía en un arquetipo para sus habitantes. Era solidario, defendía valores avanzados, pero en aquellos momentos se encontraba solo frente a un sentir mayoritario que reclamaba apartarse del estado gobernado por Severo el tirano, para autogestionar su riqueza.    
El hacinamiento de ideas había convertido los distintos pensamientos de un pueblo ejemplar en un ideario único. No contemplaba las necesidades más allá de su frontera y la falta de solidaridad hacía que la extensión del territorio pareciera menor, y el inmovilismo de sus gentes lo convertía en más diminuto. Era un país congelado en el tiempo e invariable en sus fronteras, apenas se relacionaba con otros territorios. Estaba gobernado por Severo el inflexible, un tirano de otro país, que no reconocía las peculiaridades de sus habitantes y menos, las del pueblecito. 

Pretendía que todos tuvieran idénticas preferencias. Les obligaba a leer lo mismo, ver el mismo cine y a ser sensibles a las mismas obras pictóricas. Nada podía cambiar. 

Los conciudadanos de Liberto no paraban de conspirar. Celebraban cada año una gran derrota que habían sufrido ante los antepasados de Severo. A pesar de los años, de los siglos, no habían asimilado ni conseguían distanciarse del desastre

En la escuelas se ilustraba


 Impasibles ante el arrendador, se convertían en verdaderos moradores, no acataban las costumbres ajenas. Las reglas paradigmáticas de convivencia se demolían. El casero sentía el vértigo de pasar de esclavista a cívico ciudadano. Con el tiempo y los aires enriquecidos de confianza, habían tornado la gratitud en exigencia y el deseo de excarcelación corría por todas las comisuras de la alquería.










El animal husmeaba a sus nuevos vecinos. Se mostraban afectuosos con él.
La práctica totalidad se obcecaba en sustituir el protocolo por un simple cambio de mantel.
La mesa debía ser presidida por un nuevo pabellón. A la mayoría  les encendía y empañaba la composición de la mesa y del nuevo ritual. Se introducía el debate sobre la prevalencia de las costumbres y la modernidad. ¡Era un reto!

En el nuevo paraje los residentes habían transvertido sus papeles. Las normas, ahora mas racionales, se mostraban ejecutables. Incorporadas al nuevo patrón de organización infundían nuevas ideas y propósitos. Era posible recuperar el tiempo perdido.






Había otra forma de vivir lo venidero, reinventándolo.
La persuasión de Severo hacía las haciendas colindantes conducía a la beligerancia frente a los invitados.

Los moradores de la estancia habían pertenecido a etnias confundidas. La lengua vernácula y la convivencia estaban en peligro,  por las decisiones administrativas de Severo y sus correligionarios. Los sentimientos y el lenguaje afines al arrendador ignoraban los derechos de los habitantes de la masía.

Los colindantes del espacio amenazaban con no reconocerlos.
No habría acuerdos de vecindad. El comercio, como en cualquier sociedad, era vital para la subsistencia de sus habitantes y el desarrollo de su proyecto. Se les negaba la posibilidad de practicarlo, ni si quiera bajo el trueque. No había una pieza común.

Los habitantes eran capaces de elaborar paradigmas en equilibrio con su propósito, sin abandonar la estancia y recuperándola plenamente.






El arrendador hostigaba continuamente. Incrementaba la renta con impuestos arbitrarios a los habitantes, siempre endeudados. Azuzaba con todo lo que estaba a su alcance. Convocaba citas con los convecinos para conspirar y ahondar en el rechazo a la nueva parcela. Urdía obstáculos que impidieran desligarlos  de su taimada tutela.

Los momentos en que claudicaba la perseverancia los indígenas,  ocupaban   los recuerdos de los logros coseguidos por los anteriores habitantes, en otros tiempos y con la expectativa de gestarlos con el nuevo projecto.

Pero el mayor impedimento era el peso de su pasado y contradictoriamente, su mayor revulsivo. Los argumentos para lograr el nuevo proyecto se sostenían en el mantenido ninguneo de los administradores .
Eran necesarias tesis renovadas, integradoras del hecho histórico y del obligado progreso.

La falta de alternativas preconizaban el inicio un drástico final.



Javier Aragüés (marzo de 2014)



lunes, 16 de diciembre de 2013

NAVIDADES

Todos pensamos que coinciden con fechas de amor,                      de proximidad entre los seres humanos.                                          Ignorando las penurias con que nos encontramos.

Frente a la idea de fechas entrañables,                                       para otros, los que nos rodean y nada tienen                             son nuestras manos su refugio y con nosotros vienen.

Los sin techo, hoy extendidos cual plaga                                     no hay nadie que les cobije,                                                               ni concebir esperanzas hay quien les haga.




¿ Donde esta el redentor, el nacido en Belén que todo lo aplana, deja a los indigentes  sin poseer nada ? 

Los  que hoy nada tienen pasaran a ser los ricos del mañana. 

En amor, sin rencor y con la mirada bien clara, con poder para cambiar la jornada                                      .  

 ¡Que mejor regalo para todos!  ¡La dignidad humana !

Desde el intelectual al minero, sin olvidar a ninguno,  con suficiente tesón para forjar el futuro. Un portal lleno de gente llana y las figuras del Belén             convertidas en lo que esperaban.

Cuando eso sea así, podremos decir y sentir ¡Feliz Navidad!    

                                                                                     

                                                                                           Javier Aragüés                                                       

                                                       

  

                                                                           

                                                 

                                

                                                                                                                               

                                   

                                                                                                                                

                 

domingo, 15 de diciembre de 2013

UN "DÉJÀ VU" (Relato autobiográfico) ***


En febrero de 2009, se iniciaron una cadena de disfunciones. Comenzaron con un bloqueo 
cardíaco de tercer grado que se produjo, de forma inesperada, cuando estábamos en Platja d´Aro.  

Desde 1998, íbamos, a pasar los fines de semana. Era un sábado más, pero mientras desayunábamos me sobrevino el bloqueo. Era un episodio grave. Apenas tenía pulsaciones y perdí el conocimiento.
Debido a la urgencia, me trasladaron en helicóptero al Hospital Trueta de Girona y allí me estabilizaron. Al darme el alta al día siguiente domingo, se reproduce el bloqueo de tercer grado, por lo que el equipo médico decidió implantarme marcapasos y soy intervenido. Desde entonces lo llevo incorporado a la altura del hombro derecho y forma parte de mí. Santiago Carrillo que también era portador de uno y con el que coincidí en septiembre de ese mismo año en el Balneario de Caldas de Malavella, me dijo desdramatizando, con la ironía y la sorna que le caracterizaban:
 "Muchacho lo que llevamos es un  seguro de vida", sin obviar la gravedad

Desde comienzos del 2009 se sucedieron alteraciones en mi salud provocadas, fundamentalmente, por padecer hidrocefalia normotensiva de adulto (HCA)(*).

(*)La hidrocefalia “normotensiva” o hidrocefalia crónica de adulto (HCA) es una enfermedad poco conocida que se manifiesta en sus formas completas por un cuadro de demencia progresiva, alteraciones de la marcha, incontinencia de esfínteres y una dilatación variable del sistema ventricular craneal. Para paliar en parte la enfermedad, hay que recurrir a la derivación del líquido cefalorraquídeo (LCR), que hace mejorar, en un porcentaje relativamente bajo y un índice elevado de complicaciones. Pero existen opiniones de otros equipos médicos que las mejoras que superan el 80%, si se aplica un protocolo estricto de diagnóstico y se elige la válvula adecuada en base a las características hidrodinámicas del sistema derivativo.

En mi caso, la enfermedad dio lugar a una serie de intervenciones quirúrgicas. Dos en 2010, en la primera, me instalaron una válvula para la derivación del líquido cefalorraquídeo y en una segunda intervención, me la reinstalaron, debido a su mal funcionamiento por desprendimiento de  catéter. Estas intervenciones las realizó un neurocirujano, el Dr. Clavel en el Hospital Quirón de Barcelona. 



 Lección de Anatomia.(Rembrandt)


En 2011, ingresé en el Hospital Valle Hebrón con sintomatología de mal funcionamiento valvular, acompañado de un cuadro de deterioro progresivo, nutricional, hormonal,..., que según el Jefe de Servicio de Neurología, Dr. Sauquillo, más parecía al de un enfermo oncológico que el debido al de una (HCA). Las navidades de 2011, las pasé ingresado y temían por mi vida.

En 2012, y tras las experiencias, mi familia optó por localizar un internista acreditado, el Dr. López Contreras, Jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Sant Pau de Barcelona. Se encargaba de coordinar a los distintos especialistas que me atendían y prescribir la pruebas a las que fui sometido. Ese mismo año padecí un episodio de fiebre de origen desconocido (FOD), que me obligó a estar ingresado durante 15 días para observación y control de la fiebre.                                                                                        
Fue un periodo de pruebas e incertidumbre con franca mejoría del cuadro de deterioro con el que abandoné el Hospital del Valle Hebrón. En ese verano de 2012, tuve que ingresar con  síntomas claros de (HCA). Me realizaron una tercera operación por malfuncionamiento valvular y me retiraron la válvula implantada en el 2010.  Con esa intervención, me mantuve asintomático hasta julio de 2013, cuando me volvieron a aparecer los conocidos síntomas y me diagnosticaron obstrucción valvular por una bacteria de reproducción lenta, que formaba colonias. Se acantonaban en las zonas próximas a los ventrículos cerebrales, lo que hacía difícil, tanto su localización como el poder ser identificadas.
Me sometieron a una nueva intervención para el recambio de la válvula. A los dos días de darme el alta sufrí una caída en mi domicilio que provocó un derrame intracraneal. Ingresé de nuevo y me intervinieron nuevamente. Externalizaron la válvula y a los quince días volvieron  a insertar una nueva.

Después de las dos operaciones de 2013 recibí el alta hospitalaria el 24 de septiembre. Desde entonces acudí a terapia ocupacional y fisioterapia en el  Hospital de Sant Pau con el objetivo de recuperación de las lesiones cerebrales producidas.   

Al final de ese año la cadena de disfunciones se detuvo, daba un respiro, aunque era falso. En 2014 me operaron de columna, por escoliosis y en 2016 me extirparon un tumor cancerígeno de colón. 


Las enfermedades que padecía, sin obviar su gravedad, no me alarmaban tanto como la necesidad de estar convaleciente e ingresado durante largos periodos de tiempo. Me alarmaban las alteraciones que se producían al desarrollarse la enfermedad principal y obligaban a largos estancias y posterior recuperación, la mejoría se hacía esperar. Aislado del mundo, me asediaba la duda de si lograría recuperarme. Aunque no me sorprendía estar enfermo, me inquietaba revivir episodios conocidos. Esto último era lo que me paralizaba ante una nueva recaída o ingreso. Tenía gran dificultad para verbalizarlo, lo rechazaba y perdía objetividad. Lo terrible era el miedo a revivirlo, me atenazaba. 

No sabía si se ajustaba el término, no encontraba otro, y siempre lo recordaré como un Déjà vu.    
                      
                     Javier Aragüés (diciembre 2013)                                                                      

miércoles, 17 de julio de 2013

EMBOSCADA DE AMOR (Microrrelato) Libro 2

Llegó el día. Bajo un cielo radiante, repasaba en voz baja para no olvidar los detalles: 

"Un amanecer mediterráneo de matices rutilantes. No falta el blanco en paredes encaladas y en el rizo de las olas. Están 
los ocres de portones y vigas. Contrasta el azul cielo y el inagotable verde mar junto al verdín de las rocas, y también los lilas y fucsias de las buganvilias adosadas a los recuerdos. ¡Ah, sí! Me olvidaba del amarillo pastel de las paredes del dormitorio”.

Tuvo que mentir para llevarla hasta el lugar elegido. Era ingenua en los temas cotidianos. En los asuntos trascendentes se mantenía firme en sus convicciones. Era esplendida en el cariño e imprescindible en el amor.

Lo tenía pensado, le pediría que se pusiera el vestido blanco y comerían juntos. 

En el lugar que había elegido, los rostros de los que la querían, esperaban semiocultos en un salón. Confiaban nerviosos en que apareciera.

Pasaron unos minutos y todo ocurrió en un instante. 

Irrumpieron los dos cogidos de la mano. El rostro de ella dibujaba una sonrisa impaciente y la mirada ilusionada. 

Se la veía condicionada por los recuerdos, que al superponerse con la nostalgia y la felicidad, humedecieron sus ojos.  

Él había logrado plasmar el instante imaginado. Ella expresaba sorpresa y emoción contenida. Coexistían indicios de complicidad entre los dos.


Se sentaron para apreciar lo importante de la vida.


Javier Aragüés (julio 2013)





martes, 2 de julio de 2013

UN COMPAÑERO SE QUEDA

Era media tarde y suena el telefóno, llamada inesperada que transmite sobresalto, ausencia, vacio. Yolanda anuncia que Francesc, el que no ocupaba sitio, el que estaba siempre sin hacerse notar, no volverá a Terapia, él querría pero un mandato sin mensaje le impide volver. Tu sonrisa, con labios semicerrados y alegria contenida siempre estará entre nosotros. Endulzaste la vida de todos, por dentro y por fuera, hacías tu cometido sin darte  importancia pero suplantando un lugar en nuestras vidas dejando tu forma de hacer sin notoriedad. 




Francesc no hay que decir lo dificil de esta despedida para tu familia. Para nosotros siempre serás insustituible, porque te llevas un poco de cada uno, a un lugar donde no podra ser repuesto. Adios compañero, pero siempre con nosotros. 

Javier

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Me resulta complicado escribir ahora, pero rescaté un pedazo de email que le envié en agosto del 2012, antes de mis vacaciones,.. intenté transmitirle con palabras aquello que sentía:

Francesc, fa molts dies que volia escriure’t i mai em sento prou inspirada.. però igualment ho intentaré...

Sento que ets una persona molt especial, coherent amb els teus valors, amb una capacitat inacabable d’escoltar, apropar-te, entendre, relacionar-te des d’aquesta senzillesa que et caracteritza, humilitat tan extrema, generositat esplèndida, bondat i somriure tan ple de tendresa, els teus detalls imperceptibles per alguns, però tant importants per aquells que tenim la sort de captar-ne alguns, la teva sensibilitat per estar aprop d’aquells que pateixen, la teva espera incondicional, la teva confiança, esperança i acceptació que vius tant en silenci que fa patir, la teva responsabilitat davant del compromís, la predisposició tan extraordinària, la superació que demostres diàriament,...


Em sento molt afortunada d’haver-te conegut, de  trobar-nos en el camí, encara que sigui en aquesta situació, aprenc tantes coses, ets un gran exemple de vida i fas tant bé a mi i als altres que compartim algunes estones amb tu,...

Només avui em puc quedar amb tants petits detalls: dos en especial que em fan emocionar, la trucada per oferir a la Claudia la teva ajuda; i la mirada, el to de veu, les paraules cap al Xavier,... increible!

moltíssimes gràcies,
una abraçada i ens veiem a la tornada,
molta sort 

yolanda

jueves, 27 de junio de 2013

VERTIGINOSO DESPERTAR Libro 2

Allison estaba sentada sobre la cama. Sujetaba sus piernas encogidas entre sus brazos. Su mirada se dirigía a un gran ventanal, por el que se colaba la soledad y un sol rutilante que le invitaba a ocultarse, a no despertar; lo mejor era permanecer inmóvil. 

Jamás había deseado ser amada como en aquel instante, pero nadie la alentaba. Sentía un calor que se extendía por su cuerpo y solo tenía fuerzas para regresar con sus pensamientos al pasado, al recuerdo del sudor que discurría por su frente, por sus pechos, y a los abrazos de aquel hombre que entrecruzaban su cuerpo, buscando el placer inmediato. 

Se sentía atrapada en su pasividad, quería escapar y no sabía cómo. Con él, su vida era la de dos amantes que fingían. Jugaban a no encontrase, él la rehuía. Este alejamiento no se correspondía con lo vivido en los momentos apasionados llenos de complicidad y erotismo. Entonces los tiempos eran insuficientes y las coincidencias se multiplicaban hasta superponerse a los deseos. 

Desde hacía tiempo, aunque coincidían al despertar, estaba presente la más severa incomunicación. Allison se preguntaba cómo recuperar el último contacto, aquel momento de verdadero cariño. Intentaba recordar lo vivido para que no se le escapara alguna circunstancia por nimia que fuera. Se torturaba en vano. Algo les distanciaba. Todo se interrumpía y se abría un gran precipicio, que provocaba el vacío de palabras y de gestos. 


Morning-sun  1952  E. Hopper 

Andrew, al despertar, experimentaba una sensación incontrolable de ansiedad, daba un portazo y abandonaba el apartamento. Se veía inesperadamente en la calle, entre edificios cuyas alturas impedían atisbar el intenso azul cielo, en aquellas mañanas neoyorquinas. Pero su pensamiento volvía a la habitación, donde Allison siempre le había esperado, al menos, hasta ahora. 

Allyson, tras el portazo, de nuevo sola, como tantas veces. Él no volvería, no tenía costumbre de hacerlo. Pero si regresaba, le bastaba una falsa reconciliación, un estimulante cuerpo a cuerpo para seguir con su inconfesable mentira de amor. Ella se había acostumbrado al silencio, pero sus ojos no toleraban el sufrimiento. 

Andrew, en la últimas ausencias, no dejaba de pensar que haría ella. Nunca antes le había sobrevenido esta sensación. Se convencía de lo natural de sus habituales huidas, y de las obligadas esperas de Allison. Al mismo tiempo, no imaginaba en que empleaba los tiempos, o a dónde dirigía la mente, mientras él desaparecía.


Los noctámbulos 1942 E. Hopper




Andrew siempre acudía al mismo bar, uno próximo a su  apartamento, que parecía doblado por la esquina del edificio. Los grandes cristales dejaban ver los miedos y las incertidumbres de los clientes. Para él discurrían las horas junto a una chica que se sentaba en la barra, sin apenas conversación y que solo conocía de verla allí sentada. Todo el mundo en el bar la llamaba Annie. Ella, cuando veía la silueta de Andrew en la entrada, le seguía con la mirada. Él se dirigía al taburete que estaba junto a la chica y pedía una copa. Annie se limitaba a hacer gestos insinuantes y, a pesar de los esfuerzos, no perdía su marchamo chabacano. 

Andrew mientras pasaba el tiempo y seguía  sujetando un vaso de whisky entre sus dedos y asintiendo ante los comentarios vacuos de la joven. Era un local en donde los personajes y los gestos se repetían y solo cesaban cuando se apagaban las luces del bar.

Aquel día, con la rutina del portazo y la llegada al bar, Andrew acusó con mayor fuerza la incertidumbre de no saber a qué dedicaba su tiempo Allison, mientras él lo consumía de la forma habitual. Comenzó a perder su indiferencia y experimentó la  sensación conocida de incontrolable ansiedad. Dejó caer el vaso sobre la barra, saltó del taburete y se precipitó en la calle. Caminó por la acera hasta el apartamento. Subió acelerado y entró de manera inesperada. 


Room in New York 1932 E. Hopper


Allison se asustó, no lo esperaba. Sus ojos reflejaban el cansancio del permanente desencuentro. Ya no podían, no sabían llorar. Esperaban un gesto, una motivación que no llegaba y que Andrew, con su característico silencio, no parecía dispuesto a conceder. Con su mirada pedía la ayuda para mantenerse erguida y soportar un día más, y el siguiente. 

Allison  no estaba preparada para recibirlo y fingió sorpresa al verlo aparecer, se apoyó en un mueble próximo, iniciando una acción que no acostumbraba, le preguntó: "¿se te olvida algo?" él se sintió interrogado y a la vez descubierto. No sabía cómo justificarse, inventó una gestión que a menudo utilizaba como excusa, ante la incredulidad de su pareja. Andrew sintió como la postura de ella le hacía derrumbarse. Buscaba encontrar cobijo entre sus brazos, pero ella permanecía erguida y sin titubear. Salió del salón y le dijo: "espera". Entró en el dormitorio y cerro de un portazo. Mientras, Andrew lloraba. Reclamaba consuelo sin pronunciarlo. 

La mujer se dirigió al ventanal. Al cielo azul lo había sustituido un estrato suspendido de densos grises que descansaba en las paredes infinitas de los edificios neoyorquinos. Allison se sentó en el alféizar, con las piernas recogidas y abrazadas y no dejaba de mirar. Empezaba a sentir un frío que se posaba en su piel en forma de gotas de sudor, que deslizaban por su pecho  y al sentirlo en su frente le liberaba de los momentos de aquel amor fingido.

Una osada gaviota desplegaba su vuelo cerca del edificio y se aproximó al ventanal. Allison la seguía con sus ojos cansados tras unos párpados que no lubricaban. Al acercarse, le pareció oír: "¡sígueme!". Ella, sin dudarlo, obedeció.



 Javier Aragüés  (Junio de 2013)

sábado, 22 de junio de 2013

REFLEXIONES SOBRE EL MIEDO (Reflexión) si

Siento que la palabra miedo me impacta más en singular, mientras que al padecer miedo en plural, su efecto, parece diluirse. Si se autogenera, es inagotable, como lo son las causas capaces de provocarlo. Cuando siento miedo, surge en mí una intensa agitación, desmesurada a veces, que no corresponde con la realidad, pero que se percibe y cohabita con los que lo sufrimos. 
Todos hemos soportado alguna vez ese tipo de sensación.   


Fotograma de PSICOSIS



Suelo ir al cine con frecuencia. En el cine se producen algunas películas que  provocan  miedo. A mí me gustan  las de suspense. “Psicosis” es un ejemplo. No me canso de verla. Siempre tengo la misma sensación. El protagonista se esconde tras el refugio de sus propias sombras. 

En la estigmatizada mansión, junto al semblante de la madre imperecedera, él sufre y se consuela en silencio. Quién puede soportar el miedo cuando le obligan, o cree que elige vivir  al lado de un ser al que no quiere, al que no reconoce. Para poder sufrirlo, solo lo puede hacer desde el miedo o el terror que le infunde el otro, y si es de mayor intensidad, desde el pánico. 

En este filme, cualquiera de los dos personajes está sometido a una agonía. Para él, la de vivir junto a la muerte. Y para la madre,  

permanecer junto al hijo travestido. Ninguno de los dos puede abandonar el personaje sin ser atrapado por el miedo.

Al acabar la película, vuelvo a casa. Siempre me espera mi madre.



Javier Aragüés (junio de 2013)
                       
Esta entrada corresponde a la consigna literaria seguida por Javier Aragüés en el mes de Junio, durante el Taller de Literatura y en el blog PESCANT TRESORS
                            


viernes, 21 de junio de 2013

EL GRITO Libro 3

Dos coincidencias en pocos días:
El anuncio para participar  en el blog, PESCANTTRESORS 
http://pescanttresors.wordpress.com/ y la consigna literaria sobre los miedos que me sugiere el deseo de acercarme al cuadro del noruego Joseph Munch.


El acercamiento al lienzo se produjo cuando se cumplían 150 años de su realización. Tras la propuesta sobre el significado de los miedos se urdió la  respuesta. El deseo de encontrar cierta conexión entre el cuadro, el estado de ánimo del autor y el personaje representado, alentaron la búsqueda. Entonces acontecieron varios descubrimientos.

El cuadro fue expuesto por primera vez con el  título Amor, formando parte de un todo de seis lienzos y un título de impacto junto a la imagen. Este icono del expresionismo estuvo siempre vinculado a la representación de estados emocionales. Los complejos de culpa y ansiedad se sienten cómodamente sintetizados en esta imagen.







Al mismo tiempo ha servido de coartada para bajar de los altares al símbolo y ponerlo entre nuestras vidas mediante los objetos de consumo más próximo.  El sentido de la inspiración del artista  noruego no estaba lejos de su difícil infancia. Junto a un  padre  autoritario, la enfermedad mental de su hermana predilecta. Ella sufría un trastorno afectivo bipolar (TAB) con la designación atávica y estigmatizada de psicosis maníaco depresiva (PMD), caracterizada por estados de depresión y euforia, con frecuencia, intensidad y duración indeterminadas. Iban desde los estados cíclicos definidos, manías y depresiones, a estados de ciclación rápida, variación de un estado a otro en breves periodos de tiempo lejos de la ansiada eutimia, entendida como la ausencia de síntomas de desequilibrio. Ante estos estados, Munch sufría recaídas, con la desesperación del que  soporta un paciente psiquiátrico.  

Como el cuadro o en la vida, el ser próximo que le acompaña padece afectivamente. La impotencia define la situación. Ambos se refugian, testifican su sufrimiento en la tela, con la complicidad de la distorsionada imagen.

Desistí de asociar El Grito con el miedo para mostrarme a favor de la ternura, que es lo que para mí escondía el cuadro. 




Javier Aragüés (junio de 2013)