DIFERENCIA ENTRE RELATO Y CUENTO
Narrativa: Cuento y Relato
Según el profesor Fernando Valls (Universidad de Barcelona)
“no existe, hoy por hoy, ninguna diferencia
entre cuento y relato. El término cuento ya se
usaba en el siglo XIX para designar la narrativa breve. El concepto de
relato, aparece en los últimos años sesenta. Quizás se pensó que cuento era
un término con demasiados significados (los cuentos destinados a los niños o
los relatos de patrañas) Por esta razón, por sus componentes peyorativos, tanto
de cuento como de cuentista, el narrador Fernando Quiñones pedía
en 1988 que se sustituyera por relato”. En general el cuento se clasifica
en literario y popular. Los cuentos tradicionales de hadas, leyendas,
mitos los cuales se transmiten por tradición popular. El término relato
significa cuento literario. El cuento es una narrativa en prosa de hechos
imaginarios, el relato por su parte admite hechos no ficticios. En el relato la
historia tiende a ser más corta y menos desarrollada (microrelatos) Entre el
cuento y el relato hay más similitudes que diferencias, no dejan de ser formas
narrativas en su género literario sabiendo que el cuento es un subgénero.
*****
A INDIOS Y AMERICANOS
Todos los jueves por la tarde, si no había “cole”, jugábamos en el trastero de mi casa. El juego siempre tenía los mismos personajes, con distinto guión. Se preparaba sobre la marcha. Jugábamos a “indios y americanos”. Repartíamos los “indios”, genérico con el que se conocía a las figuritas de cualquiera de los bandos. Eran de plástico, poco o nada flexible y monocromas. Todas tenían el pie deformado por las rebabas de fabricación. Las poníamos en un montón en el centro de la habitación. Uno de los dos cogía en cada mano -ahora si- un indio y un americano. Cerraba los puños y los llevaba a la espalda. Cuando Toñín elegía, yo hacía el gesto de moverlas de una mano a otra, por detrás, para engañarle. Cuándo me tocaba a mí, él iniciaba la misma ceremonia. “¿Cuál quieres?”, me decía con las manos extendidas. Yo ponía cara interesante ante la cuestión y contestaba. "Ésta". Conocíamos tanto los gestos que siempre elegíamos la preferida. A veces, si la duda sobrepasaba el tiempo razonable para tomar la decisión, nos ayudábamos. En mi caso, le indicaba a Toñín cuál era, con un movimiento de cabeza a la izquierda o derecha y él a mí, con un guiño de cualquiera de los ojos. No era menos importante saber quíen defendía el fuerte, que se adjudicaba, por supuesto, al azar.
Hecho el reparto, el siguiente paso era situar en posición a los indios y americanos. Había unos de varios colores, más caros y flexibles que Toñín protegía. Yo le decía “¿Me dejas tus soldados de uniforme?” Si Toñín no estaba dispuesto, hacía que no me oía.
Todos los jueves al acostarme me preguntaba.”¿Por qué entre tantos indios y americanos, no está"la chica" del sheriff, ni la novia del oficial yanqui, ni la mujer del coronel del fuerte? “En las películas del Oeste no faltaban estos personajes. No digamos entre los indios, peor lo tenían. Solo pensaban en luchar. Despiadados, con pinturas de guerra, arcos y flechas y un gran jefe. “Jerónimo”. Tenía muchos hijos. Toro sentado. Nido de buitre. Ojo de buey. Julai de la pradera y muchos más. Todos parecían solteros, sin intención de dejar de serlo y preparados para la guerra. ¿Dónde estaban las mujeres, las indias del poblado? No se las veía. ¿Estarían dentro de la tiendas? (Por cierto, cuando crecí aprendí que se llamaban tipis.) Ni rastro. No había mujeres indias, ni americanas. Para mí, lo peor de todo es que con todas estas limitaciones no podía dar entrada en el juego a “la chica”. Debía ser rubia y mujer del teniente yanqui. Todo lo imaginaba al margen de Toñín.
Desde la claraboya, veía con dificultad a Mari Carmen, mi vecina. Se apoyaba en la ventana de su dormitorio con un libro en sus manos. Jamás habíamos intercambiado palabra. Una mañana al salir de casa para ir al colegio coincidimos. Mari Carmen esbozó una sonrisa que interpreté como un adelante en mis deseos. La invité a jugar los jueves. No falló desde aquel día. Una tarde no vino. Toñín se extrañó.
- - ¿Sabes Por qué no viene Mari Carmen?
- Hoy no puede. Se ha quedado en el poblado a jugar a “papás y mamás”. Quiero terminar pronto. Tengo que ir a cenar con ella y nuestros hijos.
- ¿Cómo? No me has dicho nada
- Mientras tú matas indios desde el fuerte, con tus ¡Pun, Pun! y ¡Bang! ¡Bang! No escuchas. Pasó el tiempo. Un jueves por la tarde, Toñín se presentó semidesnudo, con taparrabos. Dejó el arco y las flechas a la entrada. Agitado, pidió a Mari Carmen que le presentara una amiga del poblado. Mari Carmen accedió. Toñin y su pareja marcharon juntos a otra reserva india. Pasadas varias lunas un guerrero nos visitó.
“Gran jefe Toñín Despabilado firma la paz con casacas azules. Venir a su tipi."
Mari Carmen y yo seguimos jugando a "papás y mamás" en mi trastero.
Javier Aragüés (Noviembre 2015)
*******
EN SILENCIO
Ana no para de rebuscar entre los recuerdos que conserva en una antigua caja de galletas. Sueña con las vacaciones en el pueblo minúsculo a orillas del mar, donde ha pasado tantos días de su juventud. Recuerda los ocasos fulgurantes y el aire impregnado de vida. Siente en el borde de la mirada los deseos fundidos, intenta retenerlos sujetando la respiración, hasta que el diafragma cede y la memoria abandona los amores desbaratados. Ya no importa qué desencadena el olvido.
Su esposo encuentra en el suelo una foto antigua. Es de un grupo de jóvenes entre los que destaca uno junto a Ana, que la toma por la cintura; tiene los ojos grandes por los que se cuela la vida, cincelada sonrisa y una postura que sugiere una relación consentida entre ambos. Todo frente a un mar en blanco y negro con un marco amarillento, al dorso una dedidatoria con tinta disgregada . "No te olvidaré” Siempre tuyo. Tomás.
Ana inquieta busca la foto, el recuerdo de la imagen se desdibuja y sus ojos se empañan. Siente que algo se asoma al mirador sin rejas, el vértigo le arrebata lo celosamente custodiado. Pasa del sollozo al llanto en medio del silencio y las lágrimas, priotagonistas,se deslizan. Escapan descontroladas en un caudal imposible de detener hasta que Tomás regresa.
Javier Aragüés (Julio 2015)
Vaig conèixer el Ferran a l'Escola Superior d'Arquitectura
de la Universitat de Barcelona uns anys després del final de la guerra
civil. En aquells moments l'Escola encara era a l'edifici central de la
Universitat. Era una escola amb pocs mitjans, la majoria de
professors havien sortit d'Espanya o estaven expulsats. Malgrat tot, vàrem
rebre els coneixements bàsics de la professió. Afortunadament tant el Ferran
com jo teníem molta traça pel dibuix i ens agradaven les mates. Amb tot això
vàrem fer una bona carrera. El Ferran amb un gran esforç va
obrir al final dels anys quaranta el seu propi despatx i jo em vaig
dedicar a l'ensenyament a la pròpia escola. Després de la paràlisi i la
destrucció de la guerra tot estava per fer i els estudiants d'arquitectura
creixien cada any. Aquesta era la nostra situació en aquells moments.
A principis del anys cinquanta va començar a
rebre alguns encàrrecs importants. Abandona l’estil dominant de
l’arquitectura monumentalista del franquisme per recuperar,
junt amb altres col·legues, l’esperit del GATCPAC de l’època republicana.
En aquests anys un dels seus projectes més notable va ser la construcció de la
seva pròpia casa a l’Alt Empordà, al poble de Palau-savardera, a les afores del
poble sobre un petit promontori molt ben situada en el paisatge. Orientada a
sud es podia contemplar la badia de Roses i per la part del
darrera, la cadena pirinenca amb el Canigó ben nevat a l’hivern.
El Ferran era una persona de caràcter, molt exigent tant amb
ell mateix com amb els seus col·laboradors, però a la vegada extraordinàriament
honrada. Tot el personal del despatx tenia excés als llibres de comptes i
cadascú proposava el seu salari o honoraris a canvi d’una dedicació total a la
feina. Alguns no suportaven aquesta pressió i deixaven el despatx,
però amb els més fidels va formar un equip formidable que ell considerava
coautor de tots els seus projectes.
Es va casar aviat i va tenir dos fills. El seu
matrimoni, però, no va reeixir duran gaire temps i es van
acabar separant amistosament, la única possibilitat que hi havia
aleshores. La família i alguns amics li proposaven que demanes la nul·litat del
seu matrimoni, però ell pel seu caràcter, això el va indignar molt
i em deia :
- Joaquim,
com vols que demani la nul·litat després de deu anys de casat, amb fills,
i sense cap de les causes que el dret canònic admet en aquests
cassos.
En aquells anys al nostre país, sense la regulació del
divorci, era un procediment que algunes parelles provaven, inventant
circumstàncies i històries, amb falsos testimonis, hàbils advocats i amb diners
suficients, per quedar lliures i tornar a casar-se legalment per l'Església.
Visitava sovint el despatx la Isabel Viladàs, la responsable
comercial d’una important empresa de subministraments tècnics per
arquitectura, papereria i material d’oficina. El Ferran no hi havia parlat mai,
una altre persona era l’encarregada de les compres. En una ocasió, no se
ben be perquè, la va atendre ell. Em va explicar que li va semblar
una dona intel·ligent, que feia bé la seva feina i que era simpàtica.
Semblava que no hi havia pensat més, però resultava que cada vegada que venia al
despatx, el Ferran, si tenia cinc minuts, sortia a saluda-la. Va
saber que era una dona separada i sense fills. Amb molta discreció la convidava
a sopar o als concerts del Palau de la Música. Duran alguns mesos va
continuar amb aquesta relació i finalment varen passar un cap de setmana
a la casa de l’Empordà. Molts pocs coneixíem aquesta nova situació
familiar.
Al 1985, en el moment més bo de la seva trajectòria
professional, quan li plovien els encàrrecs i el seu despatx d’arquitecte
era un dels més prestigiosos de Barcelona, el diagnòstic d’un càncer li va
canviar la vida. Això va ser un cop molt dolorós per ell tan en l'aspecte
físic com sobretot anímic. Malgrat tot va continuar al front del despatx
treballant com sempre, amb la mateixa intensitat, amb una gran força de
voluntat, combinant la feina amb els tractaments mèdics. Aquesta situació
va durar aproximadament més d’un any i mig fins que la malaltia , ja molt
avançada, li va impedir continuar i es va retirar amb la Isabel a la casa que
de l’'Alt Empordà. Allà jo el visitava sovint i durant la última d'aquestes
visites vàrem tenir una llarga conversa i em va confessar que la família, la
mare i els fill, el pressionaven per que regularitzes la seva situació
matrimonial, la qual cosa volia dir deixar la Isabel, i ell em deia
amb una gran pena:
- Joaquim,
com vols que traeixi, que rebutgi, que m’oblidi de la dona que m’ha fet l’home
més feliç d'aquest mon durant els últims vint anys. Era la que, quan
estava abatut i cansat per la feina em preparava uns còctels que em
ressuscitaven i que ella s’inventava,. Per animar-me em cantava les millors
àries de les heroïnes de les òperes de Mozart: Zaide, Konstanze, Rossina,
Pamina, Sussana . . . que ella mateixa s’acompanyava al piano. Quan tenia
gana em preparava uns pèsols estofats que tenien tots els gustos de les
hortes del Maresma o un bacallà al pil-pil que em feia caure les
llàgrimes. Quan estava excitat m’oferia sexe amb generositat i quan he
estat malalt m'ha cuidat amorosament. Tu saps, Joaquim, que pràcticament
no he fet mai vacances, únicament quan acabava un projecte em prenia una
setmana per fer algun viatge, sovint professional per visitar algun
col·lega italià o centre europeu, que tu saps que són els arquitectes que més
m’interessen o per visitar alguna obra innovadora Amb la Isabel visitàvem
sempre les mateixes ciutats: Roma, Florència, Venècia, Praga, Berlin, i quant
el viatge era bàsicament de plaer anàvem a les illes gregues, a Istambul o
llocs semblants. Amb ella aquestes ciutats eren diferents, més lluminoses, més
alegres, tenia amics a tot arreu. L'auditori que vaig fer a Linz va ser
una obra difícil, amb problemes, però crec que és una de les millors que
he fet. No és l'auditori ni més gran, ni més luxós ni més
espectacular dels que es van construir aquells anys a Europa, però
segur que és el més confortable i acollidor, el més musical de tots. Quan vaig
fer l’entrega d’aquesta obra ens vàrem prendre un més per viatjar als
Estats Units. Un viatge des de la costa del Pacífic fins a Nova York, a estones
en cotxe i les etapes més llargues en avió. Una travessa memorable. Els
dos ja coneixíem els Estats Units però junt vàrem veure un país
nou. Visitarem durant cinc dies Chicago, que té la millor
arquitectura de tot el país, i després una setmana a Nova York. Aquests van ser
els únics dies d’ autèntiques vacances en més de trenta anys de professió.
Aquesta visita em va deixar molt impressionat i just
una setmana després moria en pau a la casa de Palau-saverdera acompanyat
de la Isabel, la seva mare i els fills. Va ser enterrat al cementiri del
poble. El Ferran m’havia nomenat marmessor testamentari. En relació
al despatx em va donar plens poders per liquidar-lo, procurant perjudicar el
mínim possible als seus fidels col·laboradors, o si ho creia possible, que
me’n fes càrrec i continues els projectes en els que ell treballava
en aquells moments.
On és ara el Ferran?. És impossible saber-ho. Fa poc,
amb un capella, amic i savi, parlant de la geografia del més enllà em deia:
-Joaquim, si ets creient no imaginis, confia.
Són paraules intel·ligents però difícils d'entendre i més d’aplicar. Els humans
som sers emocionals, però sobre tot racionals i volem entendre totes les
coses Ens resulta impossible confiar en un lloc, en un món, que no sigui
en tres dimensions, amb arbres i ocells, camins i muntanyes i amb un mar
immens, i amb un ahir, un avui i un dema. On és doncs ara el Ferran?. Malgrat
el consell, nomes me’l puc imaginar en algun dels llocs que a ell més li
agradaven. Potser assegut a la terrassa del Harry’s Bar en una cantonada de la
plaça de Sant Marc de Venècia, que te l'arquitectura més meravellosa que mai
s'ha fer, prenent-se un Campari. Si, crec que això estaria bé.
UCI de l’Hospital General de Catalunya, Sant Cugat 15-25 de
gener 2014
Si me pidieras una relación íntima te diría que no,
que no estoy preparada, que poner ahora un hombre en mi vida cuando me queda
tanto por aprender, tanto todavía por hacer, resultaría un lujo excesivo, un
derroche de tiempo y energía.
Pero el viernes por la noche, en el cine, a tu lado, con mi
mano entre las tuyas y una buena película—que siempre eliges cuidadosamente--,
no deseo otra cosa: que no acabe nunca. ¿Te imaginas que en la sala de al lado,
en la 11 o en la 13, existiera un sofá donde prolongar este sentimiento de
ternura que nace callado en la butaca o el deseo que asoma despacito entre
planos y secuencias? Oh, qué gozada si pudiéramos unir nuestro abrazo al de los
protagonistas, compensar su desdicha, solidarizar-nos con su causa, compartir su
aventura!
Algo se quiebra, algo queda para siempre en los folletos
olvidados en las butacas, esparcidos por el suelo, algo se pierde en el largo
corredor de cemento, pintarrajeado de amarillo chillón o verde inclemente, de
salida hacia la calle. Y de pronto ya sé que me abandonas. Y estoy sola en
la noche anónima de la ciudad, pisando oscuros adoquines, sin rumbo entre el
llanto de neones y farolas.
Llego a casa despacio, con el alma encogida y me
acurruco en el sofá sin ánimo de desvestirme, sin ningún sueño, hecha un ovillo
de sentimientos, de emociones, de películas interrumpidas.
Isabel Demestre (Junio de 2015)