jueves, 19 de diciembre de 2019

UNA VEZ MÁS








Eran esos días en que las palabras eran insuficientes para dibujar el amor que sentía por ella. Iba prensando los deseos y los sueños hasta que un guiño insignificante, un suspiro o su voz, bastaba para desbordar emocionado el hato de pensamientos que había elaborado en silencio. 




Los sueños, porque así los percibía Daniel, irrumpían sin control por su boca hasta encontrarse con Claudia; intentaba ordenarlos para que al recibirlos la estimulara y paliaran la insatisfacción del amor adulterado que les había tocado respirar, hasta conseguir hacerla sentir como la verdadera amada, como así era para él. 




Pero aquel día maldito, una vez más, él creía haber vaciado todo su amor hacia ella y que Claudia, al recibirlo como un mensaje rotundo, sabría administrarlo en las siguientes horas lo que había obtenido. 




Circulaban los deseos sin rumbo y los gestos de Claudia, justificados por sus compromisos,  ignoraban lo que para Daniel era la expresión de su amor definitivo.




Lo había advertido tantas veces que ya repetirlo era una sinrazón. Daniel cerró los ojos, apretó los labios y se preguntaba qué es lo que tendría que hacer para no sentirse afligido. 








Javier Aragüés (diciembre de 2019)

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