domingo, 16 de febrero de 2020

DESEADO





Para que exista el reencuentro ha de existir la ausencia o el alejamiento del ser querido, 
el que soñamos que nos quiere y nosotros lo deseamos.




Ella acudía cada tarde al andén infinito de la estación de armazón de hierro forjado en un  gris frío, por el que solo circulaban dos trenes de vía única; el del desamor y el de la esperanza. Siempre llegaba tarde expresamente porque le aterraba que el tren del desamor estuviera estacionado y aún no hubiera marchado.


Día tras otro, conscientemente, provocaba la pérdida de ese tren odioso que no tenía horario fijo pero que si lo encontraba sabía que el dolor sería tan terrible que no estaba segura de poderlo soportar una vez más. Tantos días pasó encogida por el miedo, por el sufrimiento a lo imprevisible, que llego a dudar cuál era el motivo por el que cada día acudía a esa estación, porque no era ella, era algo disfrazado de complacencia hacia la persona amada sin encontrar contrapartida.

Aquel día lucía un sol radiante. Al despertar, fue capaz de mirarse como hacía meses que no lo había hecho, quizás en toda su vida, recreándose en el espejo; se observó experimentó una sensación que desconocía, la de reconocerse y poderse identificar con su yo, con ella misma. Disfrazada de verdad se echó a la calle sin mirar la hora. No le importaba encontrarse con el tren del desamor, estaba preparada llena de deseos y rebosante de sueños. Entró por la puerta principal. En ese momento sonaron dos largos pitidos, anunciaban la partida del tren del desamor. Se alejaba envuelto en una nube de vapor gris que lo desdibujaba. Tuvo que esperar más de una hora. El tren deseable, y tantas veces deseado, el de la esperanza, hacía su entrada sin alardes, lento y seguro. Fue aminorando su marcha, por lo que a ella le permitió, sin forzar el paso, repasar cada vagón.

Sí, era él. La buscaba como lo habría hecho toda la vida. El tren se detuvo. Sin llegar a bajarse, él la miró y a ella se le aceleró el corazón. Primero acercaron sus manos, se abrazaron y después el esperado beso. Tan largo y apasionado que el tren deseado, el de la esperanza, se quedó inmóvil y el tren del desamor no volvió a circular.



Javier Aragüés (febrero de 2020)

martes, 4 de febrero de 2020

ESCAPE








Apagué la luz, y al dirigirme al dormitorio me pareció escuchar que Samuel se había dejado abierto el grifo del fregadero de la cocina. La gota repicaba insistentemente sobre uno de los platos de aluminio de la cena anterior. Perforaba el silencio. El sonido puntual e instantáneo de una gota abandonada, se había enlazado con el de otras gotas en todas las direcciones, hasta componer un atronador murmullo que dominó el espacio y que hizo que yo dudara de si Samuel había vuelto.


Estaba clavada en el quinto peldaño de la escalera que me llevaba al dormitorio. Indecisa entre bajar a la cocina o irme a dormir. Estaba a punto de hacerlo, pero de nuevo un gran ruido sacudió la planta baja. El estruendo fue considerable. Me ceñí el cinturón de la bata y me planté a la entrada de la estancia. Varios platos y vasos, destrozados, se esparcían sobre las baldosas irreprochablemente cuadradas de la cocina, que ya había enviado su WhatsApp particular con infinitos caracteres en forma de una gran lamina de agua jabonosa y grasa que se deslizaba bajo la puerta para intentar ganar el recibidor. Avanzaba lentamente con la única oposición de mis deseos y la moqueta, que era mucho más eficaz que yo.


Mis ansias de llorar y gritar se fundieron en un: ¡No! Un monosílabo contenido que ilustraba mi impotencia y temor.


Algo más debió pasar en esos instantes en los que yo estaba protegiéndome subida en el ultimo peldaño de la escalera. La mancha de agua perdió la timidez y se convirtió en una andanada de suciedad y detergente utilizado que había ocupado la planta baja de mi casa. Algo estaba ocurriendo. Yo había pasado de estar sorprendida a ser autoinvestigada y, por último, a víctima de un acoso intangible pero severo.


Inmersa en la dantesca situación intentaba trabarme a algo más consistente que mis miedos. 


Recordé a Samuel y, al mismo tiempo, sus últimas palabras: "Esta vez, no me esperes".





Javier Aragüés (febrero 2020)

jueves, 30 de enero de 2020

EL ANCIANO SABIO

Yo pasaba los veranos en un pueblecito de montaña. Os voy a contar cómo era aquel lugar. 

Había un bosque enorme lleno de manzanos. En los prados, pacían las vacas de color blanco y negro, aunque también había alguna de color marrón. De vez en cuando mugían para llamar a sus terneros y estos corrían con paso torpe al encuentro con su madre. Pero sobre todo me acuerdo que había un río; el agua corría abundante y llamaba la atención por sus colores azules, verdes y blancos que a su vez se descomponían en infinitos tonos. Yo me pasaba muchas horas mirando los diferentes colores y pensando que aquello no era posible verlo en la ciudad. Los pajaritos eran muy diferentes y  poblaban los árboles junto al río. Saltaban y  estaban inquietos. Se pasaban todo el día cantando y revoloteando. Todo era muy bonito en aquel pueblo tranquilo y limpio.








Pero aquel verano fue muy especial. Yo paseaba todas las tardes con dos amigos por la orilla del río, cuando de pronto nos topamos con un honorable viejecito, sentado en una gran roca, junto a uno de los remansos que amortiguaban las aguas decididas a ganar el molino. Porque el pueblo también tenia un molino muy grande y esbelto, cuyas aspas, cuando había viento se movían lentamente pero sin parar. Pero no nos despistemos. Nos escondimos tras unos matorrales y desde allí pudimos ver lo que iba a pasar.







El anciano tenía las cejas muy pobladas, como de algodón. De la cabeza, sobresalía un sombrero en punta, con conforma de cono. Iba ataviado con un peto con tirantes, de color rojo saltón y encima un cinturón enorme de color negro con una gran hebilla dorada. Pero destacaban sus grandes botas negras por las que asomaban unos pies rosados de tanto como había caminado. Por el aspecto parecía un duende. De pronto vimos como hablaba, al parecer solo, mirando al agua. Oímos una voz que decía: 

—¡Señor! Todas la tardes paso por aquí y siempre le encuentro ahí sentado. ¿Por qué?

—Pececillo, yo estoy aquí para resolver las dudas que los hombres y los niños puedan tener


Era la voz de un pececillo que asomaba su cabecita plateada y se había detenido frente a él anciano.

—Hola buenas tardes pececito. Yo me llamo Blas y tú ¿cómo te llamas?

—Mira Blas, los pececitos no tenemos nombre pero mí mis amigos me llaman "sensible". Imagínate porqué.

—Prefiero que me lo expliques tú.

—Yo no puedo soportar que alguno haga daño a mis padres, a una amigo y te digo más, a cualquier persona. Cuando juego con otros pececitos, a veces ha venido un pez grandullón a meterse con nosotros y yo pienso, que eso de meterse con la gente sin motivo, no está nada bien. Cuando ocurre me pongo a llorar. No soporto a las personas que intentan intimidar a otras.

—Mira "sensible". Yo conocí a un niño que era mucho más sensible que tú, y se pasaba el tiempo llorando por todas la cosas malas que le ocurrían a los demás. No hacía más que llorar, porque siempre ocurría algo.

Un día, estaba en un rincón llorando como casi siempre. Oyó voces. Levantó la vista y vió como unos chicos querían pegar a su amigo. No sabía qué hacer. Se puso a llorar y los chicos comenzaron a meterse con él. Tanto lloraba que ya no podía más y pensó: "Si sigo así no arreglaré nada". 

—¿Por qué lloro?

Y él solo se respondió:

 —Lloro por dos cosas. Por todo aquello me produce mucha tristeza y por otra cosa muy importante, por no ser capaz de defenderlo. 

Sin dudarlo se levantó, comenzó a gritar y unos hombres acudieron en su ayuda. Desde ese día el niño no volvió a llorar y todos los niños querían ser su amigo.

El pececito había estado muy atento, miró a Blas y dijo:

—Blas, yo, como aquel niño, no volveré a llorar porque he entendido que es más importante arreglar lo que nos ocurre que encogerse y gemir. Porque así no ayudamos a nadie —dijo"sensible". 

El anciano se despidió.

—Adiós "sensible".

Que antes de sumergirse, miró a Blas, le guiñó uno de sus ojitos y le dijo.

—Muchas gracias Blas.





Javier Aragüés(febrero de 2020)



EL CAMINO



Eugène Brouillard



Querían encontrar sentido a sus vidas.

Frecuentaban el mismo bosque. Era tupido, espeso e inquietante, . Manu era reflexivo, aparentemente satisfecho con sus principios y expectante. Isabel era moderadamente feliz, se había perdido muchas veces entre la espesura, pero no dudaba que un día encontraría la salida.

Aquel día tropezaron de manera fortuita. Charlaron como verdaderos amigos. Encontraron coincidencias, tantas, que decidieron caminar juntos, de la mano, de los besos... 
Llegó la primera incertidumbre al encontrarse con un sendero. Se detuvieron. Decidieron caminar en hilera por la estrechez del camino. Intercambiaron alternativas.

—Isabel, debemos caminar siguiendo la rivera.

—Estoy de acuerdo, continuemos por la ribera.

A los pocos metros ella se perdía en el bosque y él se enfangaba en el cauce del arroyo.


Javier Aragüés (febrero de 2020)



domingo, 26 de enero de 2020

DONOSTI






En enero, como lo hacía siempre pero con menos frecuencia que en el resto del año, el tren entró en la vieja estación del Norte con gesto cansino y muy poco a poco acompañado por el chirriar de las bielas y los goznes de los enganches de los vagones; en el momento que cesó el quejido mecánico se detuvo al llegar al cartel bajo la marquesina, de fondo blanco rotulado con letras gruesas y nítidas de un inconfundible azul bilbao en el que se leía  SAN SEBASTIÁN - DONOSTI. El tren, completamente inmóvil y como si resoplara por la fatiga, se envolvió en una densa nube de vapor blanco que ocultaba el escaso número de personas que se encontraban en ese momento en el andén y, por su actitud, no se sabía si esperaban un tren o eran meros figurantes. Un hombre se echó el silbato a la cara y con la otra mano agitó un banderín rojo deshilachado y se escucharon tres golpes largos de silbato y el tren, lentamente, como si no quisiera abandonar el lugar inició el recorrido perezoso a la siguiente estación. En ese momento, una mujer y un muchacho con paso torpe se dirigían hacia la puerta de salida de la vieja estación del Norte.







Al salir se toparon con el sirimiri, la lluvia fina característica del lugar que caía sobre el amplio, triste y despoblado Paseo de Francia. Nadie les esperaba, solo una larga hilera de árboles que no parecía tener fin y acompañaba a la senda en uno de los márgenes al río Urumea. En la orilla opuesta, un cuerpo flotaba sin vida y en la parte superior del cauce, un coche negro y solitario se apresuraba a retirar el cadáver. 

La mujer, aparentemente sorprendida, se detuvo unos segundos y sin titubear aceleró el paso y el muchacho, sin entusiasmo, seguía mirando el cuerpo y se dejaba arrastrar, sin dejar de observar el suceso. El adolescente balbuceaba palabras ininteligibles, alternadas con gritos, señalando con el dedo la otra orilla. Ella le obligó a caminar hasta llegar a una de las casas señoriales del paseo. Lo hizo entrar como pudo. Unas escaleras daban acceso al portal y allí esperaba una doncella cuya cabeza se remataba por una cofia blanca como complemento imposible de disociar de su cuerpo y su cometido. 

Saludó a la mujer como si la esperara y la criada con un gesto de cortesía la indicó que pasara al salón, cogió al adolescente de un brazo y le llevó a la cocina para evitar que las personas que estaban en la sala, le vieran en esa actitud.


Alrededor de una generosa chimenea esperaban una mujer de unos setenta y tantos años, afligida pero sin perder su compostura, sentada en un sillón tapizado en piel de color verde botella, de estilo inglés; y un hombre con una gabardina que reclamaba ser sustituida con urgencia. 

Él, aparecía erguido, con gestos de no tener que dar explicaciones y, con cierto descaro, sostenía un cigarrillo con su mano izquierda que consumía recreándose en cada bocanada. La honorable  anciana se limitó a hacer una presentación protocolaria: "Nerea, hija, te esperaba. Este señor es el inspector Ayestarán". El hombre, con desgana, tendió la mano con gesto de aprobación, porque pocas veces le llamaban señor Ayestarán, siempre se dirigían a él como "¡Señor inspector!", a secas. 







Eneko, en un descuido de la doncella salió de la cocina, se plantó en el salón y ocupó una posición discreta, en apariencia ajeno a los mayores, mientra hacía que jugaba con una de los delicadas copas del mueble bar ante la mirada sesgada de Nerea. El mozalbete, en silencio, clavaba la mirada en el reflejo irisado por el fuego en el fino cristal.



Eneko, casi siempre estaba rabioso. No tenía amigos. Le gustaba jugar con niños más pequeños que él, porque le hacía sentirse como si fuera su hermano mayor. El hecho de ser hijo único y casi siempre estar solo, le había condicionado su infancia y pubertad. Sus dimensiones no se correspondían con su comportamiento. No tenía padre, había muerto cuando era muy pequeño y su salud siempre había sido muy delicada. 

Ese día pasó algo muy especial; desde que llegaron a casa de la abuela, Eneko tenía unos deseos incontrolables de sentirse protagonista  como si supiera que algo iba a ocurrir. Al entrar en el salón, la presencia de la amona Maitane, le impresionó y apreció un gesto de desaprobación, lo que en ella era habitual, pero la cara de asombro y consternación era especial ese día y contrastaba con no tener signos de haber llorado en ningún momento y a la vez mantenía una tristeza forzada.   

Eneko oía como el inspector hablaba con mi madre y mi abuela e iba apuntando algo en un cuadernillo infame mientras el muchacho seguía con la copa en la mano y soportando los avisos de su madre: "¡Cuidado Eneko! La romperás" Es distracción le servía para estar atento a las conversaciones y pasar inadvertido.


—Señora Garay. ¿Recuerda cuando vió la última vez con vida al señor Elizondo?

—Ayer por la tarde, cuando despachó conmigo. 

—¿Notó algo extraño en su comportamiento?

—No. Hizo lo habitual desde que le contratamos como administrador cuando vivía mi esposo. 

—¿En que consistía su trabajo?

—Nosotros tenemos varias fincas en Donosti. Son casa antiguas y residenciales como esta, la mayoría situadas en el Paseo de Francia y en Miraconcha. Los alquileres, por el tipo de inmuebles, son elevados y los arrendatarios de toda la vida. El señor Garay —mi marido— se preocupó por tener un patrimonio sólido. Ese fue su legado y es la manera que tengo para disfrutar de una vida holgada y una vejez tranquila. El señor Elizondo, el administrador, se ocupaba del patrimonio, en especial las fincas a las que me he referido. 

Por eso, todos los jueves a media tarde, se pasaba por mi casa me informaba del estado de los edificios, si había que hacer alguna reparación y de la puntualidad en el pago de los alquileres. Era nuestro hombre de confianza.

Nerea, la hija de Maitane permanecía de pie junto a su madre como si fuera una invitada pero muy atenta. La dama conseguía hacerse respetar sin estar presente. 

Eneko tenía el beneplácito de la amona Maitane para moverme por la casa sin esperar su aprobación, si Nerea no estaba delante, la anciana mantenía el trato inflexible.

El inspector  se dirigió a Nerea ignorando a mi abuela.

—Entiendo que usted ha venido hoy a Donosti, ¿Cuanto tiempo había pasado desde la última vez?

—Yo vengo todas las semanas al menos un día. Si puedo, estoy presente en la reunión entre el administrador con mi madre.

—¿Pero ayer no fue así?

— No. Ayer estuve en Bilbao. Desde que murió mi marido tengo que ocuparme personalmente de su despacho. Él era abogado y yo también. Al casarnos dejé de ejercer la profesión, pero ahora las circunstancias han cambiado y me veo obligada a ocuparme del bufete y ayer tuve una reunión con mi otro socio.

—¿Cuando fue la última vez que lo vio?







  

sábado, 25 de enero de 2020

NO PUEDO. NO SÉ. TE QUIERO.








El despertar era el vacío, su ausencia era un dolor infinito y el reencuentro se anunciaba con el miedo a sus palabras.Tan solo habían pasado ocho horas y toda una vida, que se había concentrado en unos meses, se agolpaba ante sus ojos y a la vez se esfumaba. No podía olvidar, ni renunciar a sus palabras de cuidado, ni a la sensibilidad con que le trataba y tampoco a los desencuentros. Si porque formaban un matrimonio mediterráneo que no era idílico. Era la simbiosis en una parcela de realidad, que no formaba parte del edén, donde convivían las pasiones, los deseos incumplidos, los anhelos, las frustraciones, los errores, los complejos, las afecciones, la capacidad de querer y ser amado y por encima de todo el deseo de compartir una vida desde la creencia y reconocimiento de las imperfecciones mutuas, dispuestos a enfrentarse al ímpetu de los momentos más difíciles y armados de valor y voluntad para afrontar y derrotar a los fantasmas de sus egos.




Pero en aquella tarde y la noche, se dispararon los sentidos y la palabra ruptura escapó de sus deseos. Él la decidió. Por la mañana solo las lagrimas y el dolor invadían su espíritu. Ella compungida le miró. Él imploraba. Solo pronunciaba insistentemente tres palabras:  NO SÉ. NO PUEDO. TE QUIERO.




Javier Aragúés(enero de 2020)

miércoles, 22 de enero de 2020

COOPERATIVA DE BESOS





A las afueras de la ciudad se levantaba una gran nave. Estaba situada en una conocida región hortofrutícola, caracterizada por un microclima  suave y cálido durante todo el año y en especial, las noches de primavera. En una de sus cuatro paredes, la más blanca y próxima a la carretera, se anunciaba sin pudor y en grandes letras mayúsculas de color rosa caramelo, COOPERATIVA DE BESOS (COBESOS). 







En la puerta principal se agolpaban hombres y mujeres. Estaban presentes cualquier tipo de individuos con independencia de su condición sexual, lo único que interesaba a la cooperativa era la calidad de sus besos; la pareja ganadora recibiría un importante premio en metálico y el reconocimiento de todos los miembros de COBESOS. 

La espera para poder participar podía durar meses. Había otra condición incuestionable para pertenecer a la organización y poder competir, la de tener que repetir el beso por el que habían sido seleccionados, en el momento que lo reclamara cualquiera de los  cooperativistas. Este requisito parecía haberse establecido estúpidamente por uno de los socios fundadores, pero pasaban los años y nadie se atrevía a cuestionar. 

Había algo que extrañaba a todos. Era más que una condición, la obligación de hacer un juramento. En un panel antes de entrar a la nave se subrayaba: "JURO QUE NO ESTOY ENAMORADO".

Era una paradoja. ¡Besar bien sin estar enamorado! Lo pensaban muchos participantes, pero las normas eran las normas y el premio era tan considerable que nadie se atrevía a cuestionar las condiciones y menos aún condenar la norma.

Se vivían, a la vez, escenas cómicas y patéticas entre las parejas que en aquellas circunstancias se habían formado precipitadamente para concursar. Mientras esperaban su turno, apoyados en la infinita pared blanca, los amantes artificiales en la nariz, que al tercer intento llegaba a enrojecer; los más atrevidos buscaban el lóbulo de la oreja de su dos, que con los inevitables desatinos provocaban tirones y desgarros y los más estrafalarios se entretenían lamiéndole a él, o a ella, la prominente barbilla.

Aunque las tentativas y las modalidades eran inagotables, como la imaginación de los besucones, en todos los casos y a pesar de los esfuerzos de los pretendientes, eran besos desposeídos de verdad y pasión, por lo que los mejores se concretaban a lo sumo en un intercambio de voluntades ensayadas. 

Por el mero hecho de presentarse para concursar, a los aspirantes se les regalaba el pin identificador, que no era otra cosa que un suspiro. Lo lucían en la solapa y era el amuleto para alcanzar una mayor sensibilidad y asegurarse así que nunca perderían la condición de socio. Pero para optar a serlo, tenían que pasar la prueba del beso. La prueba era tan larga que, con frecuencia, las parejas que habían empezado a besarse como requería COBESOS, se desgastaban, y al tener que repetir el beso por el estúpido requisito establecido, se ponía de manifiesto que habían perdido el interés, quedaban descalificados y tenían que volver a hacer cola hasta conseguir una nueva pareja para poder demostrar de nuevo, que su beso se ajustaba al canon.


El caso de Dylan y Geraldine era  especial. Los dos habían acudido sin una idea clara de lo que era todo aquello. Tras varios días esperando su turno, conocieron las normas y entablaron amistad.





Transcurridos dos meses Dylan a veces la cogía de la mano para lograr más veracidad en los gestos, y le explicaba a Geraldine el motivo, que no era otro que el de  conseguir una mayor concentración el día de la prueba definitiva y que su beso fuera el ganador.  

Todas las tardes paseaban hasta la ciudad y tomaban zumo en el punto de venta que tenía COBESOS. Era un self service con una batidora, en el que tan solo había una bebida y un gran expositor repleto de maracuyá, la fruta de la pasión. Una vez triturada, el zumo era refrescante y de sabor agridulce, cuyo gustillo no era del agrado de los demás candidatos; Dylan y Geraldine, en cambio, solían tomar varios vasos cada día.

No se sabía bien el motivo, pero aparecieron las primeras caricias entre la pareja. Y en las  noches de primavera, esas caricias fueron el preludio de los besos.  Todos creían que ensayaban y trataban de imitarlos sin conseguirlo. Lo que en principio parecía un mero ejercicio para competir, se transformó en habitual.

Aunque procuraban pasar desapercibidos, 
aquellos besos espectaculares estaban en boca de todos los candidatos . Porque a diferencia del resto de los pretendientes a cooperativistas, Dylan y Geraldine no parecían esforzarse para conseguirlo.

Llego el día que la pareja tenía que mostrar su mejor beso. Todos estaban expectantes por la fama que les precedía. Entraron cogidos de la mano como acostumbraban. Sin complejos, se plantaron ante los miembros del comité de admisiones. Comenzaron a besarse como solían hacer en las noches de primavera. Con los rostros superpuestos, sin cesar, paseaban 
sus deseos por los labios. Era un beso único y perpetuado por la pasión; era un beso sin final. 

Se produjo un silencio inquietante y 
los miembros del comité se miraron sorprendidos.   .

Dylan tomó la palabra y se dirigió a los presentes. “Señores, tenemos que confesarles que Geraldine y yo hemos roto el juramento".


Javier Aragüés (enero de 2020)






sábado, 11 de enero de 2020

DOLOR ATRAPADO



René Margarite (Los amantes)


Eran las cuatro de la tarde. Una hora antes, para Andrés estaba por llegar el día en el que podía tocar el cielo y así se cumpliría la promesa que se habían hecho. Junto a Lidia, los silencios eran poemas de amor sin final. Sobrevino algo inesperado que parecía desbaratar una de las infinitas páginas de aquel proyecto reservado. Asomaban los peores pronósticos. Los miedos a la distancia, a la imposibilidad de la luz y a un silencio amordazado. Las sonrisas alteradas parecían perfilar un indeseado final. Alrededor de ella prodigaban las voces, los gritos y las órdenes intrascendentes, pero la mujer solo oía dos palabras: "Te quiero".

Quizás fue necesario. que ocurriera, porque sin verla, Andrés la revivía más cerca, incluso más que cuando sus manos se entrelazaban. Lidia sentía las palabras de él, firmes, seguras y más ciertas que nunca, pero una preocupación le invadía. "¿Se le olvidarán mis besos?". 

Una lejana y ligera brisa se coló por el espléndido ventanal de la habitación de Lidia, se posó sobre sus labios, selló aquel instante y nunca dejaron de estar sensibles. 

Lidia, incansable, recorría los ribetes de su boca como él lo hacía cuando se encontraban, se detenía en las comisuras, recordando aquellos besos infinitos de cariño e inagotables de amor, mientras esperaba; hasta que un día, a las cuatro de la tarde, el tiempo le devolvió a Andrés.




Javier Aragüés (enero de 2020)

martes, 7 de enero de 2020

ANUKET. REVISTA LITERARIA ARGENTINA. ÚLTIMAS NOTICIAS











REVISTA LITERARIA ANUKET. 
– CONVOCATORIA 2019- EDICIÓN ENERO/2020


*****


La Revista Literaria ANUKET es una publicación periódica perteneciente a la Editorial ANUKET, con sede en la República Argentina, y de alcance internacional a través de plataformas digitales. Sus objetivos abarcan: la identificación de nuevos talentos literarios, el asesoramiento a escritores, y la difusión de obras inscriptas en los universos eróticos y LGTB, sin ánimo de lucro.



- El enlace para obtener la revista gratis es el siguiente: 

https://lektu.com/l/editorial-anuket/revista-literaria-anuketconvocatoria-2019tomo-1/12437?af=ghp




AVISO LEGAL. Los textos son de propiedad exclusiva de los autores, que conservan todos los derechos literarios; y que estando de acuerdo a las bases de la convocatoria 2019, han aceptado difundirlos a través de la presente revista. Sin embargo, los derechos sobre el conjunto de la Revista Literaria ANUKET, su logo y su formato pertenecen a la Editorial ANUKET. Queda terminantemente prohibida la venta o manipulación de ésta revista literaria; salvo que se la copie, preste o comparta de manera íntegra, sin alterar su contenido.

— CONTENIDO DE ESTE NUMERO:


3/ SENSACIONES Amaya Michelena (España)

6/ LA BELLA DURMIENTE DEL ÓMNIBUS Maximiliano Sacristán (Argentina) 

9/ DOS Y UNO Andrea Pereira (Uruguay)

12/ CARNE Jaime C. Torres (Colombia)

15/LA PASAJERA DESCONOCIDA José Álvarez (Estados Unidos) 

18/ LUNARIO Marco Luis Patiño (México) 

20/ EL ASIENTO DEL MEDIO Pablo Medina (Argentina)

22/ TOPLESS Sonia Concari (Argentina) 

23/ ME DESHOJASTE LA FLOR Hugolina G. Finck y Pastrana (México) 

26/ ÁMAME COMO TE AMO Mario Meriano (Argentina)

30/ EL PADRASTRO “MEDIO” GAY Luis Ezquerra Escudero (España) 

33/ LUJURIA Mariángeles N. Blanco (Venezuela) 

36/ INSTINTOS ALTERADOS Fernando Sorrenti (Uruguay) 

39/ EL CUARTO DEL AL LADO Francisco J. P. Guillot (México) 

43/ FORMA Y PASIÓN Jimmy Castro (Venezuela) 

46/ EN AQUEL VIEJO TREN Manuel Serrano (España) 





50/ PROHIBIDO Johana Peraza (Uruguay) 

51/ SATURNO Cristina Fasulino (Argentina) 

53/ MISTRESS XMAS Ricardo Rivera (México)






*********************************************************************************





— email de la revista literaria ANUKET 
del 
sábado 21/12/2019 a las 15:10.

Hola Javier. Todo correcto. En la primera quincena de Enero te mandamos otro correo con el enlace para que descargues la revista, mientras que en la página de facebook  figurará la misma información (también la número 2 y 3). 

Te contamos que esta edición será digital (tu puedes imprimirla) y fue pensada para que sea sin costo para los escritores, pero que a su vez tenga alcance internacional (puedes difundir el enlace entre tus allegados). Que tengas unas lindas fiestas. Ed. Anuket  


******     







Hola a todos mis amigos, a mis lectores y a mis  amigos lectores. Esta tarde me han sorprendido, muy gratamente. Mi relato, EL PESO DEL AGUA, ha sido seleccionado por la revista  literaria argentina ANUKET
https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/28466-convocatoria-de-revista-literaria-anuket-2020-argentina 






ESCRITORES.ORG - CONVOCATORIAS CONCURSOS LITERARIOS



CONVOCATORIA DE REVISTA LITERARIA ANUKET 2020 (Argentina)
15:12:2019
Género: Relato

Premio:   Publicación
Abierto a: mayores de 18 años, sin restricciones por nacionalidad o residencia

Entidad convocante: Editorial Anuket
País de la entidad convocante: Argentina
Fecha de cierre:   15:12:2019

BASES


Editorial Anuket, a través de su revista literaria, busca difundir el género erótico y la temática LGTB, de manera culta y responsable; logrando el placer literario en sus lectores, la liberación de tabúes, y la expresión de sensaciones profundas y vedadas por parte de sus escritores asociados. El rescate de la palabra es el camino correcto para abatir muros, adaptar la cultura, y afianzar los derechos.

BASES

Editorial Anuket anuncia la convocatoria de participación literaria, centrándose en el género erótico, para formar parte de un nuevo número de la revista a publicarse en el primer trimestre del año 2020

El interés de la Editorial es promover nuevos escritores, a través de la difusión de sus obras, ayudándolos a ser referentes en tales temáticas, e inspirarlos a seguir produciendo.

Podrán participar en esta convocatoria autores mayores de 18 años, sin importar su lugar de residencia con trabajos originales, pero no necesariamente inéditos (se aceptan obras ya premiadas o publicadas en otro medio). Es IMPORTANTE que los derechos literarios estén en propiedad del autor participante; ya que cualquier reclamo por parte de terceros deberá ser resuelto por el autor participante.

Editorial Anuket sólo propone la difusión de obras y de sus autores, sin perseguir gratificación económica alguna; por lo que no ofrece remuneración a los participantes,  sino el beneficio de la “inserción de su nombre” en el universo de los escritores de habla española.

Se recibirán textos de narrativa corta en español. El texto presentado por autor (entendiéndose uno solo) será enviado en un documento WORD (formato .doc o .docx), con una extensión máxima de 3 páginas tamaño A4 (márgenes normales). El formato del texto deberá ser estrictamente el siguiente: fuente Times New Roman (o similar), 12 pts., con interlineado 1,5. El documento deberá ser denominado con el título del trabajo, y a renglón seguido el nombre del autor (no se aceptan seudónimos).

El tema es libre, pero siempre dentro del género ERÓTICO. No se aceptan palabras vulgares, ni explicitación de escenas de manera gráfica (no porno) Se recomienda reemplazar las partes íntimas de las personas, con otros términos poéticos, a los fines de otorgar al texto mayor simbolismo y calidad literaria. Todas las acciones relatadas deben ser desarrolladas por mayores de edad; la intervención de menores en tramas sexuales no se aceptará BAJO NINGÚN PUNTO.

Todas las propuestas serán enviadas al correo editorialanuket@gmail.com con el asunto: 

CONVOCATORIA DE LA REVISTA ANUKET/19.

La convocatoria se abrirá desde el día 10 de Noviembre de 2019 hasta la fecha límite de envío pautada el día 15 de diciembre de 2019, a las 11.59 pm (hora local de Argentina).

Los autores seleccionados recibirán un correo electrónico para anunciarles el resultado y para solicitarles una breve biografía para acompañar sus textos.
IMPORTANTE: Los resultados se irán anunciando en la página de Editorial Anuket en la red social Facebook, para lo cual es indispensable que los autores participantes se inscriban como SEGUIDOR a la página:
https://www.facebook.com/editorialanuket/

La Editorial Anuket considerará la publicación de cualquier tipo de trabajo siempre que alcancen un nivel de calidad suficiente y versen, en algún sentido, sobre los temas y ámbitos propios de la convocatoria.

La no aceptación de cualquiera de estos requisitos puede conllevar a que lo trabajos no sean admitidos para su valoración por el Consejo de Redacción.


******









Reproduzco la comunicación que he recibido de la revista.

"Hola  Javier  FELICITACIONES. Tu relato ha sido seleccionado para integrar la revista literaria Anuket.  Pasamos a contarte: En total recibimos 785 cuentos -la mayoría de excelente calidad- por lo que los elegidos, no solamente se ajustaron a las bases de la convocatoria, sino que sobresalieron entre los demás. Justo es decir, que en el camino también quedaron otros muy buenos, que por razones de espacio no serán divulgados. La junta evaluadora de la Editorial ha decidido -en esta oportunidad- que en vez de una voluminosa revista, sean tres los números a publicar: en la primera quincena de enero, febrero y marzo/2020, respectivamente; y que por sorteo sean ubicados los relatos finalistas. En tu caso, tu obra será plasmada en el número (1)"


La revista ANUKET, me ha pedido una serie de datos para que el mi relato, EL PESO DEL AGUA, sea publicado.


1.- Mi nombre: JAVIER ARAGÚÉS PUEBLA
2.- Título dela obra: EL PESO DEL AGUA
3.- Nacionalidad: española
4.- Está publicada en el blog Arista Critica https://javieraragues.blogspot.com/2019/11/el-peso-del-agua.html

5.- Javier Aragüés Puebla nació en Madrid, España, en el año 1952. Es Ingeniero industrial. Su trayectoria vital y profesional ha transcurrido entre Madrid, Donosti, París, Bilbao, Bucarest. 
Desde hace años reside en Barcelona. En febrero de 2009 padece una sucesión de disfunciones clínicas que le conducen a una discapacidad permanente. Esta inesperada y determinante inflexión en en su vida, junto a las secuelas ocasionadas, desencadena una búsqueda para tratar de reencontrarse —"¿reinventarse?"

Através de técnicas de grafomotricidad, aprende de nuevo  — literalmente— a representar signos y letras y consigue  volver a leer y escribir. De esta manera accidentada, entra en  el mundo de la escritura. Contrae la afición a escribir  en un  Taller de Escritura Creativa que imparte la escritora Susana Camps Perarnau, persona clave en fomentar y tutelar esta afición. Juega con letras, ideas y trazos. Siente la necesidad de expresarse a través de la narrativa. Hoy continua aprendiendo  a plasmar y recrear  sueños.

Diez años después de la aquella experiencia,  publica “Relatos y Microrrelatos al compás de la Vida”, en la Editorial Círculo Rojo.   



Esto es todo por ahora. Os mantendré informados

Muchas gracias.




Javier  Aragüés (diciembre de 2019)